noviembre 08, 2012

El Sueño del Esquimal #371, jueves 8 de noviembre.



Al fin desintegración, sobre el planeta de los fantasmas.







Ghost
domino, 1997

Ahora observando todo con la distancia necesaria que entrega el tiempo, podemos hacer notar lo magnífico y golpeador del tercer álbum de The Third Eye Foundation, esa escafandra de púas que creó Matt Elliott por medio de electrónica abrasiva, beats anfetaminados y caóticos, y unas atmósferas escalofriantes. "Ghost" es todo el dolor concentrado en un artefacto techno preparado para AFECTAR al oyente, ya sea para bien o para mal, da lo mismo. No sé bien que nos empujó a realizar esta revisión, pudo ser la publicación de su quinto álbum como solista "The Broken Man" de este año (aunque nosotros nos adelantaramos en la reseña y programación de este en diciembre de 2011). O quizás será por alguna entrevista que leímos hace poco, donde responde con lengua dura bajo sus siempre ácidos conceptos, llamando a la lucha armada por ejemplo, como único cambio verdadero para una sociedad que tambalea o se apresta para un gran colapso, quién sabe, lo cierto es que su música, ya sea como 'La Fundación del Tercer Ojo' o bajo su nombre propio está siempre dotada por una carga emotiva muy particular, donde lo apocalíptico, la rabia contenida y la tristeza del observador frente a la indiferencia y la ignoracia parecieran emanar a borbotones hasta desbordarse, ese elemento instintivo, visceral y de supervivencia casi animal, hace que se convierta en un referente super actual, luego del witch-house, el dubstep oscurantista, el noise y la experimental subterránea, "Ghost" a 15 años de su salida nos advierte sobre la caída, las lágrimas y el derrumbamiento generalizado, la visión de un mundo cadavérico en el que transitamos sin rumbo fijo, la línea que queda junto al barranco 2012.
"Ghost" apareció en 1997, desde Bristol en medio del recuerdo aún latente del trip-hop de Portishead y Massive Attack, y la salida de una nueva manada de exploradores sónicos como Flying Saucer Attack, Amp, Hood, Movietone y Bark Psychosis (colaborador además de la mayoría de estos proyectos), en este panorama emerge la figura desgarbada de Matt Elliott dispuesto a hacer rodar cabezas sobre el territorio.
Al recordar esas primeras escuchas de TTEF vuelven a la memoria el entusiasmo y la ansiedad que insitaban estas piezas de drum n bass deformado, nada de convencional, que disfrutamos junto a Scorn, Pan American o Autechre, en esa gruta maquinal y viciosa este álbum llegaba como mensajería paranormal extrema, el mismo británico comenta en el momento de su publicación: "Un amigo me dijo que había sudado mientras lo escuchaba. Otro, que casi había llorado. Y un periodista se atrevió a escribir que desde 'Fear Of A Black Planet' (Public Enemy) o 'Closer' (Joy Division) nunca se había puesto tan nervioso. Eso me encanta, porque yo no me considero nada experimental. No pretendo que mis pocos 'seguidores' se empapen de demasiada teoría. The Third Eye Foundation es violencia muy sutil y tristeza nada subliminal" (entrevista de Jesus Llorente para RDL, noviembre 1997).
Bueno eso era lo que pensaba el buen Matt, la verdad es que por acá pocos pescaron o se enteraron de la sobracarga expresiva que portaba "Ghost", de ahí la intención de volver a traer esta placa y comenzar a desmenuzarla, 15 años no es poco y de seguro nosotros también hemos cambiado en este tiempo, pero el ruido, la abstracción, la repitición y esos ritmos industriales otra vez nos chocan desde la partida con "What To Do But Cry?" ('Qué hacer sino llorar') es increíble que estos ambientes manipulados y salvajes igual entregen cierto consuelo para el alma inquieta, conjeturas, empatía con los desolados (indignados), no sé, la cosa es que los ritmos se tornan adictivos, quieráslo o no. Cortes como "Corpses As Bedmates" (homenaje para la agrupación también citada en esta entrega), "The Star's Gone Out" o "The Out Sound From Way In" no dan tregua y se transforman poco a poco en la columna de un disco conceptual, desafiante, lleno de cacofonías, brumas y golpes metálicos, escucharlo supone cierta agonía, pero a la vez esa libertad manisfestada y el ruido se convierten en el aguacero perfecto para la salvación y el escape, eso si es seguro. 
Y de la trilogía final para que decir, partiendo por ese poema maldito hecho ambiente en "I've Seen The Light And It's Dark" ('He visto la luz y es oscura'), que títulos por favor!, quejidos camuflados en la maraña electrónica, música del lado oscuro florenciendo para tí y el azote que se ralentiza en la vena, luego para la titular "Ghosts..." el aliento se vuelve terminal, opresivo espacio de capas y saturación, por ahí se ve algo de luminosidad agazapada como un dia abochornado en el puerto, Bristol o Valparaíso podría ser, sonidos que se arrastran, atmósferas infectadas por el desvancimiento, desaparecer. Para el fin queda "Donald Crowhurst" inspirada en un navegante británico muerto en una regata a la que asistió para salvar de la bancarrota, historias de perdedores, vidas mínimas en las que The Third Eye Foundation fija su mirada, más un puro manto de viento blanco, illbient tratando de alcanzar la otra orilla, los naufragios. Bien uno podría comparar esta última parte del disco con los 3 tracks finales de disco "Closer" de Joy Division, por ese decaimiento musical y físico que pone la firma a esta creación, traspasando el foso auditivo hasta llegar directo al centro sensitivo, Matt Elliott puede estar  satisfecho, ha logrado sacudir con sus formas y siluetas, se quedarán para siempre en el refugio atardecido, y por supuesto también en el corazón negro.
Fantasmal.

Raúl Cabrera H.








Venus Handcuffs
dead man`s curve, 1986

Uno de esos raspados fatuos de la no wave y el post-punk norteamericano que nunca logramos alcanzar o conocer en su tiempo, ahora ya silentes nos cruzamos con el dúo Corpses As Bedmates (Cadáveres como compañeros de cama) con su tercer y último álbum "Venus Handcuffs", la banda la forman (la alemana de nacimiento) Susanne Lewis y Bob Drake (antes habían sido un trío en sus dos primeros discos con Karen Sheridan quién se retira antes de la publicación de este trabajo), y no hubiese sido lo mismo quizás si Matt Elliott (The Third Eye Foundation) no titulara un tema suyo con este nombre y todos los comentarios que ha hecho sobre la banda que se cuenta como una de sus influencias claves, el mismo Elliott explica: "Sentí un impacto muy grande al escuchar por casualidad el disco 'Venus Handcuffs', de Corpses As Bedmates. Arrancaba con unos acordes discordantes, donde emergía una voz femenina desesperada. Sonaba como si la hubiesen maltratado física y psicológicamente pero sin quitarle su fuerza expresiva, Todavía escucho ese álbum y me arden las tripas". Con una aseveración de esta laya es imposible mantenerse pasivo, ustedes entenderán.
Y claro el disco abre con la citada "Venus Handcuffs", la voz es desgarrada y la instrumentación áspera, como algunas bandas noise actuales pero en cámara lenta, así el tormento se vuelve más letal, hay gritos y pareciera que se estuviera destripando a alguién, Susanne magulla inocentemente desde el infierno, recuerda un poco a Lydia Lunch y a Kim Gordon en sus tiempos más extremistas, desequilibrados detalles que logran conectar, sin dudas se trata de uno de esos discos polvorientos encontrados por verdaderos 'ratones de disquerías antiguas'. Más allá se suceden otros antros de sonido mutante como "Haebsibah", la muy velvetiana "A Thought Through Shadows" y la necrofagia atonal de "Gus Black Box". Todo intervenido en un subterráneo lo-fi bastante instintivo y cadencioso, no me sorprende lo desconocido del grupo, sencillamente porque en 1986 esta música era tildada de 'rara' y luego desechada sin mayor cuidado, quizás se trata de una placa más apta para orejas actuales, lo que no deja de llamar la atención sobre estos exploradores de Colorado, haciendo ruido para otro tiempo, como en la espectral "Phantom", donde se puede sentir el vínculo con The Third Eye Foundation (con que partió todo este desfile) en esas ambientaciones crepusculares de mala leche. 
El circulo se cierra en la misma herida, está bien.
Para terminar les dejamos la recomendación de indagar en sus 2 anteriores trabajos: "Babaa & Scheibel = 69" (1984) y "Halo" (1985). Otros proyectos posteriores a Corpses As Bedmates interesantes de los mismos Susanne y Bob son Hail y Thinking Plague. Todo muy enfermo y planeador, tal como nos gusta.

Raúl Cabrera H.








Transparent Winter
blackest rainbow, 2011

Desde Turín aparecen tres figuras tras el bellísimo nombre de Painting Petals On Planet Ghost, los hermanos Maurizio y Roberto Opalio (más conocidos como My Cat Is An Alien) junto a Ramona Ponzini y esos cantos que hacen volar la imaginación hacia territorios orientales distantes.
"Transparent Winter" es su cuarto álbum y primero para la escuderia inglesa Blackest Rainbow conocida por amparar el drone, el aislacionismo sonoro y la oscuridad más refinada en su entorno, la placa está compuesta por sólo 2 piezas de 18 minutos, la primera denominada "Mars Appears", un trayecto emancipado que se expande en la voz infante de Ramona entre circuitos intermitentes y ecos hechizeros, pronto el terreno se torna más orgánico con percusiones extraviadas y florales, aún así la transpariencia casi se puede palpar, caemos en el vacío sin soportes pero con encanto, se trata de música hecha para flotar sin prisa, sin cuestionamientos, sólo con sencillez.
La segunda parte no dista mucho de ese aliento peregrino, armonias cruzadas creadas por sintetizador y delay, pequeños retazos de piano y guitarra que moran huerfános en la vastedad, una voz que aparece con luces suaves, cautivando el entendimiento y girando sobre si misma, "The Mountain" duerme en la visión silvestre hasta transformarse en otro elemento del paisaje natural, podría encontrarse allí siempre y no lo notaríamos, los sonidos parecen salir de la tierra misma o de un espejismo furtivo, los sueños, esa amplia cavidad de fortalezas y destrezas inconcientes que por algún espacio respiran y salen para saludar al cielo despejado y las nubes siempre perfectas en su blancura, sensibilidad en la cumbre.
Un 'Invierno Transparente' queda como legado desde la lejana Italia, taciturnos, no es primera vez que les tenemos en el refugio esquimal, ya antes habíamos reseñado de Panting Petals On Planet Ghost su florido trabajo  "Fallen Camellias" (2008), 'pintando pétalos sobre un planeta fantasma', todo concuerda.
Si dudas entra, será mejor.

Raúl Cabrera H.

Zeros
captured tracks, 2012

En los ochentas, la escena musical constituía un caldo de cultivo para las creaciones oscuras con las lúgubres particularidades de la sociedad como estandarte. Una década dura, en donde la mayoría de la gente se encontraba hastiada del sistema y en consecuencia, se desquitaban en las sórdidas calles con violencia y rigor. Fue la década del post punk, de aquellas bandas comandadas por caudillos introvertidos que buscaban la respuesta en la alienación y la experimentación. Hoy en día, vivimos en una época que comparte ciertas similitudes, por lo que no resulta sorprendente que nazcan bandas con la misma visión que las que tenían Bauhaus, Nick Cave o Joy Division.

Lo que sí resulta sorprendente es la capacidad de creatividad musical y sonido envolvente que estas ‘nuevas bandas’ del darkwave, post punk -o como sea que se le quiera llamar- transmiten y logran enviciar, como si la escena musical de antaño estuviera resucitando. Ya lo hemos visto con artistas como Grimes, Crystal Stilts, DIIV o Blouse, una nueva camada que busca resucitar lo más sombrío de su visión de mundo.

Pero entonces está The Soft Moon, oriundos de Oakland, California. Un lugar que no se destaca por un clima frío ni por sus miserables avenidas, por el contario, es una ciudad donde el verano dura casi todo el año. Quizás tanta normalidad y superficialidad hizo que Luis Vásquez, la mente detrás de The Soft Moon, se encerrara en su departamento, solo, con un estudio de grabación apenas convencional y un montón de ideas dentro de su cabeza. Así nació este proyecto, el que irradia toda la explosión de emociones que Vásquez tiene para entregar: soledad, irritación y aislamiento. En los últimos dos años, ya ha lanzado material que destaca por su ácida sonoridad y su baldío musical. Su debut homónimo el 2010 y el posterior lanzamiento del EP "Total Decay" en 2011 le valieron un cupo dentro de lo más selecto de esos respectivos años.

Ahora, The Soft Moon vuelve con "Zeros", una placa más enviciada y agitada que se adentra en el darkwave que define a Suicide, The Jesus and Mary Chain o Swans. Todo comienza con “It Ends”, una composición épica que especifica el sonido que más adelante se expone en el álbum. Destacan también “Die Life”, “Crush” y “Lost Years”, los que hacen que el rumbo se deslize hacia el interior de la mente de Vásquez, presentándose perturbada y ahogada en el metálico ruido de sus composiciones, envolviendo en una atmósfera de encierro y misterio. Semejanzas claras con lo que hace décadas hacían los indignados y solitarios anteriormente mencionados. Así, The Soft Moon se emplaza como uno de los nuevos sonidos que mejor resucitan la depravación y descontento que actualmente se apodera de muchos.

por Álvaro Molina








CARTER TUTTI VOID
Transverse
mute, 2012

Escuchar “Transverse” del tirón puede producir inquietantes efectos secundarios. Los más evidentes: desasosiego y desconexión de la realidad. El disco apenas dura 40 minutos, tan intensos, eso sí, que dejan una huella indeleble: apenas se ha terminado “Transverse”, el cerebro vuelve a pedir más. Y no se trata precisamente de una escucha fácil: repetición, loops superpuestos, capas de ruido industrial... No estamos ante canciones, sino ante cuatro tiempos de un mismo tema que van mutando en sus distintas versiones (los títulos de los temas, “V1”, “V2”, “V3” y “V4” lo dicen todo).

“Transverse” nació el pasado año en el Short Circuit que organiza Mute. Allí es donde Carter, Tutti y Void interpretaron y grabaron estos temas que ahora ven la luz. Música primigenia, que habla directamente al instinto y a las pulsiones, armada con distorsión y beats oscuros. Y pese a todo, hay momentos en que “Transverse” resulta increíblemente cálido, acogedor incluso, como en “V2”, donde es fácil perderse y no querer encontrar la salida.

En este proyecto de Chris Carter, Cosey Fanni Tutti (juntos, Chris & Cosey) y Nik Void (Factory Floor) hay ecos de los Throbbing Gristle de “20 Jazz Funk Greats”, de esa ‘anti-música’ capaz de provocar todo tipo reacciones en el público y que les llevaron a ser acusados de “azote de la civilización” por algunos ‘bienpensantes’. “Transverse” demuestra que Carter y Tutti aún tienen mucho que decir a solas –o acompañados de discípulos como Void–, y que es un error creerse aquello de que la edad lleva a la madurez (una palabra que en música a menudo es sinónimo de aburrimiento). La prueba está en estos 40 minutos absolutamente radicales, nihilistas, innovadores e inquietantes. Escuchar “Transverse” es iniciar un viaje alucinado que se sabe cuándo empieza pero no cuándo termina, porque es casi imposible no escuchar el disco en bucle. “Transverse” no es música, es algo más.

por Carolina Velasco
Poems From A Rooftop
sonic pieces, 2012

Como dice la hoja de prensa, la obra de Dictaphone no se caracteriza por ser de las más prolíficas. En ya diez años no llevan más de tres discos y un EP. Poco si se compara por como hoy funcionan las cosas, en las que cada idea es lanzada de inmediato y cobra forma en una realización. Así es ahora, y así no son ellos. Anterior a esto solo se encuentran “M.=addiction” (2002), “Nacht EP” (2004) y “Vertigo II” (2006), todos ellos publicados por City Centre Offices. ¿Y qué es Dictaphone? Pues un dictáfono es un dispositivo de grabación de sonido usado comúnmente para grabar un discurso que más tarde debe reproducirse o mecanografiarse, originalmente fabricado por la Columbia Graphophone Company en 1907. ¿Y quienes son Dictaphone? Dictaphone es una banda formada a fines de la década de los noventa en Berlín aunque nacida en Bruselas de la mano del multiinstrumentista Oliver Doerell y el clarinetista/saxofonista Klaus Bru. Luego que este deserta, aparece Roger Döring. En 2009 se les suma el violín de Alex Stoltze, lo que da forma al ente que es ahora Dictaphone.

Es primavera en Europa, tiempo adecuado para que por fin vea la luz la nueva referencia de esta banda poco dada a aparecer, ahora en Sonic Pieces, el excelente label de Monique Recknagel, y lo hacen dándonos nueve poemas desde algún lugar en Alemania. Lo que han hecho ahora, tal y como lo venía haciendo años atrás es una especie de electrónica orgánica, por donde florecen timbres de variada naturaleza. Música bella como la que habitualmente decora el sello alemán, enmarcándose en una suerte de interiorismo musical, tendiente a hacer más habitable el entorno, pero intentando en esa labor ser lo menos efímero posible. Moldeando la superficie sin que la obra se caiga a pedazos. “Poems From A Rooftop” navega por una suerte de jazz muy suave y maleable, con destellos provenientes de cada uno de los instrumentos que participan en la escenografía. Algo como lo que hace, de una manera diferente, el alemán F.S. Blumm, eso de colocoar los sonidos como si fuesen muebles de un salón viejop salón de estar. Doerell & Doering, más Stoltze han dado vida en este trabajo a una obra rica en matices, en los que cada detalle de magia sintética tiene su respuesta en clave acústica. Un constante juego de voces, una distracción en el patio de recreo de los sonidos. “The Conversation” propone al comienzo una rítmica alegre, con el bajo de Doerell serpenteante sobre unas percusiones quebradas. “Maelbeek”, más introspectiva circula por corrientes cinematográficas (como buena parte del disco). “Manami” destaca en particular por la atmósfera sedosa que se genera en el dialogo entre sus cadencias electrónicas y la guitarra eléctrica. “Soylent Green (1973)” parece flotar más que el resto, antesala de “Poem From A Rooftop”, la que da título al disco, que a su vez viene de  la Revolución Verde en Irán, donde la gente, por temor a salir a la calle protestaban contra el régimen desde sus tejados. La canción parece una queja en tono casi de comedia donde los disparos son pequeños chirridos. En “A bout de souffle” destaca por sobre todo el clarinete sobre un manto ruido que por si solo sería incomodo, pero cheque en el conjunto es de lo más agradable. Poema número siete: momento de ya oír la perla , “Rattle”, donde todo lo que puede ser el disco se resume en seis minutos, acrecentados por la voz grácil de Mariechen Danz. El universo detallista de Dictaphone enuentra en las cuerdas vocales de Mariechen el elemento necesario para expandirse hasta más allá de la luz visible. Lo que queda es para bajarnos de la nubes: “Au botanique”, arquitectura de jardines, y “Nr. 12”, remanso mecido sobre una capa arrugada de electrónica y acústica pacífica, por un desahogo de jazz  encantado.

“Poems From A Rooftop”, poemas desde el tejado de algún lugar en Alemania. Diseño de interiores sacado al exterior, manipulando el espacio haciéndolo más cómodo. Y es fácil de comprobar: es cuestión de colocar el disco a reproducir y el ambiente inmediatamente se hace más grato, como en una antigua sala de estar, como la sensación al ver “El arca rusa” y estar en el Museo Hermitage.

desde









GARETH DAVIS & FRANCES-MARIE UITTI
Gramercy
miasmah, 2012

Quizás haya más de alguien a quien estos nombres le sonaran conocidos, de algún sitio, algún privilegiado que ha dirigido de buena manera su atención. Para mí, al menos, solo uno de sus vértices me es familiar, aunque no tanto de la manera como quisiera. Sobre el otro, es recién ahora que vengo a descubrir, algo tardíamente, pero al menos he tenido la suerte de cruzarme con ella. Gareth Davis es un músico quien a través de la exploración de una sola herramienta ha enriquecido el lenguaje musical, con un pie en el jazz frío y el otro en una experimentación libre, siempre con el horizonte limpio y claro. Su obra es amplia y muchas veces difícil de encontrar, muchas de ellas vinilos de diferentes formatos en pequeñas firmas y en ediciones limitadas. Varios han sido los que se han beneficiado de su maestría para dibujar líneas nunca imaginadas, músicos como Steven R. Smith, Elliot Sharp, Ian Hawgood o Machinefabriek. Precisamente con este último es que le conocimos cuando publicó su segunda colaboración, el excelente “Grower” (Sonic Pieces, 2011) [133]. Sin embargo, queda mucho por descubrir. El otro pie es Frances-Marie Uitti, chelista quien, ignorante yo, ya viene trabajando desde hace más de tres décadas. “The Second Bow” (Cramps, 1980) es su primer álbum y hoy la tenemos por fin cerca nuestro. Aún queda mucho por descubrir.

Gracias al impulso de Erik K. Skodvin y Miasmah, Gareth y Frances-Marie forman una nueva sociedad efímera con posibilidades de sobrevivir más allá de un trabajo. El itinerario de “Gramercy”, a pesar de empezar de madrugada, va decreciendo en intensidad sonora, lo que implica a su vez un incremento de su carácter sombrío. A medida que va avanzando se va volviendo más y más opaco, como un reflejo de su cubierta, gris sobre negro con rayos de luz. Por un lado Davis ocupa una técnica en la que va delineando figuras sin dirección aparente, a veces confusas, pero que desde el exterior parecen muy bien formadas. Estructurado por fuera, complejo por dentro. Además esas figuras no son lisas, sino que muy por el contrario punzantes, con las esquinas muy afiladas. Uitti, por su lado, parece ir por un trayecto similar, armando sus melodías a contracorriente, utilizando un método propio que consiste en utilizar un par de arcos gemelos, que le permite alcanzar otros sonidos y llegar a varias zonas de su mástil a la vez. Dos arcos, un millón de sonidos, doce dedos, y un fuego cruzado de sonidos encontrados y enfrentados en el caos organizado. Las maneras de contraponer sus ideas, que en mucho tienen en común, dan de si un tejido de redes cortantes, no en el extremo de lacerar los tímpanos, pero si de hacer de su escucha un viaje algo agitado.  “2AM” es un titulo que puede llevar a confusión, pues su inicio poco tiene que ver con el sosiego nocturno. Esa, como las tres piezas que le siguen, marcan esa tendencia a la intranquilidad que de ahí en adelante insistirá en resaltar esa inquietud pero de una manera más profunda, no tanto en las formas como si en el fondo. Poco a poco, el color negro se irá apoderando del clima. Desde el final de “Smoke” hasta el comienzo de “Cold Call” el ambiente toma un giro sin retorno hacia las nieblas soterradas. Davis pareciera que soplara a la distancia hacia el clarinete y Uitti se ve como oculta en el mutismo. Pero el descenso definitivo llega con los veinte minutos de “Detour”, la cual contiene todo a lo que me he referido, con Gareth representando una especie de mar de drones suspendidos por medio de su aliento y Frances-Marie cortando el aire, tanto cuando su rol es estelar como cuando no lo es. “Razor” camina descalza por su discreción de ruido y “Stained” parte igual pero por en mitad de su viaje, cuando uno se ha adormecido, le da por seccionar la brisa helada e interrumpir la calma como una guillotina, hasta disolverse en el más profundo silencio, dentro del murmullo de la noche, en el negro al que evoca.

Siguiendo la política que parece imperar en Miasmah, todo lo que proviene desde la marca berlinesa parece teñido del color de las tinieblas. “Gramercy” no es la excepción. El disco de Gareth Davis y Frances-Marie Uitti es también un descenso lento y progresivo a las profundidades más densas por donde el sol no llega a atravesar, y en el que por medio de alientos agónicos y movimientos cruzados hacen de las sombras el lugar donde uno desearía perderse.

por Patricio








El Sueño del Esquimal #371 en transmisión, jueves 8 de noviembre a eso de las 21:00 hrs. por Radio Placeres 87.7 FM desde la bahía de Valparaíso, también online para el resto de este y los otros mares, www.radioplaceres.cl.





















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