Melancolía, música maldita y un poco de distracción psicodélica venida de las islas sureñas.
Hoy día hay tiempo para los sollozos, todo gracias a la plataforma bloggera que ampara.
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Lonerism
modular, 2012
En 2009 un hippie se encerró solo en un estudio de grabación y empezó a moldear lo que sería su primer disco. Solo en la bahía australiana, Kevin Parker comenzó a grabar cada instrumento por su cuenta, comenzando a darse cuenta qué tan bien le sentaba la soledad. El resultado fue "Innerspeaker", uno de los discos más comentados del 2010, y que dejó a cada persona que lo escuchó en una nube serena de psicodelia. Tres años más tarde sale el segundo disco de Tame Impala, "Lonerism", en dónde Parker se entrega al aislamiento para dar luz a uno de los discos más interesantes del año.
"Lonerism" se presenta de principio a final como un arma de doble filo. En primer lugar, estas doce canciones son evidencia de la sensibilidad pop que tiene Parker como compositor. Cada canción tira su propia red con estribillos y melodías dispuestas a atraparnos y quedarse en nuestra cabeza por semanas. Esta orientación pop no solo se diluye compositivamente, sino que también las capas de guitarras que rondaban en "Innerspeaker" aparecen esta vez en forma de sintetizadores. Esto tampoco quiere decir que Tame Impala no suene tan energético como siempre, y canciones como "Mind Mischief" o "Endors Toi" están ahí para demostrarlo.
Del otro lado del cuchillo, tenemos a un disco que nos hunde varias leguas dentro de técnicas experimentales de grabación y estructuración musical. Desde la primera canción, "Be Above It", un murmuro repetitivo y una percusión primitiva marcan la base para que Parker cante en un tempo mucho más relajado. Esta introducción puede ser el ejemplo más extremista en lo que respecta a la experimentación total del disco, clara muestra de lo duro que pegó el disco "Embryonic" de The Flaming Lips en la cabeza creativa de la banda.
Pero más que jugar entre los dos extremos, lo que definitivamente hace a "Lonerism" es la capacidad de mostrar ambos lados en mismas canciones de una manera muy sutil. Se podría decir que la técnica no se basa tanto en mezclar el pop convencional con la psicodelia experimental, sino en llegar al pop o abarcar canciones y melodías desde un punto de vista bizarro y experimental. Sea extendiendo canciones a lo krautrock (las habilidades como baterista de Parker están muy vinculadas al género) hasta terminar en paisajes desgarradores y electrónicos, como en "Keep On Lying"; o tomar melodías básicas y volcarlas en un popurrí ácido de sintetizadores y bajos, como en el single "Apocalypse Dreams".
Habiendo explotado el potencial de cada canción hasta el último segundo, puede que "Lonerism" parezca un disco de cohesión dudosa. Canciones escritas años antes de grabar el disco, como "Elephant" y "Apocalypse Dreams", se destacan inmediatamente del resto y hasta pueden terminar yendo en contra de la corriente e irrumpir con la fluidez. No solo eso, si no que tampoco hay momentos en todo el álbum que permitan tomar un respiro para tratar de entender dónde estamos parados, lo cual puede sonar como una sorpresa sabiendo que fue el mismo Parker el encargado de la producción.
Por más que se haya entregado al aislamiento social y haya aceptado su condición de llanero solitario, Parker sigue destacándose en su rol de cantautor sufrido. Canciones como "Why Won’t That Talk to Me?" o "Music to Walk Home By" siguen explotando temas de soledad y misantropía personal, mientras que en otros momentos admite haber encontrado el amor, como lo hace en "Mind Mischief" y en "Feels Like We Only Go Backwards". Por otro lado, Parker también sabe como explotar su voz como un instrumento invaluable. Es en éste disco donde logra llamar la atención de nuestros oídos como nunca, incluso cuando toda la música esté explotando por detrás.
Por más que desde el principio el proyecto de Kevin Parker demostraba ser una propuesta más que interesante, "Lonerism" sirve para reivindicarlos como no solo una que otra banda de rock psicodélico estancada en los 60’s. Tame Impala regresa con un disco mucho más audaz y ambicioso que cualquier trabajo anterior, listo para conquistar al mundo.
por Eric Olsen
desde indiehearts.com
Empire EP
xanten, 2012
El deslavado redentor, Sean McBride media parte de Xeno & Oaklander, ahora más solo que nunca y en CDr (como en los viejos tiempos), descafeínado y oscurecido, "Empire EP" editando para Xanten,
es cuando ya no quedan dudas de su ascendecia entre los atadeceres
grises, la simpleza de 6 cortes inducidos por la electrónica casera
ochentera que pule con sutilezas y ese desagarbado somentimiento
maquinal que acostumbra elevar, sus canciones transitan por una columna
desolada, encerrado en una habitación junto a esos sintetizadores de
vieja escuela, le da vida a la timidez, trizadura marginal que choca con
la ingravidez vocal de un Ian Curtis en los tiempos finales, dejando la
pulcritud sintética de "You Today" (2011)
para alcanzar un territorio de alguna forma más humano, cuando el
error, la pausa y la sacudida son partes elementales en "Empire", y lo
traen de nuevo converso hasta el epicentro pálido Martial Canterel,
música maldita más conectada a la lírica industriosa y desacomodada de
influencias como Coil, John Foxx, Ostara, Blood Axis y Death In June.
Así es, porque desde "No Conect" hasta "Empire" no encontramos ningún atisbo de modernidad ni fijación con arquetipos manoseados, una frialdad que cala lo más profundo en trazos definidamente marchitos como "Kiev Park", enemigo y pagano cruza la ventolera con desgano y altanería, los sintes se contornean desnudos, sin efectos, sin egocentrismos vacíos; la caja de ritmos golpetea, la circuitería se desgrana, una infección que crece para hacerte presa fácil en esta planicie de aparatos y actitudes maléficas, todo fluye hacia la desesperanza, los sentimientos fríos y la corazonada monumental que besa arapos sombríos, como en "Borders Crossed", cuando el cádaver corrompido de Joy Division podría seguir aniquilando, muchos se han preguntado que hubiese sido de New Order con un Ian Curtis marcando la cuerda, Martial Canterel indaga en esas visiones de proyección, Sean McBride no está quieto, paso a paso ha ido limpiando su proyecto hasta concentrar esa depresión sugestiva en llagas de desconfomidad frente al orden enfermizo de normalidades y rostros sonrientes en modas casuales, "Empire" es desagravio, un NO rotundo para la pedantería de los entendidos.
Dale curso, el miedo ya no alcanza.
Raúl Cabrera H.
Así es, porque desde "No Conect" hasta "Empire" no encontramos ningún atisbo de modernidad ni fijación con arquetipos manoseados, una frialdad que cala lo más profundo en trazos definidamente marchitos como "Kiev Park", enemigo y pagano cruza la ventolera con desgano y altanería, los sintes se contornean desnudos, sin efectos, sin egocentrismos vacíos; la caja de ritmos golpetea, la circuitería se desgrana, una infección que crece para hacerte presa fácil en esta planicie de aparatos y actitudes maléficas, todo fluye hacia la desesperanza, los sentimientos fríos y la corazonada monumental que besa arapos sombríos, como en "Borders Crossed", cuando el cádaver corrompido de Joy Division podría seguir aniquilando, muchos se han preguntado que hubiese sido de New Order con un Ian Curtis marcando la cuerda, Martial Canterel indaga en esas visiones de proyección, Sean McBride no está quieto, paso a paso ha ido limpiando su proyecto hasta concentrar esa depresión sugestiva en llagas de desconfomidad frente al orden enfermizo de normalidades y rostros sonrientes en modas casuales, "Empire" es desagravio, un NO rotundo para la pedantería de los entendidos.
Dale curso, el miedo ya no alcanza.
Raúl Cabrera H.
Alight In Ashes
profound lore, 2012
Dead Can Dance llora tras el drone...
Debo
de confesar que me siento afortunado de haber conocido la carrera de
estos oriundos del bello Canadá desde sus orígenes, escuchar paso a paso
su muy interesante evolución y como ha crecido la mística a su
alrededor, algo muy extraordinario debe suceder en el vecino país de MAS
al norte, que además de producir a los muy conocidos Rush, nos ha
traído a los Voivod, a los Nadja y a estos Menace Ruine.
Cuando escribo de los Menace Ruine, para bien o para mal tiendo a mencionar los siguientes nombre que me viene a colación con el sonido de este dueto experimental del norte, Burzum, Merzbow, Nico y los Velvet Underground, y es que si de oscuridad se trata, los Menace Ruine se han nutrido y en mucho de la oscuridad del Black Metal y de su vertiente más minimalista, admitiendo ellos mismos la gran influencia de bandas como Burzum y en particular aquella formidable entidad terrorífica conocida como Abruptum, además de ello esta el acercamiento de la banda por medios electrónicos a esa pared de sonidos que nos trajo en cierta parte el japonés conocido como Asami Makita aka Merzbow, ya que sorprendentemente la banda produce mucha de su música mediante el uso de distorsionados sintetizadores y máquinas de ritmo, y claro algunas guitarras que S De La Moth introduce comúnmente, por otro lado su inclinación a los drones y a esos ritmos sepulcrales por siempre me hará referencia a los Velvet Underground como pocos grupos lo han hecho, y ni que decir del formidable instrumento de resultados estremecedores que resulta ser la gélida voz de Genevieve, quien en cada palabra e entonación refleja la belleza y desolación de los parajes árticos y nos trae a la mente el wagnerismo de la voz de la INMORTAL Nico.
"Alight In Ashes" es el nuevo capitulo en la carrera de estos canadienses que saben como hacernos descender a pasajes infernales que no creíamos que existieran y hielan nuestra sangre con la voz de Genevieve, quine disco tras disco se ha consolidad como una brillante ejecutante de este estilo, "Alight In Ashes" es un disco que trae cambios, y creo firmemente que todo cambio es para bien, y precisamente aquí es el caso, esta placa presenta más crecimiento emotivo para la banda, su pared de sonido esta más en control por parte de Genevibe y de De La Moth, más que nunca, el dueto dirige de maravilla en esta ocasión sus ataques, volviendo más clara su ejecución y permitiéndole una mayor variedad, que como resultado trae el que pudiese ser sin duda su mejor disco al día de hoy.
"Set Water To Flame" es una pieza de deformados sintetizadores, los cuales parecieran presentarse ante nosotros como un arco iris hundido en el lodo y en las sombras, el avance es lúgubre y sombrío, y es entonces cuando surge la voz de Genevive como nuestro guía fantasmal en este oscuro bosque de estatuas de hielo, la banda crea un riff en el sintetizador y aprende a dominarlo y convertirlo en algo hipnótico, el cual al sumarse a la voz de Genevive termina convirtiéndose en una combinación letal que de inmediato atrapa y subyuga al escucha.
"Salamandra" lleva las exploraciones del primer tema al extremo, con unos sintetizadores oscuros e hinchados que no tratan de ocultar su naturaleza abrasiva, electricidad pura y salvaje, a la que se suma el ataque germánico de Genevive, quien no pierde oportunidad de traernos una melodía casi con raíces folklóricas europeas que resulta una experiencia bastante interesante para los que extrañamos la presencia de Nico en este mundo material, "Burnt Offerrings" es un soberbio sometimiento a las leyes del drone, a través de las cuales la banda crea un pasaje de belleza y esoterismo que en ningún momento suena forzado y que resulta lleno de una extraña emotividad que por momentos asusta y crea un sin fin de imágenes mentales, "Arsenikon" es un trabajo en el que destaca la voz de Genevive y en dónde la mujer sin duda usa su voz para nuevos efectos a través de diversos tratamientos digitales, marcados por las guitarras ensordecedoras y destazadoras de De La Moth, mientras que en "Cup Of Oblivion", este dueto sin ningún miedo perceptible aumentan la intensidad y el volumen en una pieza que pareciera decidida a reducir el entorno a puro polvo, una pieza aplastante y furiosa en dónde la banda deja claro que la nueva claridad que aplica a su ataque no es señal de debilidad, sino de poder concentrado y bien definido, uno de los discos más esperados por un servidor y que en ningún momento defrauda, una joya más de este dueto canadiense orgullo de los escuchas más aventurados y extremos.
Cuando escribo de los Menace Ruine, para bien o para mal tiendo a mencionar los siguientes nombre que me viene a colación con el sonido de este dueto experimental del norte, Burzum, Merzbow, Nico y los Velvet Underground, y es que si de oscuridad se trata, los Menace Ruine se han nutrido y en mucho de la oscuridad del Black Metal y de su vertiente más minimalista, admitiendo ellos mismos la gran influencia de bandas como Burzum y en particular aquella formidable entidad terrorífica conocida como Abruptum, además de ello esta el acercamiento de la banda por medios electrónicos a esa pared de sonidos que nos trajo en cierta parte el japonés conocido como Asami Makita aka Merzbow, ya que sorprendentemente la banda produce mucha de su música mediante el uso de distorsionados sintetizadores y máquinas de ritmo, y claro algunas guitarras que S De La Moth introduce comúnmente, por otro lado su inclinación a los drones y a esos ritmos sepulcrales por siempre me hará referencia a los Velvet Underground como pocos grupos lo han hecho, y ni que decir del formidable instrumento de resultados estremecedores que resulta ser la gélida voz de Genevieve, quien en cada palabra e entonación refleja la belleza y desolación de los parajes árticos y nos trae a la mente el wagnerismo de la voz de la INMORTAL Nico.
"Alight In Ashes" es el nuevo capitulo en la carrera de estos canadienses que saben como hacernos descender a pasajes infernales que no creíamos que existieran y hielan nuestra sangre con la voz de Genevieve, quine disco tras disco se ha consolidad como una brillante ejecutante de este estilo, "Alight In Ashes" es un disco que trae cambios, y creo firmemente que todo cambio es para bien, y precisamente aquí es el caso, esta placa presenta más crecimiento emotivo para la banda, su pared de sonido esta más en control por parte de Genevibe y de De La Moth, más que nunca, el dueto dirige de maravilla en esta ocasión sus ataques, volviendo más clara su ejecución y permitiéndole una mayor variedad, que como resultado trae el que pudiese ser sin duda su mejor disco al día de hoy.
"Set Water To Flame" es una pieza de deformados sintetizadores, los cuales parecieran presentarse ante nosotros como un arco iris hundido en el lodo y en las sombras, el avance es lúgubre y sombrío, y es entonces cuando surge la voz de Genevive como nuestro guía fantasmal en este oscuro bosque de estatuas de hielo, la banda crea un riff en el sintetizador y aprende a dominarlo y convertirlo en algo hipnótico, el cual al sumarse a la voz de Genevive termina convirtiéndose en una combinación letal que de inmediato atrapa y subyuga al escucha.
"Salamandra" lleva las exploraciones del primer tema al extremo, con unos sintetizadores oscuros e hinchados que no tratan de ocultar su naturaleza abrasiva, electricidad pura y salvaje, a la que se suma el ataque germánico de Genevive, quien no pierde oportunidad de traernos una melodía casi con raíces folklóricas europeas que resulta una experiencia bastante interesante para los que extrañamos la presencia de Nico en este mundo material, "Burnt Offerrings" es un soberbio sometimiento a las leyes del drone, a través de las cuales la banda crea un pasaje de belleza y esoterismo que en ningún momento suena forzado y que resulta lleno de una extraña emotividad que por momentos asusta y crea un sin fin de imágenes mentales, "Arsenikon" es un trabajo en el que destaca la voz de Genevive y en dónde la mujer sin duda usa su voz para nuevos efectos a través de diversos tratamientos digitales, marcados por las guitarras ensordecedoras y destazadoras de De La Moth, mientras que en "Cup Of Oblivion", este dueto sin ningún miedo perceptible aumentan la intensidad y el volumen en una pieza que pareciera decidida a reducir el entorno a puro polvo, una pieza aplastante y furiosa en dónde la banda deja claro que la nueva claridad que aplica a su ataque no es señal de debilidad, sino de poder concentrado y bien definido, uno de los discos más esperados por un servidor y que en ningún momento defrauda, una joya más de este dueto canadiense orgullo de los escuchas más aventurados y extremos.
por Ghostwriter
A Forest
ki, 2012
Comenzar con “A Forest”,
un desarrollo de casi ocho minutos, no es algo habitual. Ni intro, ni
temita corto para entrar en calor, ni leches: zasca, ocho minutos de
deep house minimaloide con precipitaciones variables y posibilidades de
granizo. Lo bueno es que son ocho minutos que pasan volando, la magia es
tan densa y absorbente que enseguida te integras en el magma y acabas
flotando en un plácido mar de roca fundida: bpms perezosos, claps
lejanos, sonidos burbujeantes, música de baile acuosa y ensoñadora.
¡Señor, sí, señor!
Christian Löffler no hace nada que no hayamos visto ya en la música de baile procedente de Invernalia, pero tiene lo que en términos flamencos se llamaría “duende”. No en balde, el chico es de Colonia, una tierra muy dada a aquello de “bailar con lágrimas en los ojos”, y parece que por sus venas discurre la misma tradición del puchero que patentó Lawrence. De hecho, es el co-fundador del sello Ki Records, especializado precisamente en este tipo de veleidades electrónicas para peña triste y danzarines que se miran la punta de las bambas. Después de dejar muy buenas sensaciones entre la parroquia con “Raise EP” y algunos maxis editados en su propio label, el colonés, heredero directo de la sensibilidad (también) de Kompakt, pone música a una muestra de diapositivas que evocan tundras nevadas, bosques repletos de escarcha y lagos congelados. “A Forest” es un disco que hay sentir, como la hierba húmeda en los pies descalzos, como el salitre del mar en la piel. No son postales gratuitas; Löffler reconoce la naturaleza como principal fuente de inspiración para esta obra, y lo cierto es que consigue transmitir el misticismo del verdor y lo salvaje con maestría de veterano. Downbeat techno con sensibilidad. Música de baile con sobrantes de alma. Y acompañada en los momentos más álgidos del LP por las voces jabonosas de Mohna –en “Eleven” te pone las orejas de punta– o Gry –hipnosis y lisergia en “Feelharmonia”–. Cuesta no perderse en esta arboleda.
Y es que los castillos sonoros de Löffler se sustentan en graves que ronronean, efectos oníricos y melodías crepitantes: una caricia continua. “Blind” es como sentir el agua caliente de la ducha cayendo en tromba sobre el flequillo en un día de invierno: hay quejidos de vinilo, lamentos, ritmos ketaminosos y muros de sonido invisibles que se mueven entre tinieblas. Preciosa. “A Hundred Lights” te comprime las emociones con un sample que parece grabado en el fondo de una piscina, un beat pulsátil, el irresistible raspado de los surcos en la aguja y sonidos agrestes que se clavan en tu piel como aguijones. Sobrecogedora. “Pale Skin” sería lo mismo que juntar a Boards Of Canada y Robert Johnson para que hicieran una jam session en el velatorio de Drazen Petrovic. Epidérmica. Y así hasta el fondo de la laguna, donde todo es oscuro, pero siempre se puede soñar en suspensión animada. ¿Cansados de vivir? Dejad que el agua de “The Forest” llene vuestros pulmones. Cerrad los ojos. Hundíos.
por Óscar Broc
desde playgroundmag.net/music
por Marta Villota
Christian Löffler no hace nada que no hayamos visto ya en la música de baile procedente de Invernalia, pero tiene lo que en términos flamencos se llamaría “duende”. No en balde, el chico es de Colonia, una tierra muy dada a aquello de “bailar con lágrimas en los ojos”, y parece que por sus venas discurre la misma tradición del puchero que patentó Lawrence. De hecho, es el co-fundador del sello Ki Records, especializado precisamente en este tipo de veleidades electrónicas para peña triste y danzarines que se miran la punta de las bambas. Después de dejar muy buenas sensaciones entre la parroquia con “Raise EP” y algunos maxis editados en su propio label, el colonés, heredero directo de la sensibilidad (también) de Kompakt, pone música a una muestra de diapositivas que evocan tundras nevadas, bosques repletos de escarcha y lagos congelados. “A Forest” es un disco que hay sentir, como la hierba húmeda en los pies descalzos, como el salitre del mar en la piel. No son postales gratuitas; Löffler reconoce la naturaleza como principal fuente de inspiración para esta obra, y lo cierto es que consigue transmitir el misticismo del verdor y lo salvaje con maestría de veterano. Downbeat techno con sensibilidad. Música de baile con sobrantes de alma. Y acompañada en los momentos más álgidos del LP por las voces jabonosas de Mohna –en “Eleven” te pone las orejas de punta– o Gry –hipnosis y lisergia en “Feelharmonia”–. Cuesta no perderse en esta arboleda.
Y es que los castillos sonoros de Löffler se sustentan en graves que ronronean, efectos oníricos y melodías crepitantes: una caricia continua. “Blind” es como sentir el agua caliente de la ducha cayendo en tromba sobre el flequillo en un día de invierno: hay quejidos de vinilo, lamentos, ritmos ketaminosos y muros de sonido invisibles que se mueven entre tinieblas. Preciosa. “A Hundred Lights” te comprime las emociones con un sample que parece grabado en el fondo de una piscina, un beat pulsátil, el irresistible raspado de los surcos en la aguja y sonidos agrestes que se clavan en tu piel como aguijones. Sobrecogedora. “Pale Skin” sería lo mismo que juntar a Boards Of Canada y Robert Johnson para que hicieran una jam session en el velatorio de Drazen Petrovic. Epidérmica. Y así hasta el fondo de la laguna, donde todo es oscuro, pero siempre se puede soñar en suspensión animada. ¿Cansados de vivir? Dejad que el agua de “The Forest” llene vuestros pulmones. Cerrad los ojos. Hundíos.
por Óscar Broc
desde playgroundmag.net/music
Veils
all time low, 2011
Se
denomina oscilación a una variación, perturbación o fluctuación en el
tiempo de un medio o sistema. Una oscilación en un medio material es lo
que crea el sonido. Una oscilación en una corriente eléctrica crea una
onda electromagnética.
Su
nombre, los títulos y las portadas de sus discos hablan por sí solos de
la música que ingenia The Oscillation. Los ingleses que en 2007
tanteaban ilusiones psicodélicas y nu-gaze con su debut “Out Of Phase”
rememorando a Slowdive, My Bloody Valentine y Spacemen 3, nos devuelven
desde las entrañas su sonido vernáculo de sintes y texturas etéreas,
ahondando en el terreno ahora más sombrío y escarpado de "Veils" (All
Time Low, 2011), el nuevo álbum que presentan en su mini gira europea,
también publicado en DC Recordings. Diez temas encapsulados a punto de
estallar sobre el escenario tras el filtro lumínico del caleidoscopio de
Julian Hand...
porque la música se inundará de imágenes y el sonido creado por el
grupo en su espacio se hará onda electromagnética cuando cruce la
corriente proyectada de las geometrías cósmicas Hand by Hand.
“Veils” arranca con "Sandstorm", un comienzo de space rock con intro de homenaje muy fugaz al ‘Silver Machine’ de Hawkwind, después en un susurro la voz de Demian Castellanos retorna a oscuridades de Spectrum. A partir de entonces "Future Echo" se abre como una turbina de luz donde crece el dinamismo orgánico de un Deerhunter atemporal.
“Veils” arranca con "Sandstorm", un comienzo de space rock con intro de homenaje muy fugaz al ‘Silver Machine’ de Hawkwind, después en un susurro la voz de Demian Castellanos retorna a oscuridades de Spectrum. A partir de entonces "Future Echo" se abre como una turbina de luz donde crece el dinamismo orgánico de un Deerhunter atemporal.
Si
Moon Duo nos trajo una vez el krautrock setentero desde San Francisco,
ahora es Londres la ciudad del grupo que lo reivindica, la banda de
Demian Castellanos, el músico y productor que ha trabajado con Tim
Holmes (Death In Vegas) y con miembros de Chrome Hoof, “discípulos de
Sun Ra.” Y si algo de un alienígena llamado Julian Cope (The Teardrop
Explodes) pudiese insinuarse, aquel ya le hizo su homenaje en el álbum
debut con ‘Head Hang Low’ al que escribió Krautrocksampler.
Y hablando de kraut, ¿cómo es su sonido?? ellos ya nos dan las pistas en su MySpace, con Neu! entre sus menciones, yo añado a Amon Düül porque ya se intuye en “Out Of Phase”, lejanía entrecortada en temas como "Hear Your Sadness" y."Respond In Silence", que entraría en fase senoidal con "Ankle Injuries" de los británicos Fujiya & Miyagi y voces en clave Suicide.
Y sin salir de la Isla, agrego en femenino a Amp, y a Pram, y a Seefeel y Moonshake…y a todo aquel puro eco Too Pure, ensamblando a un Bark Psychosis fuera de su género encasillado... y ya me voy por las ramas del anglo-shoegaze de los 90s' que hurgaba en los 70s' encontrando otras “oscilaciones” como las de Silver Apples, porque la tensión de espera nunca detiene el recuerdo... y en esta espiral sigo turbada pero termino en otro continente, aquel del que se dejan extraer “alegrías paisajísticas” del dream pop de Galaxie 500 o insertando el roce tribal de Apse en "Sandstorm" y "Shake Your Dreams Awake", ..hiper lejos queda una voz ambigua y desterrada de... desterrados o impugnados que aun en condena yo no podría obviar: un estrecho guiño a GYBE entre "F # A # ∞" y sus “…Antenas al Cielo” en los ecos finales de 'Veils' que desembarcan en "Lament", la electricidad horizontal para un final de resplandor amargo y perplejo.
Alguien dijo que si aún quedaban dudas sobre su primer disco solo habría que imaginarlo como una radiotransmisión desde un desconocido Saturno y en la mejor longitud de onda... tratándose del directo y su segundo disco.. recomiendo subirse a la astronave!
Y hablando de kraut, ¿cómo es su sonido?? ellos ya nos dan las pistas en su MySpace, con Neu! entre sus menciones, yo añado a Amon Düül porque ya se intuye en “Out Of Phase”, lejanía entrecortada en temas como "Hear Your Sadness" y."Respond In Silence", que entraría en fase senoidal con "Ankle Injuries" de los británicos Fujiya & Miyagi y voces en clave Suicide.
Y sin salir de la Isla, agrego en femenino a Amp, y a Pram, y a Seefeel y Moonshake…y a todo aquel puro eco Too Pure, ensamblando a un Bark Psychosis fuera de su género encasillado... y ya me voy por las ramas del anglo-shoegaze de los 90s' que hurgaba en los 70s' encontrando otras “oscilaciones” como las de Silver Apples, porque la tensión de espera nunca detiene el recuerdo... y en esta espiral sigo turbada pero termino en otro continente, aquel del que se dejan extraer “alegrías paisajísticas” del dream pop de Galaxie 500 o insertando el roce tribal de Apse en "Sandstorm" y "Shake Your Dreams Awake", ..hiper lejos queda una voz ambigua y desterrada de... desterrados o impugnados que aun en condena yo no podría obviar: un estrecho guiño a GYBE entre "F # A # ∞" y sus “…Antenas al Cielo” en los ecos finales de 'Veils' que desembarcan en "Lament", la electricidad horizontal para un final de resplandor amargo y perplejo.
Alguien dijo que si aún quedaban dudas sobre su primer disco solo habría que imaginarlo como una radiotransmisión desde un desconocido Saturno y en la mejor longitud de onda... tratándose del directo y su segundo disco.. recomiendo subirse a la astronave!
por Marta Villota
Patience (After Sebald)
history always favours the winners, 2012
Refugiado en Gran Bretaña en sus últimos años de vida, el escritor alemán W.G. Sebald dedicó buena parte de sus días a pasear por la costa del condado de Suffolk y, mientras vagaba por la orilla, dejaba ir la mente y se lanzaba a pensar y recordar el pasado con melancolía y sentido crítico. Desde ese enclave, Sebald podía extender la mirada hacia el continente, que tanto le había preocupado y tanto dolor le había causado desde la Segunda Guerra Mundial, y así fantasear con una historia alternativa de Europa. Recreaba naufragios, recordaba a grandes hombres de acción como Joseph Conrad y Chateaubriand, y de aquellos paseos y meditaciones salió “Los Anillos De Saturno” (1995; la edición en castellano es de 2008, vía Anagrama), un libro entre el ensayo, la colección de relatos y el poema que le pudo haber valido el premio Nobel. Nunca se lo concedieron; como su admirado Borges, Sebald pertenece al club de los grandes escritores, de los más significativos y vigentes del siglo XX, a los que nunca se les hizo justicia en forma de galardones.
“Patience (After Sebald)” es un documental dirigido por Grant Gee que recupera la violenta costa de Suffolk y recrea los paseos de Sebald, a la vez que arroja una mirada sobre el autor. Es uno más, pero no uno cualquiera, entre los documentales sobre escritores de culto, y ha habido unos cuantos en los últimos años –dedicados a Henry Darger, Hunter S. Thompson o William Gibson, por ejemplo–, que consiguen eso tan difícil de arrojar luz sobre la palabra a través de la imagen. Pero lo que más nos interesa de esta experiencia es su música, porque no es un soundtrack cualquiera el que viene con la cinta. James Kirby, es decir, The Caretaker, ha compuesto –o quizá rescatado de sus archivos– un total de doce piezas. La del director ha sido una elección obvia, porque Sebald-Kirby están unidos por un hilo invisible: si Sebald tiene como tema principal la memoria y la soledad, el recuerdo agrio de un tiempo que pudo ir bien y acabó mal, lo mismo es aplicable a Kirby desde que su música se lanzó a la búsqueda desesperada de momentos de felicidad pura en un océano de recuerdos borrosos. Dicho de otro modo, Sebald funciona a un nivel macro –su pena es la civilización occidental, su trauma el nazismo, su llanto es por una Europa gloriosa que va a menos–, mientras que el universo de Kirby se limita a una infancia traicionada con promesas de progreso que nunca se cumplieron y se extiende a una su edad adulta, caótica y errática, donde no parece haber espacio para la esperanza tras muchas bancarrotas y novias inconvenientes.
La música de Kirby es capaz de expresar la mente de Sebald porque la comprende, y a través de estos doce cortes para el soundtrack de “Patience (After Sebald)” también la ilustra: una vez más, Kirby crea esa burbuja onírica, de grano grueso, ruido estático y líneas melódicas temblorosas, que tantas veces hemos escuchado en sus discos y leído en sus títulos –cada uno es una frase lapidaria y una declaración de principios: “A Last Glimpse Of The Land Being Lost Forever”, “Everything Is In The Point Of Decline”, etc.–, aunque para ser un título firmado como The Caretaker hay una variación significativa con respecto a “Persistent Repetition Of Phrases” (2008) o el reciente “An Empty Bliss Beyond This World” (2011), el disco con el que, finalmente, parece haber convencido a un público más amplio tras doce años de intentos. Esa variación es el uso económico de las voces y un incremento de las texturas dolorosas: en “Patience (After Sebald)” hay más ambient de intención ruidista y menos samples de viejos discos de piedra, menos canción popular filtrada por un prisma de memoria difusa y una reducción sensible de aquellas melodías de salón de baile o caja de música, aunque con más, mucho más piano: “Increasingly Absorbed In His Own World”, “When The Dog Days Were Drawing To Sn End” o “Isolated Lights On The Abyss Of Ignorance”, “A Last Glimpse Of The Land Being Lost Forever”, “The Homesickness That Was Corroding Her Soul”, son todas piezas que desarrollan el gusto de Kirby como pianista amateur –toca, si es que es él, como un aspirante a concertista en cruceros de placer, como un Richard Clayderman post-irónico–, siempre con el adorno de ruido estático y desgaste del tiempo.
En paralelo, hay también piezas que parecen sacadas del hipotético disco religioso de Leyland Kirby: “Now The Night Is Over And The Dawn Is About To Break” parece un coro distorsionado de Ligeti, un réquiem cantado a orillas del mar enfurecido, muy a lo lejos, interrumpido por el viento y las olas. Es al final del disco cuando aparecen las voces, prácticamente ausentes en el recorrido del álbum en beneficio del piano, y son voces de dolor, más que fantasmas del pasado. Eso sí: lo que se mantiene siempre es esa atmósfera cargada de electricidad y dolor incurable que, si se ha escuchado a Kirby lo suficiente, se podría identificar más con los paisajes livianos de “Eager To Tear Apart The Stars” (2011) que no con la hauntology hermosa, pero nunca envenenada, de The Caretaker. Más allá del documental, “Patience (After Sebald)” parece ser un encargo que el músico inglés ha tenido que atender fuera del plan previsto para su música y que, aun compartiendo todos sus rasgos, rompe involuntariamente con la progresión dramática que había ido construyendo para The Caretaker y con el clímax de desesperación al que apuntaba Leyland Kirby. Esto convierte al disco –por ahora sólo disponible en vinilo– en una obra de menor importancia dentro de una trayectoria mayúscula, aunque quizá, el tiempo lo dirá, un punto de inflexión que le lleve a usar con mayor asiduidad el piano. En lo que no podemos estar de acuerdo es en la opinión de John Elliott, vía Twitter, según la cual Kirby está editando demasiado, en referencia a los cinco títulos planchados en 2011 y este primero de 2012 (es paradójico que sea un miembro de Emeralds, el proyecto más incontinente de los últimos años, quien le diga a los demás cuánto material deben, o no deben, publicar). No estamos de acuerdo porque discos como este de The Caretaker, profundo, sensible, no abundan.
“Patience (After Sebald)” es un documental dirigido por Grant Gee que recupera la violenta costa de Suffolk y recrea los paseos de Sebald, a la vez que arroja una mirada sobre el autor. Es uno más, pero no uno cualquiera, entre los documentales sobre escritores de culto, y ha habido unos cuantos en los últimos años –dedicados a Henry Darger, Hunter S. Thompson o William Gibson, por ejemplo–, que consiguen eso tan difícil de arrojar luz sobre la palabra a través de la imagen. Pero lo que más nos interesa de esta experiencia es su música, porque no es un soundtrack cualquiera el que viene con la cinta. James Kirby, es decir, The Caretaker, ha compuesto –o quizá rescatado de sus archivos– un total de doce piezas. La del director ha sido una elección obvia, porque Sebald-Kirby están unidos por un hilo invisible: si Sebald tiene como tema principal la memoria y la soledad, el recuerdo agrio de un tiempo que pudo ir bien y acabó mal, lo mismo es aplicable a Kirby desde que su música se lanzó a la búsqueda desesperada de momentos de felicidad pura en un océano de recuerdos borrosos. Dicho de otro modo, Sebald funciona a un nivel macro –su pena es la civilización occidental, su trauma el nazismo, su llanto es por una Europa gloriosa que va a menos–, mientras que el universo de Kirby se limita a una infancia traicionada con promesas de progreso que nunca se cumplieron y se extiende a una su edad adulta, caótica y errática, donde no parece haber espacio para la esperanza tras muchas bancarrotas y novias inconvenientes.
La música de Kirby es capaz de expresar la mente de Sebald porque la comprende, y a través de estos doce cortes para el soundtrack de “Patience (After Sebald)” también la ilustra: una vez más, Kirby crea esa burbuja onírica, de grano grueso, ruido estático y líneas melódicas temblorosas, que tantas veces hemos escuchado en sus discos y leído en sus títulos –cada uno es una frase lapidaria y una declaración de principios: “A Last Glimpse Of The Land Being Lost Forever”, “Everything Is In The Point Of Decline”, etc.–, aunque para ser un título firmado como The Caretaker hay una variación significativa con respecto a “Persistent Repetition Of Phrases” (2008) o el reciente “An Empty Bliss Beyond This World” (2011), el disco con el que, finalmente, parece haber convencido a un público más amplio tras doce años de intentos. Esa variación es el uso económico de las voces y un incremento de las texturas dolorosas: en “Patience (After Sebald)” hay más ambient de intención ruidista y menos samples de viejos discos de piedra, menos canción popular filtrada por un prisma de memoria difusa y una reducción sensible de aquellas melodías de salón de baile o caja de música, aunque con más, mucho más piano: “Increasingly Absorbed In His Own World”, “When The Dog Days Were Drawing To Sn End” o “Isolated Lights On The Abyss Of Ignorance”, “A Last Glimpse Of The Land Being Lost Forever”, “The Homesickness That Was Corroding Her Soul”, son todas piezas que desarrollan el gusto de Kirby como pianista amateur –toca, si es que es él, como un aspirante a concertista en cruceros de placer, como un Richard Clayderman post-irónico–, siempre con el adorno de ruido estático y desgaste del tiempo.
En paralelo, hay también piezas que parecen sacadas del hipotético disco religioso de Leyland Kirby: “Now The Night Is Over And The Dawn Is About To Break” parece un coro distorsionado de Ligeti, un réquiem cantado a orillas del mar enfurecido, muy a lo lejos, interrumpido por el viento y las olas. Es al final del disco cuando aparecen las voces, prácticamente ausentes en el recorrido del álbum en beneficio del piano, y son voces de dolor, más que fantasmas del pasado. Eso sí: lo que se mantiene siempre es esa atmósfera cargada de electricidad y dolor incurable que, si se ha escuchado a Kirby lo suficiente, se podría identificar más con los paisajes livianos de “Eager To Tear Apart The Stars” (2011) que no con la hauntology hermosa, pero nunca envenenada, de The Caretaker. Más allá del documental, “Patience (After Sebald)” parece ser un encargo que el músico inglés ha tenido que atender fuera del plan previsto para su música y que, aun compartiendo todos sus rasgos, rompe involuntariamente con la progresión dramática que había ido construyendo para The Caretaker y con el clímax de desesperación al que apuntaba Leyland Kirby. Esto convierte al disco –por ahora sólo disponible en vinilo– en una obra de menor importancia dentro de una trayectoria mayúscula, aunque quizá, el tiempo lo dirá, un punto de inflexión que le lleve a usar con mayor asiduidad el piano. En lo que no podemos estar de acuerdo es en la opinión de John Elliott, vía Twitter, según la cual Kirby está editando demasiado, en referencia a los cinco títulos planchados en 2011 y este primero de 2012 (es paradójico que sea un miembro de Emeralds, el proyecto más incontinente de los últimos años, quien le diga a los demás cuánto material deben, o no deben, publicar). No estamos de acuerdo porque discos como este de The Caretaker, profundo, sensible, no abundan.
por Robert Gras
desde playgroundmag.net
El Sueño del Esquimal #372 en transmisión, jueves 15 de noviembre
a eso de las 21:00 hrs. por Radio Placeres 87.7 FM desde la bahía de Valparaíso, también online
para el resto de este y los otros mares, www.radioplaceres.cl.
1 comentario:
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