agosto 02, 2012

El Sueño del Esquimal #362, jueves 2 de Agosto.




Cuando la lluvia golpea...







Anastasis
play it again sam, 2012
 
Alguna vez hubo un par de viajeros que dejaron su isla natal para trasladarse hasta la isla madre, la tierra de sus antepasados, desde Melbourne a Londres embarcados en la miseria misma que luego llevarìan a su música, corría 1981 cuando Lisa Gerrard y Brendan Perry le dan vida a Dead Can Dance, confiando en el instinto y en la belleza esencial de su arte, toman contacto con Ivo Watts-Russell director del sello 4AD quien queda prendado con el sonido del grupo y les publica su primer álbum, el enigmàtico "Dead Can Dance" (4AD, 1984), un disco extraño, oscuro y espeso que de inmediato crea un halo de misterio y sutileza entorno a la banda, eran los primeros tiempos para esta leyenda susurrada en voz baja, de a poco los senderos sonoros de Dead Can Dance se van expandiendo, incorporan instrumentos tomados de Oriente, tambores africanos y atmósferas ritualistas coronadas por las voces del dueto, Brendan Perry siempre inductivo en su canto ancestral y el histrionismo vocal de Lisa Gerrard que conforman un centro perfecto para los amantes de la música oscura, la instrospección y el viaje sugerente de tiempos y lugares remotos que sus discos proponen, el abandono de una simple apariencia hacia la transformaciòn perceptiva del ambiente y el consiguiente espasmo sensitivo para el auditor, esto los hizo clásicos dentro de la escena dark 80s', aunque luego la parafernalia comercial de las discográficas multinacionales los encasillaran bajo la incipiente etiqueta de 'world music', un verdadero sacrilegio para una música tan especial y clarividente, pero Dead Can Dance va mucho más allà de una sencilla designación de estilo, sus ambientes abordan en forma sincera ese espacio de conciencia temeraria, 'el enigma de lo absoluto', ecos y visiones de otras vidas que quedaron marcadas entre las ruinas y ceremonias. Una obra sustanciosa que nos dejara discos magníficos como "Spleen And Ideal" (4AD, 1985), "Aion" (4AD, 1990) e "Into The Labyrith" (4AD, 1993), sólo por nombrar algunos.
En 1996 y luego de la aparición del disco "Spiritchaser" (4AD, 1996) la banda decide separarse, dejando una corte de seguidores en duelo, Brendan Perry comienza una carrera solista de la que se desprenden los álbumes "Eye Of The Hunter" (4AD, 1999) y el más cercano "Ark" (cooking vinyl, 2010), recluido en la mítica iglesia de Quivvy (Irlanda) la que convierte en estudio de grabación, mientras Lisa Gerrard se entrega a la producción de bandas sonoras y colaboraciones varias (la recordarán pricipalmente por sus vocalizaciones en "Gladiator", 2000), vuelve a Australia donde reside actualmente junto a sus hijos.

Tras este largo periplo de distanciamiento, en 2005 Dead Can Dance se reúne para una gira mundial, extensa y agotadora que quedó registrada en el no-oficial álbum en vivo "Exorcism In The Palace" grabado en Varsovia, allì se encontraban las semillas para este nuevo trabajo de estudio llamado "Anastasis", esta vez lejos del refugio 4AD, pero amparados en el sello belga PIAS.

Y tuvieron que pasar 16 años para que Brendan y Lisa nos revelaran otra ofrenda desde su quiromántico jardín atemporal, el sólo hecho de que se decidieran a grabar en estudio supone un ligero sacudimiento, esto hasta entrar en "Anastasis" (del griego "Resurrección") y los sonidos que abren el horizonite para el deleite constante, parten con la oración expansiva de "Children Of The Sun" , la voz de Brendan Perry aparece como una vertiente de liberación, hay profundidad y equilibrio en este trazo ambientalista y de misterios pretéritos, no cuesta mucho darse cuenta que encontramos a unos Dead Can Dance ultra enfocados en su esencia, mucho más que en su último disco de estudio, bien hizo el tiempo transcurrido para re-descubrir esa fuente sensitiva y malsana, ahora transformada en ruta de sanación, los teclados son delicados y envolventes, las percusiones sincopadas y el entorno onírico logra seducir sin mucho avanzar en el minutaje, de pronto ya estamos de nuevo en territorio vivencial, los quiebres vocales de Perry son secillamente notables, hay que recalcar que la placa fue grabada en la Iglesia Quivvy en medio de la foresta irlandesa, alejados del desgastado presente que acá no encuentra sitio, esto va directo al espíritu y la conciencia, más aún cuando interviene la voz exuberante de Lisa Gerrard para "Anabasis", segundo track, ya más silvestre y pagano, con sonoridades delicadas y tribales que parecieran desbordar la atmósfera para llevarnos hacia lugares desconocidos, senda de claroscuros y siluetas difusas que merodean la hoguera nocturna en "Agape", los tambores y las cuerdas se entregan al ritual sagrado, no quedan dudas, nuevamente estamos en el túnel de los tiempos y el encantamiento crece, dejándose llevar en las ondulaciones plácidas de "Amnesia" uno de los cortes mejor logrados de este diseño redentor de los australianos, no corresponde hablar de madurez si se trata de Dead Can Dance, quizás 're-conocimiento' sería la palabra para definir tal grado de lucidez creativa, la pausa necesaria tras cada movimiento y armonía, mucho de instinto también o sino la música no podría traspasar justo hasta la piel como acá se consigue, precisión, detalles silentes que cruzan el terreno personal para convertirlo en espacio universal, una gran destello en la distancia y muchas otras bondades que no debiésemos desaprovechar, "Anastasis" es un medio de conexión y entendimiento. Aparece oficialmente el 13 de Agosto, vaya número.
Dead Can Dance el colapso del cristal. Imágenes en el borde... siempre estuvieron aquí.

Raúl Cabrera H.








Negaverse  EP
mexican summer, 2012

No nos cansamos de alabar y rendirle tributo a bandas que en los 80′s y 90′s brillaron como ningún otro e hicieron del shoegaze un género mágico e indescriptible. Nos dicen shoegaze y de inmediato se nos viene a la cabeza una banda que revolucionó este género, hablamos de My Bloody Valentine, los máximos exponentes. Hoy en día son muchas las bandas que intentas interpretar fielmente este género y son muy pocas las que se quedan sonando en nuestra cabeza. No Joy es una de ellas.

Desde Montreal, Canadá llega un dueto conformado por Laura Lloyd y Jasamine White-Gluz, que en un principio empezaron componiendo música vía e-mail, dándose cuenta de su gran potencial como músicos, Jasamine se mudó a Montreal para conformar junto con Laura: No Joy, un proyecto puramente shoegaze, que con guitarras altamente distorsionadas y voces que suenan a lo lejos crean una atmósfera nebulosa llamada "Negaverse".
Un EP repleto de sonidos atmosféricos, guitarras estruendosas y ecos que nos sumergen a lo más profundo y hermoso de un género que jamás pararemos de hablar y disfrutar.

desde
salvajenada.wordpress.com








One Second Of Love
secretly canadian, 2012

Se lee bastante últimamente eso de que un grupo se “aleja de sus raíces chillwave” o se “distancia de la rama hipnagógica”, y la conclusión repentina es que comienza a remitir la fiebre que durante dos años ha venido colándose por casi todos los rincones. Remite principalmente en aquellos a quienes la etiqueta les cayó por coyuntura y titulares –todo el arco que va de Memory Tapes a Washed Out–, pero también en algunos de sus principales adalides a nivel de concepto. A nuestra protagonista de hoy, la señorita Ramona Gonzalez, una de las valedoras que dio carta fundacional al convenido movimiento, le ha llegado el turno de despegar y colocarse la siguiente en la lista de músicos a quienes ya podemos descolgar el sambenito.

Había ganas de hablar con propiedad de Nite Jewel. Hace tiempo que venimos siguiéndole la pista, intuyendo algo especial en ella. Desde el analógico “Good Evening” de 2009 y a lo largo de los maravillosos EPs que ha ido entregando últimamente, a Ramona la hemos visto moverse cada vez más cómoda, aunque nunca ha querido pisar el acelerador y emocionarse en exceso con sus entregas. Ha preferido, por el contrario, priorizar esa virtud tan codiciada llamada naturalidad y dejar pasar el tiempo justo para que su música fuera encontrando su propia velocidad por sí misma. Lo bueno de la espera es que nos ha permitido señalar su crecimiento con precisión, viéndole avanzar discreta pero valiente, descubriendo con perspectiva cómo se ha ido desarrollando su técnica. ¿Lo malo? Pues que algunos ya estábamos bastante ansiosos porque se desmelenase de una vez y plasmara todo su arte en un disco grande. Ahora es el momento y “One Second Of Love” es ese disco. Una rodaja sabrosísima de lo que significa hacer pop hoy en día que, por todo lo apuntado más arriba, se siente como una gran recompensa. Un álbum que es conclusión y al mismo tiempo punto de partida.

Como disco, recuerda por su eclecticismo y audacia a otra notable entrega de superpop reciente como es el “In Heaven” de Twin Sister, y por su voluntad de sonar clásico y elegante como un esmoquin recién planchado remite al “Kaputt” de Destroyer. Con “Kaputt” comparte también una voluntad por acercarse con pies de plomo al tono del “adult oriented rock” tan reivindicado actualmente no sólo por Bejar, sino por otras obras bestias como M83 y Bon Iver. Lo de Ramona es, más o menos, igual de expansivo, sale disparado en mil direcciones, pero es claramente más coqueto. Un ejercicio revisionista de funk suavecito y baladas synth-pop cromado con la languidez y el sex-appeal de unas fuentes a las que sólo demuestra respeto: Roxy Music, Talk Talk, Stevie Wonder, Cocteau Twins, Eyeless In Gaza, Prefab Sprout o la seda de Sade son algunos de los nombres que vienen a la cabeza al escucharlo.

Esta inclinación hacia los 80s ya había sido abordada por Nite Jewel en “It Goes Through Your Head” y “Am I Real?”, pero ahora deslumbra en particular por su transparencia y puristas maneras. Sólo hay que escuchar temas como el delicioso single titular o el R&B de esa “Autograph” extraviada del calendario para darse cuenta de que estamos ante una nueva Ramona. Una nueva Ramona que ha dejado atrás las cuatro pistas de un portazo e irrumpido en el estudio con la barbilla alta y la rebequita remangada. Acompañada de nuevo por su marido Cole M. Greif-Neill (fundador de los geniales The Samps y miembro de Ariel Pink, otros flipaos del AOR), su figura destila una singular pasión. Ya no estamos ante la chica tímida que huía de las fotos, sino ante una leona pacífica vestida con lujuriosas transparencias que avanza a grandes brazadas de amplitud sónica. Como si recorriera sabanas interminables hacia nuevos territorios, Ramona alcanza mullidos recodos (“This Story”, fenomenal arranque), se planta en paralelo de los Dirty Projectors de “Stillness Is The Move” (“She’s Always Watching You”) y se aventura por oceánicas llanuras (“Sister”, broche de ensueño). En sus nuevas canciones subyace algo realmente especial que las ilumina desde abajo con destellos reflectantes. Y a ella se le nota extremadamente confiada y libre en el avance.

por Cristian Rodríguez








Trst
arts & crafts, 2012

Si no les bastaba la sensualidad abundante que se podía encontrar en todas las chicas de Austra, prepárense para escuchar el proyecto de Maya Postepski, baterista de dicha agrupación, quien ha decidido que no quiere quedarse hasta atrás en el escenario y se ha aliado con el fotógrafo Robert Alfons para lanzar uno de los álbumes de electropop más intensos en mucho tiempo. 

Una portada horrorosa hace que el debut de Trust sea algo misterioso hasta haber cruzado el umbral de “Shoom”, momento en el cual uno se entrega a una vorágine de las canciones más adecuadas para la pista de baile más bizarra del mundo, conjuntando una voz más gangosa que la del monito de She Wants Revenge con unos sintetizadores dignos de los mismísimos Crystal Castles (quienes también son de Toronto; de seguro son compadres de bautizo o algo así).

Además de una gran obra como conjunto, "TRST" proporciona muchas canciones que funcionan como una verdadera pistola individualmente. Hay obscuridad en “The Last Dregs” y “Candy Walls”, hay telarañas musicales que se van tejiendo paso a paso hasta explotar en “Bulbform”, obsesión en “Dressed For Space” y sexualidad implícita en “Gloryhole”. No cabe duda de que Dave Gahan estaría orgulloso.

desde








YANN NOVAK & ROBERT CROUCH
Fata Morgana

murmur, 2012
 
Los Ángeles, ciudad cálida, con un clima mediterráneo refrescado por el océano pacífico es también una de las ciudades más pobladas de Estado Unidos, el futuro de un mundo contaminado, superpoblado, con personas avanzando por entre carreteras infinitas. Un futuro imperfecto que, pese a como pueda parecer, siempre me ha fascinado. Desde ese lugar, musicalmente hablando, han surgido multitud de sonidos, y particularmente, en lo que nos convoca ahora, dos músicos afines en su manera de tratar el silencio. Uno de ellos es Yann Novak, originalmente nacido en Madison, Wisconsin, quien “utiliza diferentes formas de documentación digital como punto de partida. A través de la manipulación digital de estos archivos de sonido e imagen, sus obras sirven como una traducción de los documentos de experiencias personales en un relato autobiográfico de composición abierta”. Muchos de sus trabajos han sido lanzados a través de Dragon’s Eye Recordings, el sello de su padre que el volvió a abrir, aunque sin embargo, el trabajo que me sirvió para conocerlo más profundamente fue “Relocation.Reconstruction” (Line, 2010), esa extensa pieza para el label de Richard Chartier en laque los colores pierden sus límites. El otro ciudadano en cuestión es Robert Crouch, no tan prolífico como el anterior, y que al igual que Novak, explora los bordes del sonido, pero haciéndolo colisionar con el ruido: una de esas experiencias es las que ocupaban el espacio de “An Occupied Space” (Dragon’s Eye Recordings, 2011), trabajo fascinante de masaje auditivo, muy especialmente “I Melt With You II”, track que cerraba ese disco. Juntos estos dos angelinos habían hecho algunas cosas, en estudio un par de piezas esparcidas en recopilatorios, y más que nada instalaciones, por lo que esto que tenemos entre manos es la primera gran obra conjunta, algo que tarde o temprano tenía que suceder.

Fata Morgana es un espejismo o ilusión óptica que se debe a una inversión de temperatura en el que objetos que se encuentran en el horizonte, como una isla o un barco, adquieren una apariencia alargada y elevada, similar a ‘castillos de cuentos de hadas’. La separación entre el aire caliente y el aire frío (más denso) actúa como una lente refractante, produciendo una imagen invertida, sobre la que la imagen distante parece flotar. Fata Morgana es el nombre de una presentación audiovisual comisionada por el Pasadena Arts Council para el AxS Festival en 2011, curado por  Steve Roden. “Fata Morgana” es el nombre de ese primer trabajo largo que reúne a estos ilusionistas del sonido. Presentado aquí como una mezcla estéreo para escuchar en casa, el disco es en efecto una sola pieza de cuarenta y cinco minutos en los cuales se asiste a un verdadero espejismo. Nunca mejor puesto un título: tal y como en los dos discos mencionados, en especial el primero, el límite entre lo que uno cree oír y lo que suena es difuso. Como si se tratara de ondas de calor contra ondas de frío, los sonidos, o más bien el sonido, crea una línea divisoria indistinguible: de una nota se pasa a otra pero cuando eso sucede el truco ya ha pasado frente a nuestros oídos, sin saber realmente cuándo aquello ha sucedido. “‘Fata Morgana’ es una especie de cuaderno de viaje fragmentada, reconstruida a través de grabaciones de campo de Bonneville Salt Flats, Utah y el lago Mead en el Valle del Fire State Park, Nevada”. Es en esos valles en donde preferentemente sucede este efecto, y es en la música de Novak donde también con más habitualidad acontecen estos fenómenos de luminosidad borrosa, en donde la imagen que genera el sonido es una gran mancha que desde la distancia parece una nebulosa, como las del cielo visto desde el espacio exterior, y que en el disco se enfrenta en ocasiones con la rugosidad de Crouch (minuto número doce, minuto número cuarenta y uno). Amparados en el ruido que no hiere, Novak + Crouch hacen de esto una experiencia absorbente, en el que el sonido viaja de forma elíptica desde los audífonos hasta rodear los oídos.

Cuaderno de viaje fragmentado, deconstruyendo la luz, difuminando el color, borrando la imagen, todo a la vez. “Fata Morgana” es un ruido de fondo que impide ver el fondo, ruido que borra los ejes por los que se conduce la música. Este espejismo suele apreciarse por las mañanas, luego de una noche fría, el momento ideal para dejarse acariciar por su aura de ruido confuso.
 
 JOSHUA BONNETTA
American Colour
 
senufo editions, 2012

“Si tienes buena luz y estas en una velocidad de obturación muy alta, va a ser una fotografía en color brillante. Tenía una gran paleta de colores. No era demasiado estridente. Algunas películas son como si estuvieras drogado o algo así. Velvia hizo todo tan, demasiado eléctrico. Kodachrome tenía más poesía en si misma, una suavidad, una elegancia. Con la fotografía digital, obtienes muchos beneficios, pero hay que colocarlos en postproducción. Con Kodachrome, lo sacas de la caja y las imágenes son ya brillantes”
. David Friend –‘The Last Roll of Kodachrome—Frame by Frame!’ Vanity Fair, febrero 2011–. En junio 22 de 2009, Eastman Kodak anunciaba el fin de la producción de la película Kodachrome, pero su adiós no podía ni debía pasar inadvertido. Según muchos, sus colores eran sinónimo de belleza pura, lo más cercano a lo que el ojo humano estaba de la magnificencia de lo inmaculado. Pero como casi toda tecnología, y como casi todo en general, termina siendo consumida por otra más nueva, simple darwinismo. Y como una manera de preservar en el tiempo, de dejar una huella en la historia, la herramienta más usada es el arte.  Joshua Bonnetta es un artista canadiense que ‘trabaja con film, video y sonido en varios modos’.

“En 2011, una planta de procesamiento en Kansas, la última en procesar Kodachrome, suspendió el proceso de desarrollo de K14. La reserva histórica se volvió obsoleta. En 2010, fotografié 14 rollos de Kodachrome de 16 mm, que habían sido almacenados desde 1986. La acción se desarrolló con el último lote de material procesado. La película resultante es American Colour”
. “American Colour” es el primer trabajo sonoro publicado por Joshua, a través del sello que dirige el italiano Giuseppe Ielasi, y es además un epitafio para aquellas películas, en la ruta de su desaparición –“La banda sonora que acompaña es un homenaje a Leopold Mannes y Leopold Godowsky Jr. los dos violinistas quienes inventaron Kodachrome en 1935”–. La música, oda al pasado, navega por tranquilas aguas que a medida que avanzan se van enturbiando, como una vieja cinta almacenada y que al ver la luz se deteriora rápidamente. Este disco, que viene en dos formatos en uno, un LP más un DVD, muestra los colores en forma de sonidos borrascosos creada básicamente a partir de muy pocos elementos, “usando un violín, cinta, procesamiento y una radio de onda corta específica registrada durante la fotografía”. Esa economía de recursos se traspasa en el LP, pero es dentro de ese ahorro en el que se encuentran los matices de una obra dividida en dos partes, “American Colour” y “Ashtabula”. Texturas en medio de drones que muta a lo largo de veinte minutos. En instantes es apacible ruido de mar, en otros una inquietante escena en una fábrica, deambulando en dos mundos, como un viaje onírico por debajo del sueño americano. Hasta se puede escuchar el sonido de un tren que transporta rostros raídos. Una travesía por las laderas de Estados Unidos, en el ocaso de la última revolución industrial, al ritmo de ruidos industriales.

“American Colour” es la representación de la despedida de una sociedad entera,con todo lo que ella lleva en su interior, pero al mismo tiempo exhibiendo toda su grandeza e imponencia, como es el sonido que fluye en sus surcos. “La película fue fotografiada en más de una semana durante un viaje a Kansas desde el lugar de nacimiento de Kodachrome en el estado de Nueva York. Como consecuencia de la obsolescencia de Kodachrome, el material es utilizado para explorar las reservas históricas y la representación única del color, el matiz y el valor de la luz en relación con el paisaje americano y su arquitectura”.
 






El Sueño del Esquimal #362 se transmitirá el jueves 02 de Agosto a las 21:00 hrs. por Radio Placeres 87.7 FM desde la bahía de Valparaíso, también online para el resto de este y los otros mundos, www.radioplaceres.cl.










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