RÖYKSOPP
Junior
emi, 2009.
Alegría y baile congelado desde Noruega, tercer disco en la carrera del dúo formado por Torbjorn Brundtland y Svein Berge, podríamos quedarnos con la constelación de estrellas escandinavas que los acompañan en las vocales, pero el techno-pop lustroso y bien envuelto que Royksopp exhibe en "Junior" le da potencia y carácter a un trabajo que debería destacar este año dentro de la música maquinal entregada a la pista de baile, además cuentan con un descaro que perturbará hasta el más autista indie-ferente.
Los ambientes siempre son coloridos y el aparataje sintético no da descanso, uno tras otro van pasando los hits danzarines y las nubes nortinas, hipnotizados por las notables voces caemos en el arrullo dulce de las sirenas, desde el primer divertimento "Happy Up Here" sentimos el aire fresco y la dicha rosada de toda esa influyente old-school technopop, o sea Depeche Mode, Human League y Camouflage revolcándose en el barro. La ultra-energética "The Girl And The Robot" con la cantante sueca Robyn en lo más alto del pedestal, debería ser un entrañable para cualquier chico o chica con ganas de sacudirse hasta el final de una noche desordenada.
Luego los destellos con "Vision One", junto a la belga Anneli Drecker (Bel Canto), la vocalista que más temas abarca y a la vez la que entrega el trazo elegante y profundo al sonido androide, ya estamos adentro y sin mirar nunca para atrás, incomparables los espacios consumidos por las líneas digitales expansivas y elevadas. Hasta llegar a "This Must Be It", tema que inmediatamente se cuela en nuestra cabeza, mucho tiene que ver en esto la voz de Karin Dreijer-Andersson, iluminada hechicera que ya nos hiciera parte de sus dones en The Knife y este año con su proyecto personal Fever Ray, genial chica sueca que nos lleva de la mano justo hacia el borde del desenfreno y las luces rojas. Millones de formas y sonidos que invaden esa es la verdad, esto no es cualquier cosa, si el año pasado quedamos deslumbrados con Hercules & Love Affair, este será el de Röyksopp, se lo tienen bien merecido, salud! por el trabajo bien hecho y las sonrisas que se agradecen.
PJ HARVEY & JOHN PARISH
A Woman A Man Walked By
island, 2009.
Cuantas veces habrá que descubrir el talento y desenfado de John Parish como músico y productor, él saca siempre lo más esencial del sonido, si es rudeza miremos sus trabajos como productor con The Chameleons, Giant Sand, Sparklehorse y la misma Poly Jean en "To Bring You My Love" (1995) y si es refinamiento recordemos "Felt Mountain" de Goldfrapp y la corte de albumes que produjo para el músico francés Dominique A.
Lo cierto es que 13 años después de aquella primera obra conjunta "Dance Hall At Louise Point" (1996), hoy nuevamente hombre y mujer (británicos) se han congregado en Bristol para crear uno de esos discos que difícilmente podremos sacar de nuestra memoria por un largo rato, aparece la Pj Harvey despiadada, la femme fatale, desde un comienzo en "A Woman A Man Walked By" la atmósfera se enrarece, la cruda "Black Hearted Love" es todo un acto desafiante, rock espeso y furioso que cuando baja de intensidad se introduce por laberintos de folk ácido, cercanos a "White Chalk" el último disco de estudio de Pj, así ocurre en "Sixteen, Fifteen, Fourteen" con cuerdas alucinadas que van dibujando un círculo de fuego desde donde la voz desgarrada e histriónica de la Harvey arremete con fuerza y espesura, un temazo narcótico, una verdadera patada. En "The Chair" volvemos al arrebato, a esa mensajería maldita que brota desde los labios para ampararse en una instrumentación insana que va y viene desvocándose como un caballo salvaje, "April" es una de esas baladas atardecidas que recuerdan un poco a los Bad Seeds y al señor Cave, y como no citar la punkie "Pig Will Not" terriblemente abrasiva, chocante hasta cierto punto, derramando destrucción y gritos de liberación, un regreso al vitalismo aborígen.
John Parish y Pj Harvey la comunión perfecta, después de un tiempo se han reecontrado para volver a mostrarnos esa huella dura, naturaleza indómita y música que estremece por su contenido añoso y verdad a toda prueba, la vida y sus múltiples contornos afilados, el estruendo que no cesa.
MY LATEST NOVEL
Deaths And Entrances
bella union, 2009.
El quinteto escosés My Latest Novel en su segunda placa nos entrega una intensidad inusual, no nos esperabamos este torrente sónico luego de su bello "Wolves"(2006), nunca pensamos que llegarían a tanto, pero parece que han querido juntar el racimo más cargado y tirarlo directamente en nuestra cara, un ramillete de flores muertas esparciéndose a través de un pop intoxicado por el dolor y la rabia, "Deaths And Entrances" es un punto donde convergen la más pura tradición rockera británica, el ruido desacomodado y las hendiduras post-rock de Mogwai por ejemplo, todo unido conduce hacia una gran pendiente es lo único claro, podrían estar cerca de Interpol o Arcade Fire, pero Chris Deveney, Gary Deveney, Laura McFarlane, Paul McGeachy, Ryan King hoy soportan su propio funeral y se convierten en la orquesta perfecta para sus lamentaciones existenciales, muertes y hechizos que retumban en fondo del pozo, sin embargo hasta en estas lejanias aún podemos percibir belleza, ya sea por el violín floral de Laura o por la voces sentidas de los hermanos Deveney, desde Glasgow de nuevo la niebla densa y las grandes respuestas que no recordamos.
ALOHA, HAWÁI... y la Planicie Litoral.
hawai.wordpress.com/
LAWRENCE ENGLISH
Kiri No Oto
Touch, 2008.
Studies For Stradbroke
Winds Measure, 2008.
A pesar de tener y dirigir uno de los sellos más interesantes que existen en la actualidad (Room40), sus dos últimos trabajos no aparecen en su propia empresa. Además son los primeros que oigo del músico australiano, pese a tener ya mas de quince publicaciones en el cuerpo. Sin embargo, escuchando ambos discos, es posible hacerse una idea, aunque sea somera, de su propuesta, a medio camino entre el recolector de sonidos y un sutil creador de los mismos. Mucho más cerca de lo primero que de lo segundo se encuentra “Studies For Stradbroke”, una serie de field recordings tomadas durante los meses de Enero y Agosto de 2007 en la Isla Stradbroke, ubicada a una hora de Brisbane, ciudad en la que vive. Usando un equipo hidrofónico estéreo, especialmente diseñado para la ocasión, se dedicó a registrar aquello que nosotros, simples animales terrestres, no solemos oír comúnmente. El mar, juncos chocar con el viento, mareas inventadas, granos de arena deslizarse de un lugar a otro para luego volver a su sitio, las olas dentro de las olas. El disco es ciertamente y por sobre todo un documento, en donde el tratamiento es nulo –las similitudes, si las buscan, están obviamente en la obra del excelente “documentalista sonoro” Chris Watson–, y que no hace más que invitarnos a acercarnos y escuchar la belleza de la naturaleza, en este caso acuática, sobre todo a aquellos que tenemos la suerte de vivir junto al océano.
Su disco para Touch es otra cosa, similar tal vez, pero diferente. “Kiri No Oto”, traducido del japonés como “el sonido de la niebla”, nos muestra al English creador. Echando mano a, entre otras cosas, filtros análogos, instrumentos, distorsión “armónica” y, otra vez, grabaciones de campo –esta vez de Polonia, Nueva Zelandia, Australia y Japón–, hay acá una manipulación que no estaba presente en su otro disco. En este nos encontramos con ambientes densos y nada suaves, y esto se percibe nada más comenzar la travesía (“Organs Lost At Sea” y “Soft Fuse”). Hay quietud y a la vez desplazamiento. Movimientos (largos) reposados no en un tema, sino entre más de uno, siempre inmerso en una atmósfera pesada, a excepción del alivio de “Allay”. No podría haber sido otro el título pues, efectivamente, “Kiri No Oto” es como oír la niebla, una niebla inhóspita, o más precisamente, ver dentro de ella. No es mucho lo que se puede distinguir, las figuras cambian, los trazos se alteran, la poca luminosidad distorsiona el paisaje. Eso mismo sucede con los sonidos. Eso es lo que consigue Lawrence English en un excelente trabajo, otro más de Touch.
JUNIOR BOYS
Begone Dull Care
Domino, 2009.
Nuevo trabajo de –y esto no admite discusión– la mejor banda de electrónica pop que ha dado el nuevo milenio. Allá por el 2003 dieron los primeros pasos discográficos, con sus primeros maxis, los que culminaron en el glorioso “Last Exit” (KIN, 2004), uno de los mejores debuts en años. Continuaron su ascenso con el algo más house “So This Is Goodbye” (Domino, 2006). El año pasado se (nos) entretuvieron con el CD-Mix “Body Language Six” para la serie del mismo nombre del sello Get Physical. Sin embargo, la mayor parte del 2008 lo pasaron enfocados en la creación de su tercer largo: por un lado, Jeremy Greenspan, trabajando en su nuevo estudio en Hamilton, Ontario, y por el otro, Matt Didemus, desde su nueva residencia en Berlín.
“Begone Dull Care”, cuyo título hace referencia a un corto de animación del también canadiense Norman McLaren, insiste en la pauta marcada por su anterior trabajo, el primero sin la presencia de Johnny Dark, lo que no significa que la reitera. Eso sí, es más directo y conciso, tan solo ocho temas, muy bien desarrollados, y una idea clara. Con el transcurso de los años, han limpiado más y más su sonido, centrándose en las canciones, que siempre las han tenido, al mismo tiempo que cuidando al máximo los detalles, pero sin que estos distraigan la atención, sino que trabajando para y por la canción. El tono es más analógico que digital, las líneas de bajo son gruesas y firmes, pero también delicados, los sintetizadores vaporosos a ratos, juguetones en otras ocasiones, guitarras funk apareciendo fugazmente. Otra cosa es la voz de Greenspan, y esto tampoco admite discusión, la mejor voz del digital-synth-soul. Sedosa, cálida, susurrante, seductora, lastimera, provocativa, causando muchas emociones, pasando de varios estados de ánimo. Lo curioso es que lo logra con casi un solo timbre, a la manera que lo hacía su ídolo Frank Sinatra. De hecho sus patrones vocales son los grandes crooners, o lo que él entiende por tales: Brian Wilson. Neil Young, Mark Hollis, David Sylvian. En cuanto a canciones, las hay para destacar, y muchas: “Work” (con solo de saxo incluido), la balada “Dull To Pause” (un inesperado cruce estilos entre el country y el tecno-pop), la energética y agitada –y,por cierto muy electro– “Hazel”, el primer single, el neuromanticismo de “The Animator”.
Junior Boys, con su ultima producción, y siempre con un ojo mirando directamente al pasado, concretamente hace dos décadas atrás, continúan creando paisajes de ciudades (retro) futuristas, ambientes sintéticos, exhibiendo la soledad del hombre moderno, todo iluminado por un sol de neón atravesando el cristal de una habitación de una blancura aséptica, lo que no hace más que resaltar y hacer evidente dicha soledad. “Begone Dull Care” es la mejor música para el futuro hecha en el presente.
Hoy desde las 21 hrs, transmitiendo por Radio Placeres, 87.7 fm, un nuevo viaje Esquimal unido esta vez a Hawái.
Su disco para Touch es otra cosa, similar tal vez, pero diferente. “Kiri No Oto”, traducido del japonés como “el sonido de la niebla”, nos muestra al English creador. Echando mano a, entre otras cosas, filtros análogos, instrumentos, distorsión “armónica” y, otra vez, grabaciones de campo –esta vez de Polonia, Nueva Zelandia, Australia y Japón–, hay acá una manipulación que no estaba presente en su otro disco. En este nos encontramos con ambientes densos y nada suaves, y esto se percibe nada más comenzar la travesía (“Organs Lost At Sea” y “Soft Fuse”). Hay quietud y a la vez desplazamiento. Movimientos (largos) reposados no en un tema, sino entre más de uno, siempre inmerso en una atmósfera pesada, a excepción del alivio de “Allay”. No podría haber sido otro el título pues, efectivamente, “Kiri No Oto” es como oír la niebla, una niebla inhóspita, o más precisamente, ver dentro de ella. No es mucho lo que se puede distinguir, las figuras cambian, los trazos se alteran, la poca luminosidad distorsiona el paisaje. Eso mismo sucede con los sonidos. Eso es lo que consigue Lawrence English en un excelente trabajo, otro más de Touch.
JUNIOR BOYS
Begone Dull Care
Domino, 2009.
Nuevo trabajo de –y esto no admite discusión– la mejor banda de electrónica pop que ha dado el nuevo milenio. Allá por el 2003 dieron los primeros pasos discográficos, con sus primeros maxis, los que culminaron en el glorioso “Last Exit” (KIN, 2004), uno de los mejores debuts en años. Continuaron su ascenso con el algo más house “So This Is Goodbye” (Domino, 2006). El año pasado se (nos) entretuvieron con el CD-Mix “Body Language Six” para la serie del mismo nombre del sello Get Physical. Sin embargo, la mayor parte del 2008 lo pasaron enfocados en la creación de su tercer largo: por un lado, Jeremy Greenspan, trabajando en su nuevo estudio en Hamilton, Ontario, y por el otro, Matt Didemus, desde su nueva residencia en Berlín.
“Begone Dull Care”, cuyo título hace referencia a un corto de animación del también canadiense Norman McLaren, insiste en la pauta marcada por su anterior trabajo, el primero sin la presencia de Johnny Dark, lo que no significa que la reitera. Eso sí, es más directo y conciso, tan solo ocho temas, muy bien desarrollados, y una idea clara. Con el transcurso de los años, han limpiado más y más su sonido, centrándose en las canciones, que siempre las han tenido, al mismo tiempo que cuidando al máximo los detalles, pero sin que estos distraigan la atención, sino que trabajando para y por la canción. El tono es más analógico que digital, las líneas de bajo son gruesas y firmes, pero también delicados, los sintetizadores vaporosos a ratos, juguetones en otras ocasiones, guitarras funk apareciendo fugazmente. Otra cosa es la voz de Greenspan, y esto tampoco admite discusión, la mejor voz del digital-synth-soul. Sedosa, cálida, susurrante, seductora, lastimera, provocativa, causando muchas emociones, pasando de varios estados de ánimo. Lo curioso es que lo logra con casi un solo timbre, a la manera que lo hacía su ídolo Frank Sinatra. De hecho sus patrones vocales son los grandes crooners, o lo que él entiende por tales: Brian Wilson. Neil Young, Mark Hollis, David Sylvian. En cuanto a canciones, las hay para destacar, y muchas: “Work” (con solo de saxo incluido), la balada “Dull To Pause” (un inesperado cruce estilos entre el country y el tecno-pop), la energética y agitada –y,por cierto muy electro– “Hazel”, el primer single, el neuromanticismo de “The Animator”.
Junior Boys, con su ultima producción, y siempre con un ojo mirando directamente al pasado, concretamente hace dos décadas atrás, continúan creando paisajes de ciudades (retro) futuristas, ambientes sintéticos, exhibiendo la soledad del hombre moderno, todo iluminado por un sol de neón atravesando el cristal de una habitación de una blancura aséptica, lo que no hace más que resaltar y hacer evidente dicha soledad. “Begone Dull Care” es la mejor música para el futuro hecha en el presente.
Hoy desde las 21 hrs, transmitiendo por Radio Placeres, 87.7 fm, un nuevo viaje Esquimal unido esta vez a Hawái.
1 comentario:
Pues gracias de nuevo, por el apoyo y todo lo demas.
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