Afuera se escucha la lluvia... en el interior un millar de contorsiones, figuras y armonías cayendo con el otoño.
The Slideshow Effect
sub pop, 2012
Una fotógrafa y un guitarrista se miran y ya saben hacia donde irán
juntos, desde Ontario Canadá se mezclan las siluetas de Denise Nouvion y
Evan Abeele para engendrar canciones de cristal que portan imágenes y
emociones, en 2009 el netlabel Beko DSL les publicó un primer registro, 2 temas
en mp3 para descargar, donde aparecía esa gema llamada "To The Lighthouse",
la que luego volvería con el EP "The Years" de 2010 y el enamoramiento
se hizo fuerte para El Sueño del Esquimal convirtiéndose en nuestro EP del año en ese tiempo, les seguimos la pista sin tener idea que los capos del sello
Sub Pop también caerían presos en la bella neblina de Memoryhouse, dulce
memoria que ahora se vuelve presente esperanzador, para Sub Pop lo
primero fue re-editar "The Years" en 2011 en un precioso vinilo 12"
dejando la promesa que muy pronto los tendríamos en largo, y el 28 de
Febrero de este año sale a la luz "The Slideshow Effect", la prueba de
fuego para el dúo que danzaba bajo la llovizna más fina.
Y claro, el disco debut de Memoryhouse desde el primer corte se
muestra más luminoso, pero sin perder nada de magia, la encantadora voz
de Denise se apodera del ambiente en "Little Expressionless Animal", el
sonido se ha depurado más el corazón sigue latiendo acelerado, la
guitarra soñadora de Evan se conecta perfectamente con el violín añadido
de Wendy Grey y las percusiones de Daniel Gray son contenidas por el
ruido blanco de Memoryhouse, buen comienzo para dar paso al primer
single del álbum, "The Kids Were Wrong" (más abajo puedes ver su video) el recuerdo de la
fragilidad juvenil hecho canción pop, pedazitos de shoegaze y por
supuesto dream pop, como The Sundays, Galaxie 500 o Beach House, aunque
esta casa canadiense extiende un calor propio tan distintivo que sobran
un poco las referencias, pero bien sirven para ubicarnos dentro de la
suavidad que se desprende en este paso de imágenes y sonidos, imposible
no detenerse en "Punctum" con ese slide-guitar floreciendo
en la cálida atmósfera junto a una Denise Nouvion transitando por la
dulzura del eco 4AD, no cuesta mucho imaginarla al lado de Mark Kozelek o
Warren Defever, bueno por ahora dejemósla con Evan Abeele que de seguro
podrían quedar como la pareja del año, justamente por esa comunión que
irradian sus composiciones, él la mira mientras ella y sus cabellos
viajan entre vocalizaciones desnudas y destellos de intimidad, cada
canción es como un joya secreta, "The Slideshow Effect" no tiene puntos
bajos, podría definirse como una nevada que da paso a la temporada
floral, la belleza que cruza las estaciones, los detalles que separan a
la pureza sincera frente a cualquier guiño comercial y oportunista,
Memoryhouse da nuevo aliento a ese pop soñador, pinceladas y latidos de
una realidad atesorada en la calma, la vida que pasa lenta llevándonos
con ella presos.
Un debut demasiado alto, duelen un poco los ojos por este cristal.
Raúl Cabrera H.Un debut demasiado alto, duelen un poco los ojos por este cristal.
Love At The Bottom Of The Sea
merge, 2012
Sabemos que uno de las temáticas que mejor manejan los miembros de The Magnetic Fields es el tema del amor, bah, para ser más específicos, el principal y único miembro medular de la banda, Stephin Merrit, quien recientemente ha sido reconocido como una influencia tal que amerita que salga una película enteramente dedicada a sus habilidades para la composición y para generar el tipo de música que genera, para decirlo rápidamente. Canciones surrealistas dedicadas al amor, al desconsuelo, con un sonido entre encantador e hipnótico, clave que también sirve para entender a la última placa aparecida de la banda, Love at the Bottom of the Sea.
El disco tiene ese toque que nos recuerda a placas tan importantes de la banda como 69 Love Songs (1999), sólo que aquí la variedad de sonidos es un poco más limitada y tenemos una variedad de temas que recurren a los sonidos de teclados pop con melodías que se acercan al sonido de los pequeños juguetes, de las publicidades divertidas, casi como si todas las letras se encontraran tenidas de un gusto satírico y paródico que, encima, se ve reforzado por lo que sale de los instrumentos del conjunto. Claro, ponerle la etiqueta de “Synth Pop” como se ha hecho no agota las posibilidades de la banda, mucho menos llamarlas sencillamente indie… Hay algo de los Magnetic Fields que supera cualquier posible categoría.
Las canciones son cortas, con un innegable espíritu pop: de dos minutos, dos minutos y algo, con voces escondidas detras de cámaras y efectos, fuerte aparición de los efectos de los teclados, algo que rápidamente nos recuerda al sonido de finales de los setenta y principios de los ochenta de bandas como Devo o Suicide, esa cosa entre alegremente paródica y totalmente desesperada sin llegar a tomar la forma de otras bandas Dark y New Wave ya entrados en la década de este tipo de sonidos por excelencia, esa que empieza y termina con Reagan y Thatcher: digo, estamos como en un estado posterior, es claro, a la influencia de las bandas recién citadas o a conjuntos consagrados que dejaron su marca en el pop de una manera contundente sin convertirse por eso en antecedentes de este tipo de sonidos — pienso en Duran Duran, por caso, o en la lectura que los propios Devo tuvieron a lo largo del citado período, o a bandas menores como Oingo Bongo: está presente ese mismo espiritu, como mínimo —.
Vayamos a los temas: “Andrew In Drag” es una excelente canción que narra el enamoramiento de un hombre dedicado a seducir mujeres quien, de repente, se enamora del travesti Andrew — un hit de la placa, sin duda—; o de temas que ya desde el título nos dejan con la impresión de que vamos a visitar los lugares menos visitados del amor: “The Machine In your Hand” o “All She Cares About Is Mariachi”. Claro, también tenemos que hablar de las canciones que proponen temáticas por demás interesantes: “God Want Us To Wait”, por caso, es una canción enfocada en una niña que no tiene mejor forma que contener los intentos de su novio por meterse en los pantalones que mediante las descargas de una muy cómoda máquina.
No creo que estemos frente al mejor disco de Stephen Merritt y su banda, pero estoy seguro de que este regreso al sonido de los sintetizadores es una gran apuesta por parte de la banda: escuchar a Merrit hablar acerca de su obra — revisen el link más abajo — nos deja la sensación de que estamos frente a un hombre que prioriza el trabajo por sobre cualquier presentación en vivo o cosas por el estilo, un hombre parco dedicado a su producción artística… Un disco de The Magnetic Fields, por más que no sea el mejor, le gana al mejor disco de cualquier otra banda, me parece.
El disco tiene ese toque que nos recuerda a placas tan importantes de la banda como 69 Love Songs (1999), sólo que aquí la variedad de sonidos es un poco más limitada y tenemos una variedad de temas que recurren a los sonidos de teclados pop con melodías que se acercan al sonido de los pequeños juguetes, de las publicidades divertidas, casi como si todas las letras se encontraran tenidas de un gusto satírico y paródico que, encima, se ve reforzado por lo que sale de los instrumentos del conjunto. Claro, ponerle la etiqueta de “Synth Pop” como se ha hecho no agota las posibilidades de la banda, mucho menos llamarlas sencillamente indie… Hay algo de los Magnetic Fields que supera cualquier posible categoría.
Las canciones son cortas, con un innegable espíritu pop: de dos minutos, dos minutos y algo, con voces escondidas detras de cámaras y efectos, fuerte aparición de los efectos de los teclados, algo que rápidamente nos recuerda al sonido de finales de los setenta y principios de los ochenta de bandas como Devo o Suicide, esa cosa entre alegremente paródica y totalmente desesperada sin llegar a tomar la forma de otras bandas Dark y New Wave ya entrados en la década de este tipo de sonidos por excelencia, esa que empieza y termina con Reagan y Thatcher: digo, estamos como en un estado posterior, es claro, a la influencia de las bandas recién citadas o a conjuntos consagrados que dejaron su marca en el pop de una manera contundente sin convertirse por eso en antecedentes de este tipo de sonidos — pienso en Duran Duran, por caso, o en la lectura que los propios Devo tuvieron a lo largo del citado período, o a bandas menores como Oingo Bongo: está presente ese mismo espiritu, como mínimo —.
Vayamos a los temas: “Andrew In Drag” es una excelente canción que narra el enamoramiento de un hombre dedicado a seducir mujeres quien, de repente, se enamora del travesti Andrew — un hit de la placa, sin duda—; o de temas que ya desde el título nos dejan con la impresión de que vamos a visitar los lugares menos visitados del amor: “The Machine In your Hand” o “All She Cares About Is Mariachi”. Claro, también tenemos que hablar de las canciones que proponen temáticas por demás interesantes: “God Want Us To Wait”, por caso, es una canción enfocada en una niña que no tiene mejor forma que contener los intentos de su novio por meterse en los pantalones que mediante las descargas de una muy cómoda máquina.
No creo que estemos frente al mejor disco de Stephen Merritt y su banda, pero estoy seguro de que este regreso al sonido de los sintetizadores es una gran apuesta por parte de la banda: escuchar a Merrit hablar acerca de su obra — revisen el link más abajo — nos deja la sensación de que estamos frente a un hombre que prioriza el trabajo por sobre cualquier presentación en vivo o cosas por el estilo, un hombre parco dedicado a su producción artística… Un disco de The Magnetic Fields, por más que no sea el mejor, le gana al mejor disco de cualquier otra banda, me parece.
por Fernando Bogado
desde cucharasonica.com
Hunter Not The Hunted
self-release, 2012
Todo un lujo volver a entrar en el universo sonoro y poético de la banda de los hermanos Jones, And Also The Trees, alguna vaz calificados como: 'la banda de culto que hace el pop más elegante de la tierra', corría el año 1992 y estos 'Señores británicos' editaban "Green Is The Sea", uno de los discos emblemáticos en su trayectoria (no olvidar "And Also The Trees" de 1984 y "The Millpond Years" de 1988), que a esta altura de los tiempos ya contamos en 14 álbumes esenciales + todos los añadidos EPs', directos y trabajos no oficiales, formando una de las carreras más respetables y duraderas del viejo y querido post-punk, aunque esta estiqueta ya les queda corta y no le hace favor a su creación extendida por distintos lugares y tiempos artísticos. And Also The Trees se formaron a comienzos de los 80s' en la pequeña localidad de Worcestershire, Inglaterra, la obra gruesa de la agrupación fue publicada por los sellos Reflex Records (UK) y Normal (Alemania) entre 1982 y 1996, a partir del álbum "Silver Soul" de 1998 autogestionan cada uno de sus trabajos, lo cual me parece super respetable trantándose de una música tan particular y desconocida, todavía conservan el status de banda de culto aunque la gracia y el sentimiento afloran en todos los costados de sus composiciones. Internet al parecer no tiene todas las llaves.
Al escuchar "Hunter Not The Hunted" el sacudimiento no se hace esperar, encontrarse de nuevo con la voz profunda de Simon H. Jones y darse cuenta que se mantiene inalterable con el paso de las décadas no es algo sencillo de digerir, pareciera que el tiempo se hubiese detenido en estos sonidos, en los ambientes, en el abanico de timbres y melodías que se cruzan y derraman, creando espacios cadenciosos y solemnes de pura oscura música atardecida. El núcleo primario de la banda continúa intacto: guitarras y organos clarividentes por parte de Justin Jones junto a la voz refinada de Simon, más los bajos duros de Ian Jenkins, dulcimer y melódica de Emer Brizzolara y las percusiones jazzy de Paul Hill, todos en unidad construyen un gran manto de romanticismo pagano-sagrado muy inusual para estos años, quizás solo Swans, Matt Elliott y Nick Cave podrían estar cerca de esta manifestación arcana, canciones tratadas como poemas musicalizados por la orquesta más inspirada de la comarca, viajando desde el mar hasta el cielo en la autopista nocturna del arrebato y la conciencia, dramatismo extremo envuelto por ruidos ácidos y pausas maléficas, todo acá converge en un disco sensorial, lírico y amplio, 14 canciones tomadas de las costas, visones de otra época que se quedaron grabadas entre lágrimas, recuerdos y presagios de un mundo desconocido y perturbador. Fuego salvaje.
Al escuchar "Hunter Not The Hunted" el sacudimiento no se hace esperar, encontrarse de nuevo con la voz profunda de Simon H. Jones y darse cuenta que se mantiene inalterable con el paso de las décadas no es algo sencillo de digerir, pareciera que el tiempo se hubiese detenido en estos sonidos, en los ambientes, en el abanico de timbres y melodías que se cruzan y derraman, creando espacios cadenciosos y solemnes de pura oscura música atardecida. El núcleo primario de la banda continúa intacto: guitarras y organos clarividentes por parte de Justin Jones junto a la voz refinada de Simon, más los bajos duros de Ian Jenkins, dulcimer y melódica de Emer Brizzolara y las percusiones jazzy de Paul Hill, todos en unidad construyen un gran manto de romanticismo pagano-sagrado muy inusual para estos años, quizás solo Swans, Matt Elliott y Nick Cave podrían estar cerca de esta manifestación arcana, canciones tratadas como poemas musicalizados por la orquesta más inspirada de la comarca, viajando desde el mar hasta el cielo en la autopista nocturna del arrebato y la conciencia, dramatismo extremo envuelto por ruidos ácidos y pausas maléficas, todo acá converge en un disco sensorial, lírico y amplio, 14 canciones tomadas de las costas, visones de otra época que se quedaron grabadas entre lágrimas, recuerdos y presagios de un mundo desconocido y perturbador. Fuego salvaje.
And Also The Trees cazadores, como una isla al final de los tiempos, roquerios negros, seductores y peligrosos. Línea de sangre.
Raúl Cabrera H.
Raúl Cabrera H.
1859
autoedición, 2012
Hay una entrevista con Charly García (cuando todavía era una persona) donde decía que estaba buscando la fórmula para grabar una serie de canciones que se puedan escuchar abajo del agua. Algo así como un álbum acuático. La idea, en ese entonces incomprensible, quedó lógicamente sumergida en las profundidades. Pero ahora, muchos años después y con otro tipo de concepto musical, parece que alguien tomó la posta. Desde la provincia de Chaco, Argentina, Paula García (que, hasta donde sabemos, sólo comparte el apellido con Carlos) construye un universo sonoro lleno de partículas líquidas y climas melancólicos, que se eleva varios metros por arriba del nivel del mar con "1859", su nueva producción.
Sólo hace falta ver la tapa y leer el tracklist ("500 Estrellas", "El Niño de Marte", "Mitad Cósmica") para advertir la influencia astrológica que hay detrás del álbum. Y este concepto, íntimamente ligado al sonido en los últimos años, se confirma cuando le damos play al primer track. Cada canción tiene sus cosas, pero hay ciertos rasgos distintivos que engloban a todo el trabajo: bases electrónicas bien suaves y aquietadas, muchas (o pocas) capas de sintetizadores, alguna guitarra criolla llena de reverb y la voz de Paula que aparece y desaparece, como una especie de condimento humano entre tantos retazos cósmicos.
Sólo hace falta ver la tapa y leer el tracklist ("500 Estrellas", "El Niño de Marte", "Mitad Cósmica") para advertir la influencia astrológica que hay detrás del álbum. Y este concepto, íntimamente ligado al sonido en los últimos años, se confirma cuando le damos play al primer track. Cada canción tiene sus cosas, pero hay ciertos rasgos distintivos que engloban a todo el trabajo: bases electrónicas bien suaves y aquietadas, muchas (o pocas) capas de sintetizadores, alguna guitarra criolla llena de reverb y la voz de Paula que aparece y desaparece, como una especie de condimento humano entre tantos retazos cósmicos.
por Ezequiel de la Parra
desde rocktails.com.ar
Bunny
hooker vision, 2012
Desde el entrañable sello Hooker Vision que sólo publica (hermosos) casettes, aparece el proyecto de Lynn Nguyen Fister AKA Aloonaluna, artista visual y exploradora de ambientes que nos presenta su segundo trabajo "Bunny" (anteriormente un CDr y hace poco en Mayo, Hooker Vision editó el casette "Diadem Or Halo?"), delicada mezcla de drone, psych-folk y espacios mántricos por donde su canto intervenido se desplaza entre mensajes perceptivos y etéreos retazos de canción. Tal como en su pintura los diseños sonoros parecen flotar en un firmamento misterioso, único, en el cual nunca encontraremos la salida ni el camino, un remolino de sensaciones que absorven y desencajan por momentos, el hilo conductor es siempre su voz, a ratos visible e incandescente para luego desaparecer en la maraña de efectos y cacharrería que desarrollan un paisaje en movimiento constante, atmósferas sofocantes como "Antarctica" y sus 10 minutos de expedición en terrotorio agreste, un viaje hacia esa orilla distante rastreada por Fursaxa, Pocahaunted, Inca Ore y Love Cult, pero con otras maniobras de improvisación, percusiones grabadas, golpes, estallidos e inmersiones, la falta de luz enmudece, Aloonaluna nos encierra en su cajita musical y nos hace parte de este maleficio infantil con repetitivos acordes y el eco que choca en las sienes, encantado pozo ruidista donde las diminutas siluetas danzan al son del cascabel y la campana, la niebla de las hadas perdidas, Lynn Fister transmitiendo desde California el silencio mutante para el otoño en los bosques. Mariposa eléctrica.
Raúl Cabrera H.
Raúl Cabrera H.
Dream House
endless field studios, 2012
La polera de Joy Division... synth-pop y witch-house como gemelos siameses. Desde Chicago LAKE R▲DIO lo compone Caden Moore, joven colaborador de Heavy Ghost!. "Dream House" es su segundo álbum donde va mutando elementos de la electrónica dance con oscuridad witch y voces soñadoras a la manera de Piano Magic o Cocteau Twins, el resultado es un coctel chillwave bastante agradable y a la vez perturbador, una marea melómana de influencias que van desarrollando un nuevo cuerpo en el claroscuro abisal, que a ratos también se toma la pista de baile sin prejuicios, un engendro entre Yazoo y Mater Suspiria Vision podría quedar, toques dark y muchos samples en el salón de la simbología, el witch-house todavía da coletazos.
Dentro de la niebla de "Dream House" existen momentos que desconciertan (para bien) como el hipnótico corte "Taking Pills That You Don't Need" que pareciera haber salido de un tratado de krautrock cósmico a comienzos de los 70s', el vocoder aún eleva muchachos, aunque el fuerte de este trabajo se concentra en las texturas viciosas de temas insinuantes, ahí encontramos la ácida "Waiting In Heaven" y la techno-pop "Another Face" a la que puedes entrar volando en la tersura vocal de la invitada Tinatin Atinati, intrincado pero acaramelado recorrido que coronan dos piezas mágicas; la primera "Don't Say No" donde la electrónica se somete al influjo oriental junto a voces de ninfas que nos mueven hacia un espiral incesante, podría quedarse horas sonando y no molestaría, la segunda es "Plastic Angels" generoso espacio de dream pop maquinal y helado, la voz estupenda de Paislienne parece darle una fuerza insospechada al sonido ochentoso de LAKE R▲DIO. Caden ha sabido acompañar bien el juego de tonalidades para esta 'casa de los sueños', un debut sugerente y hasta cierto punto nostálgico de un montón de vertientes, sin dejar de lado el destello propio, la creación de ambientes espectrales y estelares, esa doble cuerda estimulante que aquí se desliza con acierto..
Raúl Cabrera H.
Persona o cosa que es ajena a la naturaleza o condición de otra de la cual forma parte; que no tiene parte en algo; movimiento súbito, inesperado y sorprendente; objeto alojado en un organismo del que es ajeno. Distintas acepciones que todas llevan a un mismo lado y a un mismo lugar, la no pertenencia al lugar en el que se está. El no pertenecer dos a un mismo sitio en un mismo momento físico es el hecho que marca un trabajo que une a dos músicos con trayectorias que antes nos se habían cruzado más que de manera metafórica, y que ahora recién logran unir puntos en la distancia. David Wenngren es el alma a los sonidos de cuerdas congeladas que es Library Tapes, además de tener varios vehículos más, entre ellos, esa rareza llamada Murralin Lane junto a Ylva Wiklund –acto de presencia hizo en estas páginas con “Our House In The Wall” (12k, 2010) [114]–. Por su parte, Kane Ikin es el australiano que conforma junto a Paul Fiocco, las ambientaciones azules de Solo Andata, y quien recientemente se estrenará en solitario con un 7” llamado “Contrail” (12k, 2012) [183]. Los caminos se atraviesan, desde Australia hasta Suecia y culminan en Cambridge, sede de Kesh, el sello dirigido con cuidado por Simon Scott.
Conectados por una similitud de inquietudes, Kane y David entregan seis piezas que dar forma y cuerpo a “Strangers”, un trabajo que nace en el destierro. Una sonoridad que fluye por el viento y que es atrapada por esta suerte de cazadores de almas que resoplan en el aire. Con una atmósfera cargada, presagiando una lluvia que esta por caer, el disco en todo instante carga con un fuerte peso, una densidad profunda. La continuas referencias marinas, o más bien submarinas, que con frecuencia se presentan en los trabajos de Solo Andata acá nuevamente sale a la luz. Si fuera una fotografía, sería como la que ilustra la portada de “Shoals” de Taylor Deupree (12k, 2010), solo que un carácter un tanto más nocturno. Partiendo por “Swell”, que sumerge el drone en una cascada de cuerdas subliminales. La música más que sonar, ondea, oscila más que ir en una dirección fija, formando unos rizos largos y estirados, unos caracoles para hacer referencia al título. Eso da paso a “Call”, aún más ambiental que la anterior, que deja escapar ahora de forma más explicita el ruido de las cuerdas. Sendero similar es el que recorre “Veil”, pero esta vez es una suave sonido de piano es el que adorna los magmas náuticos: una belleza en cobalto que nace de los mismos manantiales desde donde emerge “Look For Me Here” –“Solo Andata”, (12k, 2009) [074]–. Posterior a “Chalk”, es otra vez el agua pantanosa la que es protagonista de un baño en los pies de la infinidad oceánica: “Drifter”, o el mar saliéndole de su cuenca, recogiéndose y arrasando con el oído al punto de masajearlo. Ya, como hemos asistido a un paseo intenso, es considerado de su parte que el trayecto final sea de una calma rebosante. Eso es “Strings + Interlude”.
“Este disco se hizo sin reunión alguna, sin discusión real ni siquiera un plan. El concepto es simplemente la comunicación a través de sonido y eso es lo que informó el título de ‘Strangers’”. En un emplazamiento extraño que brotó desde el desafecto se ha creado un disco extraño, ajeno a las primeras obras de Wenngren y más próximo a las de Ikin, pero que da lugar a una aleación casi soñada, oscura y con trazos de luminosidad en los bordes. Extraños y cercanos.
Hawái.
Escuchando el trabajo de Marcus Fischer se me vienen a la cabeza, inconscientemente, imágenes de algún lugar soñado, referencias geográficas de un pueblo que ronda en la memoria. Es algo que no sucede solamente con él, pero es en cada uno de sus trabajos en que la idea del sonido situado en un territorio especifico me atrae profundamente, y lo que hace de cada uno de ellos sea un espacio que descubrir y al que adentrarse con suma facilidad, sin ser los suyos sonidos fáciles. Fischer es un músico de Portland, Oregon, al noroeste de los Estados Unidos, una región fría, que trasmite esa misma temperatura a sus composiciones plagadas de pequeños sonidos. Pero Marcus, pese a ser un músico joven, ya ha dado de sí con unos cuantos trabajos que merecen la mayor atención y la fe de que esto puede ser un comienzo fértil y provechoso. Como muestra dos de ellos, “Monocoastal” (12k, 2010), su disco debut, inmerso completamente en la marca de Pound Ridge, y muy especialmente “In A Place Of Such Graceful Shapes” (12k, 2011) [172], el mano a mano con Taylor Deupree, un trabajo que lo llevó de costa a costa para registrar uno de los más destacados álbumes de la pasada temporada.
Fruto de un largo proceso de recolección de sonidos, lo más reciente bajo la firma Fischer de nuevo remite a parajes imaginados, algo que él mismo nota: “La geografía y las memorias personales han sido siempre un lugar de donde creo la música viene. No podría decirte porqué ése es el caso pero acaba de ser siempre de esa manera. Todo está allí en tu memoria… quizás no podría describirlo si tuvieras que hacerlo, pero tu solo sabes que tienes esa sensación. Pienso que es lo que busco en una fuente de inspiración”. Una travesía por los sonidos pequeños que lo condujo desde enero de 2009 hasta enero de 2010, período en el que mantuvo (y mantiene) el blog Dust Breeding para ‘documentar los resultados de su objetivo de completar un proyecto creativo un día por 365 días’ –muy similar al proyecto que Taylor Deupree mantuvo, también durante un año, y en el blog de 12k, ‘One Sound Each Day’–, cada día con algo diferente –fotografías, field recordings, diseño, ilustración, videos y, por supuesto, música–. Cada pieza de estas siete apareció previamente en ese blog –algunas de ellas las oí, pero me resultaría imposible identificarlas–, mejoradas para la ocasión, las cuales fueron seleccionadas por M. Ostermeier, el jefe de Tench. “Collected Dust” son siete instantáneas tomadas casi por casualidad, en las que la música surge de la coalición de ruidos que desde lo más ínfimo se expanden hasta formar una imagen de paisajes vacíos. Es esta otra de las características propias de su mundo –que comparte con otros, por cierto–, en las, como la vida misma, todo surge de lo menor a lo mayor, desde estructuras unicelulares que de pronto destellan, surge la magia, y se transforman en organismos multicelulares. Es como si alguien tomara millares de granos de arena y los pegara uno a uno para formar un gran castillo frente a las olas, una tarea lenta pero que en el trayecto va forjando melodías de sal. Todas son así de bellas, desde “Constant” hasta “Sixteen Shapes”, delicados trazos de electrónica campestre, atmósferas sacadas de los bosques de Colonia (“Span” es heredera de las densidades narcóticas de Voigt cuando se hace llamar Gas), pianos de juguete, ruidos inocentes, fotografías desde el lago (“Cold Days”), ruidos ásperos manipulados hasta acariciar los oídos cubiertos de telas de guitarras (“Halfway To Six”).
“Collected Dust” es un disco de intimidad electrónica y de exteriores acústicos. Postales desde tierras frías que capturan un breve momento dentro de 365 posibilidades. El polvo coleccionado, o el tímido crujir de los árboles al pasar de una temporada a la otra.
Hawái.
Dentro de la niebla de "Dream House" existen momentos que desconciertan (para bien) como el hipnótico corte "Taking Pills That You Don't Need" que pareciera haber salido de un tratado de krautrock cósmico a comienzos de los 70s', el vocoder aún eleva muchachos, aunque el fuerte de este trabajo se concentra en las texturas viciosas de temas insinuantes, ahí encontramos la ácida "Waiting In Heaven" y la techno-pop "Another Face" a la que puedes entrar volando en la tersura vocal de la invitada Tinatin Atinati, intrincado pero acaramelado recorrido que coronan dos piezas mágicas; la primera "Don't Say No" donde la electrónica se somete al influjo oriental junto a voces de ninfas que nos mueven hacia un espiral incesante, podría quedarse horas sonando y no molestaría, la segunda es "Plastic Angels" generoso espacio de dream pop maquinal y helado, la voz estupenda de Paislienne parece darle una fuerza insospechada al sonido ochentoso de LAKE R▲DIO. Caden ha sabido acompañar bien el juego de tonalidades para esta 'casa de los sueños', un debut sugerente y hasta cierto punto nostálgico de un montón de vertientes, sin dejar de lado el destello propio, la creación de ambientes espectrales y estelares, esa doble cuerda estimulante que aquí se desliza con acierto..
Raúl Cabrera H.
KANE IKIN + DAVID WENNGREN
Strangers
Strangers
kesh, 2012
Persona o cosa que es ajena a la naturaleza o condición de otra de la cual forma parte; que no tiene parte en algo; movimiento súbito, inesperado y sorprendente; objeto alojado en un organismo del que es ajeno. Distintas acepciones que todas llevan a un mismo lado y a un mismo lugar, la no pertenencia al lugar en el que se está. El no pertenecer dos a un mismo sitio en un mismo momento físico es el hecho que marca un trabajo que une a dos músicos con trayectorias que antes nos se habían cruzado más que de manera metafórica, y que ahora recién logran unir puntos en la distancia. David Wenngren es el alma a los sonidos de cuerdas congeladas que es Library Tapes, además de tener varios vehículos más, entre ellos, esa rareza llamada Murralin Lane junto a Ylva Wiklund –acto de presencia hizo en estas páginas con “Our House In The Wall” (12k, 2010) [114]–. Por su parte, Kane Ikin es el australiano que conforma junto a Paul Fiocco, las ambientaciones azules de Solo Andata, y quien recientemente se estrenará en solitario con un 7” llamado “Contrail” (12k, 2012) [183]. Los caminos se atraviesan, desde Australia hasta Suecia y culminan en Cambridge, sede de Kesh, el sello dirigido con cuidado por Simon Scott.
Conectados por una similitud de inquietudes, Kane y David entregan seis piezas que dar forma y cuerpo a “Strangers”, un trabajo que nace en el destierro. Una sonoridad que fluye por el viento y que es atrapada por esta suerte de cazadores de almas que resoplan en el aire. Con una atmósfera cargada, presagiando una lluvia que esta por caer, el disco en todo instante carga con un fuerte peso, una densidad profunda. La continuas referencias marinas, o más bien submarinas, que con frecuencia se presentan en los trabajos de Solo Andata acá nuevamente sale a la luz. Si fuera una fotografía, sería como la que ilustra la portada de “Shoals” de Taylor Deupree (12k, 2010), solo que un carácter un tanto más nocturno. Partiendo por “Swell”, que sumerge el drone en una cascada de cuerdas subliminales. La música más que sonar, ondea, oscila más que ir en una dirección fija, formando unos rizos largos y estirados, unos caracoles para hacer referencia al título. Eso da paso a “Call”, aún más ambiental que la anterior, que deja escapar ahora de forma más explicita el ruido de las cuerdas. Sendero similar es el que recorre “Veil”, pero esta vez es una suave sonido de piano es el que adorna los magmas náuticos: una belleza en cobalto que nace de los mismos manantiales desde donde emerge “Look For Me Here” –“Solo Andata”, (12k, 2009) [074]–. Posterior a “Chalk”, es otra vez el agua pantanosa la que es protagonista de un baño en los pies de la infinidad oceánica: “Drifter”, o el mar saliéndole de su cuenca, recogiéndose y arrasando con el oído al punto de masajearlo. Ya, como hemos asistido a un paseo intenso, es considerado de su parte que el trayecto final sea de una calma rebosante. Eso es “Strings + Interlude”.
“Este disco se hizo sin reunión alguna, sin discusión real ni siquiera un plan. El concepto es simplemente la comunicación a través de sonido y eso es lo que informó el título de ‘Strangers’”. En un emplazamiento extraño que brotó desde el desafecto se ha creado un disco extraño, ajeno a las primeras obras de Wenngren y más próximo a las de Ikin, pero que da lugar a una aleación casi soñada, oscura y con trazos de luminosidad en los bordes. Extraños y cercanos.
Hawái.
MARCUS FISCHER
Collected Dust
Collected Dust
tench, 2012
Escuchando el trabajo de Marcus Fischer se me vienen a la cabeza, inconscientemente, imágenes de algún lugar soñado, referencias geográficas de un pueblo que ronda en la memoria. Es algo que no sucede solamente con él, pero es en cada uno de sus trabajos en que la idea del sonido situado en un territorio especifico me atrae profundamente, y lo que hace de cada uno de ellos sea un espacio que descubrir y al que adentrarse con suma facilidad, sin ser los suyos sonidos fáciles. Fischer es un músico de Portland, Oregon, al noroeste de los Estados Unidos, una región fría, que trasmite esa misma temperatura a sus composiciones plagadas de pequeños sonidos. Pero Marcus, pese a ser un músico joven, ya ha dado de sí con unos cuantos trabajos que merecen la mayor atención y la fe de que esto puede ser un comienzo fértil y provechoso. Como muestra dos de ellos, “Monocoastal” (12k, 2010), su disco debut, inmerso completamente en la marca de Pound Ridge, y muy especialmente “In A Place Of Such Graceful Shapes” (12k, 2011) [172], el mano a mano con Taylor Deupree, un trabajo que lo llevó de costa a costa para registrar uno de los más destacados álbumes de la pasada temporada.
Fruto de un largo proceso de recolección de sonidos, lo más reciente bajo la firma Fischer de nuevo remite a parajes imaginados, algo que él mismo nota: “La geografía y las memorias personales han sido siempre un lugar de donde creo la música viene. No podría decirte porqué ése es el caso pero acaba de ser siempre de esa manera. Todo está allí en tu memoria… quizás no podría describirlo si tuvieras que hacerlo, pero tu solo sabes que tienes esa sensación. Pienso que es lo que busco en una fuente de inspiración”. Una travesía por los sonidos pequeños que lo condujo desde enero de 2009 hasta enero de 2010, período en el que mantuvo (y mantiene) el blog Dust Breeding para ‘documentar los resultados de su objetivo de completar un proyecto creativo un día por 365 días’ –muy similar al proyecto que Taylor Deupree mantuvo, también durante un año, y en el blog de 12k, ‘One Sound Each Day’–, cada día con algo diferente –fotografías, field recordings, diseño, ilustración, videos y, por supuesto, música–. Cada pieza de estas siete apareció previamente en ese blog –algunas de ellas las oí, pero me resultaría imposible identificarlas–, mejoradas para la ocasión, las cuales fueron seleccionadas por M. Ostermeier, el jefe de Tench. “Collected Dust” son siete instantáneas tomadas casi por casualidad, en las que la música surge de la coalición de ruidos que desde lo más ínfimo se expanden hasta formar una imagen de paisajes vacíos. Es esta otra de las características propias de su mundo –que comparte con otros, por cierto–, en las, como la vida misma, todo surge de lo menor a lo mayor, desde estructuras unicelulares que de pronto destellan, surge la magia, y se transforman en organismos multicelulares. Es como si alguien tomara millares de granos de arena y los pegara uno a uno para formar un gran castillo frente a las olas, una tarea lenta pero que en el trayecto va forjando melodías de sal. Todas son así de bellas, desde “Constant” hasta “Sixteen Shapes”, delicados trazos de electrónica campestre, atmósferas sacadas de los bosques de Colonia (“Span” es heredera de las densidades narcóticas de Voigt cuando se hace llamar Gas), pianos de juguete, ruidos inocentes, fotografías desde el lago (“Cold Days”), ruidos ásperos manipulados hasta acariciar los oídos cubiertos de telas de guitarras (“Halfway To Six”).
“Collected Dust” es un disco de intimidad electrónica y de exteriores acústicos. Postales desde tierras frías que capturan un breve momento dentro de 365 posibilidades. El polvo coleccionado, o el tímido crujir de los árboles al pasar de una temporada a la otra.
Hawái.
El Sueño del Esquimal #358 se transmitirá el jueves 28 de Junio
por Radio Placeres 87.7 FM desde la bahía de Valparaíso, también online
para el resto de este y los otros mundos, www.radioplaceres.cl.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario