El viento cruza los campos, la simpleza de los detalles en movimiento, siempre nos encontramos tan cerca más nunca nos vemos, una nota que se pierde en el terrotorio agreste, la intuición, nuestra comunión.
BARBARA MORGENSTERN
Sweet Silence
Sweet Silence
monika enterprise, 2012
Una vez a la semana sólo necesito fragmentos individuales de profundo silencio. Ese parece el deseo de cualquiera de nosotros. Descansar los oídos de todo, incluso de la música. Suena un tanto paradójico decir esto mientras se escribe de música. Pero que se le va a hacer, así son las paradojas. Sin embargo, aunque siento esa necesidad, esas palabras no me pertenecen. Aquella frase con la que inicie son lo primero que se escucha nada más empezar el último de los muchos trabajos que la alemana Barbara Norgenstern ha publicado, larga lista que se iniciara hace tres lustros atrás, primero con el cassette “Enter The Partyzone” (Hausfrau Im Schacht, 1997) y luego con el mini álbum “Plastikreport” (Klub Der Guten Hoffnung, 1997). De ahí en adelante no ha hecho más que sumar sonidos a una discografía amplia, a ritmo de un disco por año, habitualmente de la mano de Monika Neterprise, el sello de Gudrun Gut, a la vez que colaborar con gente tan diversa como Stefan Schneider, Bill Wells, Annie Whitehead, Robert Wyatt o Robert Lippok, pero siempre manteniéndose firme ella en su postura y en como debe sonar aquello que revolotea en su mente.
Volviendo luego de una recopilación, “Sweet Silence” es otra muestra de las dulces composiciones de Barbara, jugando y divirtiéndose con la electrónica y el pop. Este disco, el primero íntegramente en inglés exhibe nuevamente su delicada voz, en cierto sentido, un sentido positivo, fría como lo es el pop alemán. No es que sea distante, como lo era Nico, pero hay una frialdad innata, que complementa con dosis justas de calidez. La música, por su lado conserva una frescura que no escuchaba hace un buen rato ya. Alegre, dinámica, deportiva, un montón de sonidos saliendo al patio de recreo. “Sweet Silence” es un trabajo de buen ánimo, en el que los componentes están ordenados de manera tal que en ningún momento se puede escapar de él: sea un detalle por acá, la voz entrando por el costado, un ritmo rebotando allá por el fondo, un espacio que se abre repentinamente. Activo y vigoroso, con nervio y juventud. Pese a que Barbara ya no es tan joven, esto parece ideado en la mente de una niña que se encuentra con pequeños ruidos y los ocupa como lápices de colorear. Si se quiere agradar, un buen inicio no puede llegar de manera intempestiva, y ella lo sabe. “Sweet Silence” cumple la regla, y entre teclados suspicaces da inicio al viaje y el esparcimiento. “Once a week I just need/ Single fragments of deep silence/ Inner peace calm and sweet/ Will refill my leaking batteries/ With what my heart needs”. Lo mejor de cuando la electrónica se encuentra con las tres letras mágicas, p+o+p. Ya no queda tiempo para perder: “Need To Hang Around”. “If you want to break free/ But someone’s got your keys/ If you’re ready to rock/ But there is no electricity/ If you want to let loose/ But something pulls your breaks/ You’re in an interim state/ And all you can do is wait”. Esa es solo una muestra de entre las trece que hay en este disco, trece piezas perfectas, realmente, en las que nada ni ninguna sobra. Son pequeñas perlas de tres minutos, no más que eso, donde se vienen a la memoria lo mejor de aquellos años en que este tipo de música se hacía llamar indietrónica, cuando el indie se encontró con la IDM. “Spring Time” llega justo ahora, para mí al menos, como una bienvenida a la primavera (“Declaring springtime/ When ideologies blossom/ Deconstructing basements / Built on excess/ A global outcry/ For equality and justice”) en forma de rotura de las formas sobre una base simple de caja de ritmos y ruidos que antes eran molestos pero que en manos de ella pierden sus rasgos incómodos. “Bela” es un breve interludio que separa (imaginariamente) el lado A del B, muy propio de sus colaboraciones con Stefan Schneider (Mapstation; Tarwater) o Robert Lippok (Tarwater). “Highway” es el descanso antes de “Night–Time Falls”. “Hip Hop Mice” es precisamente eso, hip hop hecho por ratones. “Status Symbol” es otra delicadeza, el nácar dentro de una colección de perlas. Finalmente, “Love Is In The Air, But We Don’t Care” es un instrumental que mira más al cielo que al suelo, la timidez encubierta con sonidos atrevidos.
“Sweet Silence” es un agrado de escuchar, uno de esos que hacen que los días sean más llevaderos, una pila de sonidos ataviados de una manera en que uno se siente mejor después de haberlos oído. El dulce silencio revelado de la voz de Barbara Morgenstern es también un motivo más para amarla. “Hold your breath. Listen yet to the sound of bigger silence”.
Volviendo luego de una recopilación, “Sweet Silence” es otra muestra de las dulces composiciones de Barbara, jugando y divirtiéndose con la electrónica y el pop. Este disco, el primero íntegramente en inglés exhibe nuevamente su delicada voz, en cierto sentido, un sentido positivo, fría como lo es el pop alemán. No es que sea distante, como lo era Nico, pero hay una frialdad innata, que complementa con dosis justas de calidez. La música, por su lado conserva una frescura que no escuchaba hace un buen rato ya. Alegre, dinámica, deportiva, un montón de sonidos saliendo al patio de recreo. “Sweet Silence” es un trabajo de buen ánimo, en el que los componentes están ordenados de manera tal que en ningún momento se puede escapar de él: sea un detalle por acá, la voz entrando por el costado, un ritmo rebotando allá por el fondo, un espacio que se abre repentinamente. Activo y vigoroso, con nervio y juventud. Pese a que Barbara ya no es tan joven, esto parece ideado en la mente de una niña que se encuentra con pequeños ruidos y los ocupa como lápices de colorear. Si se quiere agradar, un buen inicio no puede llegar de manera intempestiva, y ella lo sabe. “Sweet Silence” cumple la regla, y entre teclados suspicaces da inicio al viaje y el esparcimiento. “Once a week I just need/ Single fragments of deep silence/ Inner peace calm and sweet/ Will refill my leaking batteries/ With what my heart needs”. Lo mejor de cuando la electrónica se encuentra con las tres letras mágicas, p+o+p. Ya no queda tiempo para perder: “Need To Hang Around”. “If you want to break free/ But someone’s got your keys/ If you’re ready to rock/ But there is no electricity/ If you want to let loose/ But something pulls your breaks/ You’re in an interim state/ And all you can do is wait”. Esa es solo una muestra de entre las trece que hay en este disco, trece piezas perfectas, realmente, en las que nada ni ninguna sobra. Son pequeñas perlas de tres minutos, no más que eso, donde se vienen a la memoria lo mejor de aquellos años en que este tipo de música se hacía llamar indietrónica, cuando el indie se encontró con la IDM. “Spring Time” llega justo ahora, para mí al menos, como una bienvenida a la primavera (“Declaring springtime/ When ideologies blossom/ Deconstructing basements / Built on excess/ A global outcry/ For equality and justice”) en forma de rotura de las formas sobre una base simple de caja de ritmos y ruidos que antes eran molestos pero que en manos de ella pierden sus rasgos incómodos. “Bela” es un breve interludio que separa (imaginariamente) el lado A del B, muy propio de sus colaboraciones con Stefan Schneider (Mapstation; Tarwater) o Robert Lippok (Tarwater). “Highway” es el descanso antes de “Night–Time Falls”. “Hip Hop Mice” es precisamente eso, hip hop hecho por ratones. “Status Symbol” es otra delicadeza, el nácar dentro de una colección de perlas. Finalmente, “Love Is In The Air, But We Don’t Care” es un instrumental que mira más al cielo que al suelo, la timidez encubierta con sonidos atrevidos.
“Sweet Silence” es un agrado de escuchar, uno de esos que hacen que los días sean más llevaderos, una pila de sonidos ataviados de una manera en que uno se siente mejor después de haberlos oído. El dulce silencio revelado de la voz de Barbara Morgenstern es también un motivo más para amarla. “Hold your breath. Listen yet to the sound of bigger silence”.
desde
PINKCOURTESYPHONE
Foley Folly Folio
Foley Folly Folio
line segments, 2012
Elegant & Detached
Elegant & Detached
room40, 2012
“Rosa, elegante, distante, suntuosamente fuerte, hipnóticamente espeso… Mucho más abierto a los accidentes, fallas, sorpresa y la yuxtaposicion emocional e irónica de cosas”. El coqueteo entre el sello de Lawrence English y Richard Chartier viene desde hace algún tiempo, primero con “Current” (Room40, 2006), aquel precioso trabajo corto sobre las corrientes aéreas, y luego con “A Field For Mixing” (Room40, 2010) [118]. Pero ahora, la nueva visita del norteamericano a las fértiles tierras digitales ubicadas sobre suelo australiano, viene etiquetada con un nuevo nombre. De hecho, esta es la segunda encarnación del nuevo proyecto de Chartier, la segunda en formato de extensión amplia y la segunda en menos de seis meses, el año de la cortesía rosa, ahora en aquella fábrica australiana dedicada a ‘la entrega de paquetes de sonido desde las antípodas desde el cambio de siglo’.
¿Qué es Pinkcourytesyphone? Pinkcourtesyphone es un eco de una voz desconocida. Pinkcourtesyphone recuerda dos cosas que sostienen tu cara como un conducto para el amor olvidado. Pinkcourtesyphone impregna como un sueño almibarado. Pinkcourtesyphone es muchas cosas de muchos lugares. Pinkcourtesyphone es elegante y distante. Pinkcourtesyphone es, en efecto, Richard Chartier, quien regresa con un alias que estuvo escondido dentro de unas paredes oscuras por un largo, largo tiempo. A quienes estén habituados al silencio al que nos tiene acostumbrados, se sorprenderán al escuchar esta otra faceta del músico callado. Deja de lado su aspecto minimalista casi absoluto y se entrega a la creación de unas atmósferas sobrecargadas. Eso si, la manzana no cae demasiado lejos del árbol, pero esto sí que es algo que extraña, a la vez que fascina de una manera única. Sus contadas apariciones habían sido empaquetadas en recopilatorios, y muy esporádicos, pero ese nombre ya lo venía utilizando en su labor de DJ desde 1997. Y ahora su regreso ha sido múltiple, primero con una serie de mix/dj sets en su página de Soundcloud, luego un par de remixes y finalmente dos ediciones de duración amplia –más un 7”, “Reflected Themes” (Superior Standards, 2012)–. Para “Elegant & Detached” ha preparado un cóctel de sonidos extraños, habitaciones nocturnas, voces susurrantes, desde la distancia y con una distinción misteriosa. Largas piezas de ambient fantasmagórico, ecos lejanos de fantasmas. Un clima que a veces llega a ser sofocante, lejos del mutismo que le es propio, en donde construye jardines rotos de partículas desintegradas, ambientaciones de escenas sin lógica aparente, donde no importa que se dice sino como se relata la historia. Accidentes y cuadros fracturados en la mitad de la noche iluminada. Cada trazo esta ubicado debajo de una capa de ruido sucio, que a su vez se ubica por sobre otra capa más, y así hasta más no poder, actuando como filtro contra la mugre que de todas maneras permanece como una presencia asombrosa. “Petraglyph (For Ranier)” se inicia con una voz incógnita hablando en lengua alemana, y tan pronto se calla, comienzan a arrastrase las láminas de texturas ásperas. Así es como el sonido se sucede, arrastrándose por el suelo, empujando las notas con una letanía de un muerto viviente. “Sans Motif / Closer To Here Than You Care To Be” también contiene samples de personas anónimas, desconocidas al menos para nosotros. Las cosas no son lo que parecen. a ratos simula ser un techno desprovisto de cualquier ritmo, a veces muy similar a los paisajes gaseosos de Wolfgang Voigt, una presencia siempre en la sombra de la electrónica espectral. Recursos sacados de discos de exótica, residuos de un sonido resquebrajado. “An Awaiting Room (For Tati) / Stars Fell” toma ese sonido desprolijo, como una demo mal grabado, característico de Rhythm & Sound, y lo lleva hasta un lugar mas frío, y luego aun más allá: son tres partes en una sola pieza -esta, de veintitrés minutos-. “Millimeters Off / Non Us (Tiny)” traslada el misterio hasta un estado opresivo, la más abrasiva de todas, estado que se ve distendido con “Sans Many Things (Bedtime)” y unos textos, siempre femeninos, que cierran la habitación por fuera, sin saber como estos susurros se cuelan por debajo de la puerta. “La voz de las personas que llaman susurran una nostálgica pero falsa carta de amor al cine de la estética de un lugar lejano sobre las cosas que hiciste… y las cosas que necesitas que se hagan”.
“Elegant & Detached” fue, es, un disco que exacerba las posibilidades seductoras de la otra ruta seguida por Chartier. Pero ya decíamos que este era la segunda versión de un diseño que tenía un antecesor. Y también nos referimos al hecho de que este otro sonido se apartaba un tanto de lo que es este artista y, como consecuencia, también de lo que es LINE. Y, precisamente por ello, Chartier crea LINE SEGMENTS, una nueva serie destinada a editar aquello que se aleja de la norma, una oportunidad para mostrar lo que LINE ama pero no encaja encaja en su perfil de minimalismo estricto. “Foley Folly Folio” es su primera referencia, el retorno a los espacios sedantes. Mientras “Elegant & Detached” es un trabajo en el que se libera de su marca inconfundible, este aun permanece en cierto sentido amarrado al pasado pero queriendo romper los hilos que lo atan. Más contenido, y quizás por ello puede resultar hasta más interesante. De nuevo, ¿qué es Pinkcourtesyphone? Pinkcourtesyphone es amorfo, cambiante, deslizándose dentro y fuera de la conciencia. Pinkcourtesyphone desea capturar la esencia sonora de alguna ama de casa de 1960 muy bien vestida, mirando con nostalgia por la ventana mientras descansa en algún precioso sofá o diván, con, por supuesto, un lento sorbo de cóctel, y tal vez con la mitad de Valium. En este nuevo estado de sueño controlado, los sonidos se arrastran, al igual como lo hacían/harán en su disco para Room40, pero se mueven aun con más lentitud. Estas baladas para salones vacíos son sometidas de una manera en que se suspenden en el ruido aletargado de una melodía enterrada en las profundidades de la mente. Un atisbo de canción se halla en la distancia más remota, y a medida que se avanza sobresalen como fantasmas voces desde un sitio repleto de lujo fuera de moda. “Wistful Wistful Wanton” y “All Made Up” son los breves parentesis que encierran unos textos profundos y prolongados. “Dear diary. Dear diary”. “Tonight…”. “The most wonderful night in my life…”. Palabras con un tono infantil que perturbarían el sueño de un extraño, y que invitan a dejarse hipnotizar por una electrónica aquietada, estancada en la alfombra de un set de de televisión abandonado. En el centro, tres piezas de unos veinte minutos cada una, de superficies de terciopelo oscuro. “Here is something… That Is Nothing” se sostiene sobre prácticamente una sola nota que se desarrolla a un ritmo pesado y que, sin embargo, sufre progresivas alteraciones, primero pasando por una fase más opaca, luego nublándose y, finalmente, alcanzando un grado lumínico en sus instantes últimos. “A Dark Room Full Of Plastic Plants” parte desde el silencio, reposa en una capa de drones ásperos y que tiemblan como un ataque epiléptico en cámara lenta y desemboca en ruido estelar, como una estrella negra en una noche blanca. “Afternoon Theme / Germs Through Wires / Evening Theme” es aquella que de manera menos velada logra transmitir ese aire extraño y perturbado del cine más oblicuo y nostálgico. Su primer tercio, evoca a, por ejemplo, los poemas románticos de Angelo Badalamenti, sus estelas de humo y espejos que reflejan otra realidad, pronto sucedidos por ambient glaciar y frío, finalmente hundidos en el zumbido del neon imperfecto inmiscuido en las baladas fantasmagóricas, misma balada de “All Made Up”, que entre voces que hacen eco de un pasado elegante a la vez que aturdido se apaga en un misterio escondido. “And all the other princes and their princesses would come… And they would say… ‘Delicious delicious’… Oh how boring”. Las telas de naturaleza muerta filtran me manera más intensa que lo que harán en el futuro cercano, pero a si mismo hacen que uno quiera descubrir los detalles como pistas de un crimen sin resolver. Richard Chartier/Pinkcourtesyphone conserva parte de su espectro, sigue esparciendo las partículas reducidas a su expresión más baja, pero esta vez sobre un plano/secuencia de propiedades más orgánicas, donde las impurezas brillan en su interior y se impregnan a las atmósferas vaporosas, rugosas, delicadas y elegantes. “Elegant & Detached” es más friccionado, más directo también, insinuando menos, pero igualmente narcótico y abrumador. “Foley Folly Folio” es más sutil, sugerente, desplegándose de manera subliminal en el inconsciente. En ambos, sus piezas se transforman con una letanía encantadoramente seductora, unas más cubiertas que otras, piezas que habitan al interior del desvelo. “In dreams, I walk with you. In dreams, I talk to you”.
¿Qué es Pinkcourytesyphone? Pinkcourtesyphone es un eco de una voz desconocida. Pinkcourtesyphone recuerda dos cosas que sostienen tu cara como un conducto para el amor olvidado. Pinkcourtesyphone impregna como un sueño almibarado. Pinkcourtesyphone es muchas cosas de muchos lugares. Pinkcourtesyphone es elegante y distante. Pinkcourtesyphone es, en efecto, Richard Chartier, quien regresa con un alias que estuvo escondido dentro de unas paredes oscuras por un largo, largo tiempo. A quienes estén habituados al silencio al que nos tiene acostumbrados, se sorprenderán al escuchar esta otra faceta del músico callado. Deja de lado su aspecto minimalista casi absoluto y se entrega a la creación de unas atmósferas sobrecargadas. Eso si, la manzana no cae demasiado lejos del árbol, pero esto sí que es algo que extraña, a la vez que fascina de una manera única. Sus contadas apariciones habían sido empaquetadas en recopilatorios, y muy esporádicos, pero ese nombre ya lo venía utilizando en su labor de DJ desde 1997. Y ahora su regreso ha sido múltiple, primero con una serie de mix/dj sets en su página de Soundcloud, luego un par de remixes y finalmente dos ediciones de duración amplia –más un 7”, “Reflected Themes” (Superior Standards, 2012)–. Para “Elegant & Detached” ha preparado un cóctel de sonidos extraños, habitaciones nocturnas, voces susurrantes, desde la distancia y con una distinción misteriosa. Largas piezas de ambient fantasmagórico, ecos lejanos de fantasmas. Un clima que a veces llega a ser sofocante, lejos del mutismo que le es propio, en donde construye jardines rotos de partículas desintegradas, ambientaciones de escenas sin lógica aparente, donde no importa que se dice sino como se relata la historia. Accidentes y cuadros fracturados en la mitad de la noche iluminada. Cada trazo esta ubicado debajo de una capa de ruido sucio, que a su vez se ubica por sobre otra capa más, y así hasta más no poder, actuando como filtro contra la mugre que de todas maneras permanece como una presencia asombrosa. “Petraglyph (For Ranier)” se inicia con una voz incógnita hablando en lengua alemana, y tan pronto se calla, comienzan a arrastrase las láminas de texturas ásperas. Así es como el sonido se sucede, arrastrándose por el suelo, empujando las notas con una letanía de un muerto viviente. “Sans Motif / Closer To Here Than You Care To Be” también contiene samples de personas anónimas, desconocidas al menos para nosotros. Las cosas no son lo que parecen. a ratos simula ser un techno desprovisto de cualquier ritmo, a veces muy similar a los paisajes gaseosos de Wolfgang Voigt, una presencia siempre en la sombra de la electrónica espectral. Recursos sacados de discos de exótica, residuos de un sonido resquebrajado. “An Awaiting Room (For Tati) / Stars Fell” toma ese sonido desprolijo, como una demo mal grabado, característico de Rhythm & Sound, y lo lleva hasta un lugar mas frío, y luego aun más allá: son tres partes en una sola pieza -esta, de veintitrés minutos-. “Millimeters Off / Non Us (Tiny)” traslada el misterio hasta un estado opresivo, la más abrasiva de todas, estado que se ve distendido con “Sans Many Things (Bedtime)” y unos textos, siempre femeninos, que cierran la habitación por fuera, sin saber como estos susurros se cuelan por debajo de la puerta. “La voz de las personas que llaman susurran una nostálgica pero falsa carta de amor al cine de la estética de un lugar lejano sobre las cosas que hiciste… y las cosas que necesitas que se hagan”.
“Elegant & Detached” fue, es, un disco que exacerba las posibilidades seductoras de la otra ruta seguida por Chartier. Pero ya decíamos que este era la segunda versión de un diseño que tenía un antecesor. Y también nos referimos al hecho de que este otro sonido se apartaba un tanto de lo que es este artista y, como consecuencia, también de lo que es LINE. Y, precisamente por ello, Chartier crea LINE SEGMENTS, una nueva serie destinada a editar aquello que se aleja de la norma, una oportunidad para mostrar lo que LINE ama pero no encaja encaja en su perfil de minimalismo estricto. “Foley Folly Folio” es su primera referencia, el retorno a los espacios sedantes. Mientras “Elegant & Detached” es un trabajo en el que se libera de su marca inconfundible, este aun permanece en cierto sentido amarrado al pasado pero queriendo romper los hilos que lo atan. Más contenido, y quizás por ello puede resultar hasta más interesante. De nuevo, ¿qué es Pinkcourtesyphone? Pinkcourtesyphone es amorfo, cambiante, deslizándose dentro y fuera de la conciencia. Pinkcourtesyphone desea capturar la esencia sonora de alguna ama de casa de 1960 muy bien vestida, mirando con nostalgia por la ventana mientras descansa en algún precioso sofá o diván, con, por supuesto, un lento sorbo de cóctel, y tal vez con la mitad de Valium. En este nuevo estado de sueño controlado, los sonidos se arrastran, al igual como lo hacían/harán en su disco para Room40, pero se mueven aun con más lentitud. Estas baladas para salones vacíos son sometidas de una manera en que se suspenden en el ruido aletargado de una melodía enterrada en las profundidades de la mente. Un atisbo de canción se halla en la distancia más remota, y a medida que se avanza sobresalen como fantasmas voces desde un sitio repleto de lujo fuera de moda. “Wistful Wistful Wanton” y “All Made Up” son los breves parentesis que encierran unos textos profundos y prolongados. “Dear diary. Dear diary”. “Tonight…”. “The most wonderful night in my life…”. Palabras con un tono infantil que perturbarían el sueño de un extraño, y que invitan a dejarse hipnotizar por una electrónica aquietada, estancada en la alfombra de un set de de televisión abandonado. En el centro, tres piezas de unos veinte minutos cada una, de superficies de terciopelo oscuro. “Here is something… That Is Nothing” se sostiene sobre prácticamente una sola nota que se desarrolla a un ritmo pesado y que, sin embargo, sufre progresivas alteraciones, primero pasando por una fase más opaca, luego nublándose y, finalmente, alcanzando un grado lumínico en sus instantes últimos. “A Dark Room Full Of Plastic Plants” parte desde el silencio, reposa en una capa de drones ásperos y que tiemblan como un ataque epiléptico en cámara lenta y desemboca en ruido estelar, como una estrella negra en una noche blanca. “Afternoon Theme / Germs Through Wires / Evening Theme” es aquella que de manera menos velada logra transmitir ese aire extraño y perturbado del cine más oblicuo y nostálgico. Su primer tercio, evoca a, por ejemplo, los poemas románticos de Angelo Badalamenti, sus estelas de humo y espejos que reflejan otra realidad, pronto sucedidos por ambient glaciar y frío, finalmente hundidos en el zumbido del neon imperfecto inmiscuido en las baladas fantasmagóricas, misma balada de “All Made Up”, que entre voces que hacen eco de un pasado elegante a la vez que aturdido se apaga en un misterio escondido. “And all the other princes and their princesses would come… And they would say… ‘Delicious delicious’… Oh how boring”. Las telas de naturaleza muerta filtran me manera más intensa que lo que harán en el futuro cercano, pero a si mismo hacen que uno quiera descubrir los detalles como pistas de un crimen sin resolver. Richard Chartier/Pinkcourtesyphone conserva parte de su espectro, sigue esparciendo las partículas reducidas a su expresión más baja, pero esta vez sobre un plano/secuencia de propiedades más orgánicas, donde las impurezas brillan en su interior y se impregnan a las atmósferas vaporosas, rugosas, delicadas y elegantes. “Elegant & Detached” es más friccionado, más directo también, insinuando menos, pero igualmente narcótico y abrumador. “Foley Folly Folio” es más sutil, sugerente, desplegándose de manera subliminal en el inconsciente. En ambos, sus piezas se transforman con una letanía encantadoramente seductora, unas más cubiertas que otras, piezas que habitan al interior del desvelo. “In dreams, I walk with you. In dreams, I talk to you”.
desde
Vers Les Lueurs
cinq 7, 2012
Tras más de veinte años de carrera en solitario, sorprende que Dominique Ané no haya logrado un estatus más significativo dentro del pop-rock europeo y, por supuesto, francés, a pesar de sus recientemente reeditados nueve álbumes, de un nivel de calidad generalmente notable y, ocasionalmente, sobresaliente ("Auguri" sigue siendo su álbum más completo y emocionante). Por alguna razón, el reconocimiento hacia el artista de Nantes parece seguir limitado a la prensa especializada y a un público también avanzado. Por eso, la primera impresión tras escuchar el single "Rendez-nous La Lumière" era que eso podía cambiar: el avance de su décimo álbum, "Vers Les Lueurs", sonaba tan luminoso y vivo que hacía pensar en la posibilidad de un Dominique A más comercial y atractivo que nunca.
En buen medida es así, ya que "Vers Les Lueurs" es un álbum totalmente antitético al precedente "La Musique". Mientras aquel fue grabado en un estudio doméstico, con predominio de bases rítmicas sintéticas y arreglos de electrónica oscura y sofocante, este nuevo álbum ha sido producido con el acompañamiento de una banda de rock completa, que ofrece amplitud de sonido y cierta tendencia al ruidismo, sonando fiero y afilado como hacía tiempo que no lo hacía en cortes cruciales del álbum como "Close West", "Parfois j’entends des cris", alguna frase de "Ostinato" o el mencionado single. Además, ha contado con un quinteto de instrumentos de viento-madera que permanece omnipresente en todo el álbum, con esmerados arreglos de clarinetes, oboes, flautas y fagots que aportan un precioso cromatismo, hasta ahora inédito en la revisión de la chanson que caracteriza a Ané. Este nueva herramienta brilla con luz propia en "Contre Un Arbre", corte que abre el álbum, la maravillosa "Loin Du Soleil", la tensa "Parce Que Tu Étais Là" y la vitalista "Vers Le Bleu".
La promesa de luz que mencionaba al principio, sin embargo, no es tal. Aunque sí hay una mayor profusión de melodías accesibles, que a menudo recuerdan a la más pura esencia de chanson de sus primeros discos, la melancolía y la nostalgia permanecen inamovibles en unas canciones que recurren, como nunca antes, a las descripciones de paisajes naturales y desolados para transmitir un sentimiento de soledad y desamparo aplastante, ejemplificada en los sinuosos nueve minutos de "Le Convoi", que remite a la brutal ‘La Carretera’ de Cormac McCarthy. Compositivamente no hay grandes avances de Dominique Ané, más bien lo contrario: en ocasiones el oyente tiene la sensación de haber escuchado este y aquel truco y giro varias veces. Pero el mayor acierto de "Vers Les Lueurs", precisamente, es que condensa todas sus mejores virtudes en un gran disco que no vuela más alto, quizá, por el lastre que supone su falta de mesura en el minutaje. La que no sobra, sin duda, es la canción que cierra el álbum, "Pars Les Lueurs", una de esas joyas de belleza evocadora que hacen que no podamos dejar de amar a Dominique A.
En buen medida es así, ya que "Vers Les Lueurs" es un álbum totalmente antitético al precedente "La Musique". Mientras aquel fue grabado en un estudio doméstico, con predominio de bases rítmicas sintéticas y arreglos de electrónica oscura y sofocante, este nuevo álbum ha sido producido con el acompañamiento de una banda de rock completa, que ofrece amplitud de sonido y cierta tendencia al ruidismo, sonando fiero y afilado como hacía tiempo que no lo hacía en cortes cruciales del álbum como "Close West", "Parfois j’entends des cris", alguna frase de "Ostinato" o el mencionado single. Además, ha contado con un quinteto de instrumentos de viento-madera que permanece omnipresente en todo el álbum, con esmerados arreglos de clarinetes, oboes, flautas y fagots que aportan un precioso cromatismo, hasta ahora inédito en la revisión de la chanson que caracteriza a Ané. Este nueva herramienta brilla con luz propia en "Contre Un Arbre", corte que abre el álbum, la maravillosa "Loin Du Soleil", la tensa "Parce Que Tu Étais Là" y la vitalista "Vers Le Bleu".
La promesa de luz que mencionaba al principio, sin embargo, no es tal. Aunque sí hay una mayor profusión de melodías accesibles, que a menudo recuerdan a la más pura esencia de chanson de sus primeros discos, la melancolía y la nostalgia permanecen inamovibles en unas canciones que recurren, como nunca antes, a las descripciones de paisajes naturales y desolados para transmitir un sentimiento de soledad y desamparo aplastante, ejemplificada en los sinuosos nueve minutos de "Le Convoi", que remite a la brutal ‘La Carretera’ de Cormac McCarthy. Compositivamente no hay grandes avances de Dominique Ané, más bien lo contrario: en ocasiones el oyente tiene la sensación de haber escuchado este y aquel truco y giro varias veces. Pero el mayor acierto de "Vers Les Lueurs", precisamente, es que condensa todas sus mejores virtudes en un gran disco que no vuela más alto, quizá, por el lastre que supone su falta de mesura en el minutaje. La que no sobra, sin duda, es la canción que cierra el álbum, "Pars Les Lueurs", una de esas joyas de belleza evocadora que hacen que no podamos dejar de amar a Dominique A.
por Raúl Guillén
desde jenesaispop.com
Valohiukkanen
fonal, 2012
La lentitud de la naturaleza avanzando, sencillamente un viaje en el jardin, el folk finlandés siempre se ha encontrado muy cercano al 'sueño esquimal', sobretodo desde cuando al comienzo de este siglo conocimos a Fonal Records, el ritual de proyectos como Kiila, Kemialliset Ystävät, Islaja, Paavoharju, Chamellows y Kuupuu.
Dentro de esta pandilla de elfos escandinavos venía la figura suave de Laura Naukkarinen AKA Lau Nau, muchacha tímida que nos enseñó su música a través "Kuutarha" (locust, 2004), ese fue el primer flechazo y desde ahí no soltamos jamás esa conexión de sencillez y delicadeza, Lau Nau es expresividad sin adornos ni falsas luces, son cuerdas desnudas y acercamiento femenino, luego sentimos "Nukkuu" (locust, 2008) como un acto de belleza en los bosques, cuando casi en silencio se manifiestan las campanillas, el tamboril y los cantos de una niña danzando en la tierra dormida.
Por todo esto es un verdadero regalo recibir su nuevo trabajo, el silvestre y fascinante "Valohiukkanen", una producción frágil como la brisa frente al mar, parte con "Valolle" beso ancestral mezclado con la amabilidad de una voz que se deshace en cada sílaba. Entendamos, Finlandia realmente se encuentra lejos, cercada por el hielo ártico, pero nosotros también aunque hacia el sur nada más, quizás desde ahí se puedan ordenar ciertas sensibilades afines. A veces puede que el tiempo pase pero al encontrarse nuevamente con una música tan calmada y sustancial como la de Lau Nau, el gusto crece y la contemplación ya es imágen personal, más aún cuando ha añadido el despetar electrónico instintivo en "Kuoleman Tappajan Kuolema", lo interesante es que nunca deja de lado esa relación misteriosa con la floresta, como si fuera un hada que se desplaza entre árboles verdes y escarchados, un río, una colina, los recuerdos, las cajitas musicales, la infancia, la lejanía, la visión de soledad ancha de los pastizales, su voz condensa todo esto y más, es como acercarse otra vez a ese aroma extravíado entre los tiempos y las acciones.
Dentro de esta pandilla de elfos escandinavos venía la figura suave de Laura Naukkarinen AKA Lau Nau, muchacha tímida que nos enseñó su música a través "Kuutarha" (locust, 2004), ese fue el primer flechazo y desde ahí no soltamos jamás esa conexión de sencillez y delicadeza, Lau Nau es expresividad sin adornos ni falsas luces, son cuerdas desnudas y acercamiento femenino, luego sentimos "Nukkuu" (locust, 2008) como un acto de belleza en los bosques, cuando casi en silencio se manifiestan las campanillas, el tamboril y los cantos de una niña danzando en la tierra dormida.
Por todo esto es un verdadero regalo recibir su nuevo trabajo, el silvestre y fascinante "Valohiukkanen", una producción frágil como la brisa frente al mar, parte con "Valolle" beso ancestral mezclado con la amabilidad de una voz que se deshace en cada sílaba. Entendamos, Finlandia realmente se encuentra lejos, cercada por el hielo ártico, pero nosotros también aunque hacia el sur nada más, quizás desde ahí se puedan ordenar ciertas sensibilades afines. A veces puede que el tiempo pase pero al encontrarse nuevamente con una música tan calmada y sustancial como la de Lau Nau, el gusto crece y la contemplación ya es imágen personal, más aún cuando ha añadido el despetar electrónico instintivo en "Kuoleman Tappajan Kuolema", lo interesante es que nunca deja de lado esa relación misteriosa con la floresta, como si fuera un hada que se desplaza entre árboles verdes y escarchados, un río, una colina, los recuerdos, las cajitas musicales, la infancia, la lejanía, la visión de soledad ancha de los pastizales, su voz condensa todo esto y más, es como acercarse otra vez a ese aroma extravíado entre los tiempos y las acciones.
Lau Nau es placidez, inmersos en estas sonoridades podemos flotar, tomar todos esos días desperdiciados y volver a ser niños por un simple espacio de sueño intervenido en armonías, además el finlandés es un idioma que ayuda mucho para hacer correr las imágenes en retrospectiva, sin miedo experimentamos en el silbido, en los preámbulos y en las siluetas susurradas.
Mágica.
Raúl Cabrera H.
Ultraísta
temporary residence, 2012
Cuando el alquimista de la producción Nigel Godrich abrió la boca y dijo que se traía entre manos una nueva banda, se abrieron las cábalas acerca de los derroteros que el ‘sexto Radiohead’ tomaría para la susodicha ofrenda. Lo primero que supimos es que el material en cuestión recibiría el nombre de Ultraísta y contaría, además, con la frágil voz de Laura Bettinson, de Dimbledy & Capper, y el productor (aquí en funciones de baterista) Joey Waronker, quien también se ha colado en esos Atoms For Peace capitaneados por el propio Godrich y el culo inquieto de Thom Yorke. Por muy estupendos que nos pongamos, no cabe la menor duda de que el equipazo convocado en Ultraísta es de esos llamados a hacer daño, demasiado incluso. No obstante, y con alguna que otra lagrimita cayéndonos por los ojos, con lo que nos hemos encontrado con un disco que viola las mismas armas a lo largo de sus diez piezas y que nos hubiera sabido mucho más dulce si se hubiera comprimido en formato EP.
Pónganse “Smalltalk”, la primera canción que dieron a conocer, y déjense llevar por la estática voz de Bettinson, esos arpegios sintéticos con los que Godrich salpica sus casi cuatro minutos de duración y esa base arrítmica y resbaladiza en clave krautrock/trip-hop –no muy lejos de la estética de los UNKLE de “Never, Never, Land” con una capa extra de dulce– con la que Waronker barniza todo el tema tomando el broken beat ensoñador como único credo. ¿Les ha gustado? Si la respuesta es afirmativa deberían saber que esto, y sólo esto, es el patrón que el tridente nos ha encasquetado a lo largo de este spin-off (también) del “The Eraser” de Yorke. Porque en realidad, más allá de su precisa producción, sintéticamente punzante y expansiva (puestos a guardarnos un pedacito del álbum en nuestro mp3 agarraríamos “Easier” y ese “Static Light” humanizado por las voces, pese a ser un témpano de hielo), el disco acaba cayendo con el paso de los minutos en un opaco pozo que ni la propia Bettinson puede reflotar dada la falta de recursos de sus cuerdas vocales. También hay que entender que en Ultraísta hay un poso de ultraísmo –movimiento de vanguardia español de la década de los 20 del siglo pasado que exigía una concisión máxima de la palabra, basada en la metáfora y la eliminación de cualquier adorno innecesario–, y que sería incongruente con su propia identidad el revestimiento exagerado de las piezas. Pero más allá de la teoría, quedan las formas, y como divertimento de Godrich, Ultraísta tiene su qué. Pero con cinco temas a lo sumo ya hubiéramos tenido más que suficiente.
Pónganse “Smalltalk”, la primera canción que dieron a conocer, y déjense llevar por la estática voz de Bettinson, esos arpegios sintéticos con los que Godrich salpica sus casi cuatro minutos de duración y esa base arrítmica y resbaladiza en clave krautrock/trip-hop –no muy lejos de la estética de los UNKLE de “Never, Never, Land” con una capa extra de dulce– con la que Waronker barniza todo el tema tomando el broken beat ensoñador como único credo. ¿Les ha gustado? Si la respuesta es afirmativa deberían saber que esto, y sólo esto, es el patrón que el tridente nos ha encasquetado a lo largo de este spin-off (también) del “The Eraser” de Yorke. Porque en realidad, más allá de su precisa producción, sintéticamente punzante y expansiva (puestos a guardarnos un pedacito del álbum en nuestro mp3 agarraríamos “Easier” y ese “Static Light” humanizado por las voces, pese a ser un témpano de hielo), el disco acaba cayendo con el paso de los minutos en un opaco pozo que ni la propia Bettinson puede reflotar dada la falta de recursos de sus cuerdas vocales. También hay que entender que en Ultraísta hay un poso de ultraísmo –movimiento de vanguardia español de la década de los 20 del siglo pasado que exigía una concisión máxima de la palabra, basada en la metáfora y la eliminación de cualquier adorno innecesario–, y que sería incongruente con su propia identidad el revestimiento exagerado de las piezas. Pero más allá de la teoría, quedan las formas, y como divertimento de Godrich, Ultraísta tiene su qué. Pero con cinco temas a lo sumo ya hubiéramos tenido más que suficiente.
por Mario G. Sinde
desde playgroundmag.net
Pinkish Black
handmade birds, 2012
Dos amigos se unen en torno al hálito maldito dejado por el doom metal, el dark más desamparado y las atmósferas asfixiantes. Pinkish Black es uno de esos reductos vaporosos cubiertos por la bruma, la desesperanza y los malos presagios, mutando sintetizadores, loops, drones e instrumentación abrasiva, soportados por la fantasmagoria vocal de Daron Beck (Pointy Shoe Factory) y Jon Teague (Yeti).
Handmade Birds es el refugio por excelencia en la actualidad para que un proyecto de esta calaña aparezca sin luz ni explicaciones con un disco tan desconcertante y grisáceo, llegando para transportarnos hacia un lugar distante sólo imaginado en sueños turbulentos, en la tierra de nadie. Salpicados por una magia extraña arremeten con ésta, su única y primigenia grabación, "Pinkish Black", territorio marginal dejado por las escuchas más extremistas del metal, agazapadas en la intermitencia ruidista de Swans, Magma y Suicide, hay momentos en que nos encontramos casi obligados a pronunciar: "esto es rock progresivo, pero del planeta Urano (que ya no es planeta en todo caso)".
La verdad es que no sabemos donde estamos con esta música, a medio paso de lo uno y de lo otro se abre una compuerta hasta un sitio más abajo, como si el quejido cadencioso de Scott Walker fuera la voz guía de unos Sunn o)) en ácido, tomando la pastilla bicolor de "Tell Her I'm Dead" podríamos viajar directo al colapso nervioso, luejo la hojarasca y el piano malsonando de "Tastes Like Blood", el movimiento bajo de una nota que se escapa hasta el ciclón lento y cargado del drone autista, 'metal autista' también es otra buena definición que podríamos usar acá, la mueca alterante para un palidecer constante como el de nuestras cuidades peregrinas se manifiesta en "Everything Went Dark", los Pinkish Black sin querer quizás muestran una nueva coraza para el desagravio más cortante, meando en la fosa común, cuando ya todos los estilos se desmembraron, este disco es como la autopsia de un cuerpo no terrestre, agudeza visceral, espiritualidad de las sombras y frialdad.
Para el final nos dejan como toque de oro negro un cover de los adalides de la perversidad, nada menos que Christian Death y "Spiritual Cramp" desde "Only Theatre Of Pain" obra del diablo grabada en 1982, les queda bastante bien, estos tipos conocen los golpes.
Oscuridad macilenta, reinarás.
Raúl Cabrera H.
Handmade Birds es el refugio por excelencia en la actualidad para que un proyecto de esta calaña aparezca sin luz ni explicaciones con un disco tan desconcertante y grisáceo, llegando para transportarnos hacia un lugar distante sólo imaginado en sueños turbulentos, en la tierra de nadie. Salpicados por una magia extraña arremeten con ésta, su única y primigenia grabación, "Pinkish Black", territorio marginal dejado por las escuchas más extremistas del metal, agazapadas en la intermitencia ruidista de Swans, Magma y Suicide, hay momentos en que nos encontramos casi obligados a pronunciar: "esto es rock progresivo, pero del planeta Urano (que ya no es planeta en todo caso)".
La verdad es que no sabemos donde estamos con esta música, a medio paso de lo uno y de lo otro se abre una compuerta hasta un sitio más abajo, como si el quejido cadencioso de Scott Walker fuera la voz guía de unos Sunn o)) en ácido, tomando la pastilla bicolor de "Tell Her I'm Dead" podríamos viajar directo al colapso nervioso, luejo la hojarasca y el piano malsonando de "Tastes Like Blood", el movimiento bajo de una nota que se escapa hasta el ciclón lento y cargado del drone autista, 'metal autista' también es otra buena definición que podríamos usar acá, la mueca alterante para un palidecer constante como el de nuestras cuidades peregrinas se manifiesta en "Everything Went Dark", los Pinkish Black sin querer quizás muestran una nueva coraza para el desagravio más cortante, meando en la fosa común, cuando ya todos los estilos se desmembraron, este disco es como la autopsia de un cuerpo no terrestre, agudeza visceral, espiritualidad de las sombras y frialdad.
Para el final nos dejan como toque de oro negro un cover de los adalides de la perversidad, nada menos que Christian Death y "Spiritual Cramp" desde "Only Theatre Of Pain" obra del diablo grabada en 1982, les queda bastante bien, estos tipos conocen los golpes.
Oscuridad macilenta, reinarás.
Raúl Cabrera H.
The Ganzfeld EP
thrill jockey, 2012
¿Se puede componer telepáticamente? Algo así se preguntaron Matmos, que para este EP reunieron a varios voluntarios a los que privaron de estímulos sensoriales: con los ojos tapados y unos auriculares que sólo emitían “ruido blanco”, tenían que imaginar cómo sería lo nuevo del dúo y transmitírselo a Drew Daniel. A continuación, Daniel y Schmidt componían esa música previamente “explicada” mediante ruidos e imágenes por los participantes en el experimento. Sin este dato, es difícil entender la anarquía sonora de “Just Waves”, y “Very Large Triangles” podría pasar por una composición más. Pero no es el caso: a estas alturas a nadie le debería pillar por sorpresa el afán innovador y vanguardista del dúo (equiparable, en fondo e intencionalidad, al de Matthew Herbert).
Todo esto que a priori suena casi a tomadura de pelo, lo sería si no estuviéramos hablando de Matmos, pero cuando se trata de Drew Daniel y Martin Smichdt la cosa va en serio y encima da resultados. El EP se abre con “Very Large Triangles”, que aparentemente apuesta por una forma convencional, pero en cuanto se rasca un poco se descubre como un compendio de las inquietudes de Matmos: virtuosismo, mezcla de estilos, samplers e instrumentos clásicos, que en este caso le dan un aire épico reminiscente de bandas sonoras o de las composiciones más clásicas de “The Civil War” (2003).
En “Just Waves” el dúo opta por la experimentación pura y dura, en una suerte de canto polifónico de estilo algo gregoriano en el que participan, además, Dan Deacon, Angel Deradoorian (ex Dirty Projectors) y Clodagh Simonds, de Fovea Hex, y en la que las voces se superponen hasta que es casi imposible discernir una sola palabra. Aquí es donde realmente se materializa el experimento telepático (o el resultado que uno podría imaginar a priori).
“The Ganzfield EP”, además, incluye un remix de “You” a cargo de RRose, que convierte el tema en un hit perfecto para la pista de baile, pero que poca relación tiene con los otros dos temas: más bien viene a ejercer de puente entre el lado más convencional y el más experimental de Matmos.
Todo esto que a priori suena casi a tomadura de pelo, lo sería si no estuviéramos hablando de Matmos, pero cuando se trata de Drew Daniel y Martin Smichdt la cosa va en serio y encima da resultados. El EP se abre con “Very Large Triangles”, que aparentemente apuesta por una forma convencional, pero en cuanto se rasca un poco se descubre como un compendio de las inquietudes de Matmos: virtuosismo, mezcla de estilos, samplers e instrumentos clásicos, que en este caso le dan un aire épico reminiscente de bandas sonoras o de las composiciones más clásicas de “The Civil War” (2003).
En “Just Waves” el dúo opta por la experimentación pura y dura, en una suerte de canto polifónico de estilo algo gregoriano en el que participan, además, Dan Deacon, Angel Deradoorian (ex Dirty Projectors) y Clodagh Simonds, de Fovea Hex, y en la que las voces se superponen hasta que es casi imposible discernir una sola palabra. Aquí es donde realmente se materializa el experimento telepático (o el resultado que uno podría imaginar a priori).
“The Ganzfield EP”, además, incluye un remix de “You” a cargo de RRose, que convierte el tema en un hit perfecto para la pista de baile, pero que poca relación tiene con los otros dos temas: más bien viene a ejercer de puente entre el lado más convencional y el más experimental de Matmos.
desde
Sundowning
suicide squeeze, 2012
Hacía falta sentarse y recibir una buena patada en los cojones. Nü Sensae es una banda canadiense que desde un tiempo le venimos siguiendo la pista por ese desgarbado sonido hardcore-punk-noise que acostumbran a salpicar, realmente dejan sin aliento entre sus canciones cortísimas (no pasan los 3 minutos) que exprimen con un descaro inusual para estos tiempos tan normalizados.
Andrea Lukic cuenta con un vozarrón alucinante, de inmediato se plantea la conexión con la ferocidad vocal de Kat Bjelland, otrora líder de las recordadas Babes In Toyland, sumando los jugoseos ruidistas de Unsane y el escapismo existencialista de Hole y Nirvana, por qué no?.
Partieron en su natal Vancouver como un dúo, cuando Andrea se une al baterista Daniel Pitout, dando vida a este artefakto inflamable llamado Nü Sensae en 2006, de inmediato publican algunas cassetes que pasan de mano en mano, hasta sacar un 12" homónimo para el sello Isolated Now Waves, picando el bichito ya no hubo quien los detuviera, en 2010 aparece "TV, Death And The Devil" bajo etiqueta Nominal Records, el que recibimos gustosos en el laboratorio esquimal, y de ahí a la radio por supuesto a transmitir semejante escándalo noise, ya se lo tenían bien ganado.
Ahora en Suicide Squeeze, vuelven a la avanzada fortalecidos en la unión de un nuevo participante, el guitarrista Brody McKnight, resultado químico fulminante que nos tiene de cabeza escuchando este generoso "Sundowning", donde cada uno de los integrantes le han dado rienda larga a la intensidad y al vuelo libre, el bajo dominatrix de la Lukic, las vocalizaciones intuitivas de Pitout, Andrea Lukic de nuevo declarando un temporal de sensasiones y actitudes provocadoras en el caudal de riffs afilados (y para nada contenidos) de McKnight, todo conduce al pogo primario, las sacudidas y el espasmo brutal, "Sundowning" cuenta con temas geniales para remecerse como "Swim", "Burnt Masks" (que onda esa garganta), "Orange Roses", "Spit Griffing", etc.
Para los que todavía buscan derramarse en la orilla, canto gutural garantizado, mostrando esa mueca vengativa. Pura energía libertaria.
Raúl Cabrera H.
Costa Brava EP
casa joven, 2011
¿Les
ha pasado que van a algún concierto o tocata, y de relleno hay una
banda que no conocen? ¿Les ha pasado que quedan impresionados? Pues a mí
me pasó con Nueva Costa el Viernes pasado. Para ser bien honesto, no
conozco mucho de estos santiaguinos, mas esto no me impide hacer una
entrada aquí. La fuerza con que estos muchachos se tomaron el escenario de Cellar
fue impresionante, dejando a muchos callados, moviendo sus cabezas y
sintiendo verdaderamente ese ruido entrecruzado con teclados y con
guitarras con distorsión.
Creo haber escuchado su EP completo aquella noche, sin aburrirme, sin dejar de prestar atención. Tienen un sonido áspero, fuerte, cuidado pero de baja fidelidad que hace recordar un poco a los años 80; que verdaderamente se agradece cuando los escuchas en vivo. Son un remezón fuerte, de que no todo en Chile es pop bonito y delicado.
El Costa Brava consta de 6 canciones entre las cuales hay canciones con y sin vocales, todas con un común denominador: Un sonido a veces oscuro, que tienta a querer escuchar más. Este EP lo pueden descargar desde la misma página de los NuevaCosta: www.nuevacosta.com/
Creo haber escuchado su EP completo aquella noche, sin aburrirme, sin dejar de prestar atención. Tienen un sonido áspero, fuerte, cuidado pero de baja fidelidad que hace recordar un poco a los años 80; que verdaderamente se agradece cuando los escuchas en vivo. Son un remezón fuerte, de que no todo en Chile es pop bonito y delicado.
El Costa Brava consta de 6 canciones entre las cuales hay canciones con y sin vocales, todas con un común denominador: Un sonido a veces oscuro, que tienta a querer escuchar más. Este EP lo pueden descargar desde la misma página de los NuevaCosta: www.nuevacosta.com/
por Cristian C.
desde retornoalnorte.blogspot.com
El Sueño del Esquimal #373 en transmisión, jueves 06 de diciembre
a eso de las 21:00 hrs. por Radio Placeres 87.7 FM desde la bahía de Valparaíso, también online
para el resto de este y los otros mares, www.radioplaceres.cl.
1 comentario:
ESTIMADOS HERMANOS:
Solicito reencarnar como el Dios esquimal de la creacion universal.
Atentamente:
Jorge Vinicio Santos Gonzalez,
Documento de identificacion personal:
1999-01058-0101 Guatemala,
Cédula de Vecindad:
ORDEN: A-1, REGISTRO: 825,466,
Ciudadano de Guatemala de la América Central.
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