Algo anda mal, parecemos enfrentar una corriente terminal. Sin entender avanzamos, quizás la música sea el último refugio, no perdamos esta ruta.
'Allelujah! Don't Bend! Ascend!
constellation, 2012
La
humanidad arde, corren vientos divisorios y el ensamble canadiense
retorna para tomar este horizonte apocalíptico y transformarlo en
sonoridades afines con esa 'caída' que flota en el ambiente.
2012!!!,
cuanto se ha hablado, cuanto se ha especulado y urgado en el tema, pero
nadie se había atrevido a plasmar este cadalso en música, Godspeed You!
Black Emperor es una agrupación difícil de etiquetar o situar entre
conceptos pre-determinados, su fuerza e inspiración parecieran venir
desde un territorio alienígena, visionarios formadores de atmósferas,
aluviones sónicos y tempestades; diseños sonoros profundos, cargados, y
esenciales a fin de cuentas, esta vez planeando sobre el dolor y la
miseria de los desposeídos, los huerfános de la guerra, los inocentes
desolados de Palestina o los Balcanes.
Y claro, venía como anillo
al dedo volver bajo el halo esotérico y 'conspiratorio' luego de 10
años de silencio editorial (que no en sus directos, a los que habían
regresado en 2010), ya se había arado de alguna forma el terreno y
quizás la onda expansiva de los músicos de Montreal nunca se disipó,
teniendo en cuenta que todos (sus componentes) son células activas del
sello Constellation, ya sea colaborando, produciendo o publicando en
forma personal y en otros proyectos de la casa.
Eso sin contar la influencia de Godspeed! en la música independiente de fines del siglo pasado, trabajos como "F♯ A♯ ∞" (1997), "Slow Riot For New Zerø Kanada E.P." (1999), "Lift Your Skinny Fists Like Antennas To Heaven" (2000) y su última placa "Yanqui U.X.O." (2002), se encuentran en el altar sacro de lo que alguna vez se definió como 'Post Rock', y con justa razón.
Eso sin contar la influencia de Godspeed! en la música independiente de fines del siglo pasado, trabajos como "F♯ A♯ ∞" (1997), "Slow Riot For New Zerø Kanada E.P." (1999), "Lift Your Skinny Fists Like Antennas To Heaven" (2000) y su última placa "Yanqui U.X.O." (2002), se encuentran en el altar sacro de lo que alguna vez se definió como 'Post Rock', y con justa razón.
Ante tal panorama la expectación por escuchar lo nuevo de estos exploradores venía creciendo, en tienpos cuando la vieja etiqueta de 'lo que venía después del rock' poco y nada dice o suena, la pregunta era: ¿Hacía donde dispararían?. He aquí cuando toda esa aprensión se dispersa, ya que desde el primer segundo en que entramos a esta gran sinfonía del caos denominada "'Allelujah! Don´t Bend! Ascend!", el plano cotidiano
desaparece y somos empujados por las marejadas de ruido bien configurado
en estaciones que más que temas o tracks, podrían definirse como
vivencias de imágen o pequeños 'cortos' sonoros sobre lo mal que
va el planeta, sus líderes y el poder que mal gobiernan, el dinero, las
palabras de buena crianza, las bombas y los intereses multinacionales;
estamos hablando de política indignada, de protesta auditiva, de
sollozos.
El disco está formado por sólo 4 cortes, 2 que duran casi 20 minutos y 2 más que andan por los 8, actitud nefasta, característica lo-fi intensísima e instrumentación aguda, partiendo por la inmejorable "Mladic" (19:56 min.) con esas grabaciones radiales de guerra, de a poco se cierra (abre) la plataforma y comienzan a manifestarse los sonidos fisurados, ocultos, mucho drone suspendido y destellos intermitentes que aparecen sin orden alguno, caóticos, el paisaje es brumoso y pesado, parecemos pisar un campo marchitado, una batalla, lo más increíble es como los 8 músicos participantes van creando un entorno físico energizante a pesar de la negrura manifiesta, funcionando rotundos, como una nube que avanza fortificada por la lluvia y el ventarrón, como una rabia contenida por décadas. El contingente ejecutante es el ya clásico de Godspeed!, o sea digamos: Mauro Pezzente al bajo, Aidan Girt en las percusiones, Bruce Cawdron vibráfono, Thierry Amar en chelo y contrabajo, el gran Michael Moya (de Hrsta) en guitarras, así como otro grande Efrim Menuck, David Bryant en dulcimer y aparatos, y claro no podía faltar Sophie Trudeau al violín y los teclados. Canadá experimentalista otra vez haciendo temblar el piso y las conciencias.
El disco está formado por sólo 4 cortes, 2 que duran casi 20 minutos y 2 más que andan por los 8, actitud nefasta, característica lo-fi intensísima e instrumentación aguda, partiendo por la inmejorable "Mladic" (19:56 min.) con esas grabaciones radiales de guerra, de a poco se cierra (abre) la plataforma y comienzan a manifestarse los sonidos fisurados, ocultos, mucho drone suspendido y destellos intermitentes que aparecen sin orden alguno, caóticos, el paisaje es brumoso y pesado, parecemos pisar un campo marchitado, una batalla, lo más increíble es como los 8 músicos participantes van creando un entorno físico energizante a pesar de la negrura manifiesta, funcionando rotundos, como una nube que avanza fortificada por la lluvia y el ventarrón, como una rabia contenida por décadas. El contingente ejecutante es el ya clásico de Godspeed!, o sea digamos: Mauro Pezzente al bajo, Aidan Girt en las percusiones, Bruce Cawdron vibráfono, Thierry Amar en chelo y contrabajo, el gran Michael Moya (de Hrsta) en guitarras, así como otro grande Efrim Menuck, David Bryant en dulcimer y aparatos, y claro no podía faltar Sophie Trudeau al violín y los teclados. Canadá experimentalista otra vez haciendo temblar el piso y las conciencias.
Ya en la segunda parada la aceleración baja, que no la carga, "Their Helicopters' Sing" es
un espacio que parte muy atmósferico con unos violines rasgados y
ornamentaciones que parecen despertar lentamente, de nuevo los sonidos
van armando una visión fantasmal, apocalíptica si se quiere, en este
punto es bueno decir ante las suspicacias iniciales que la banda no deja
de sonar tan grandiosa como antaño, se soportan en una creación muy
particular que ya no requiere encajar en ningún estilo, aunque podríamos
atrevernos a deslizar un nuevo eslabón quizás... el 'post-post rock' (ja!,
siendo atrevidos), la verdad es que Godspeed You! Black Emperor es un
ensamble que cada cierto rato se compone y se deconstruye bajo
direcciones que van más ligadas a la búsqueda e interpretación de un de
grupo (de buenos camaradas) viajantes hacia espacio interior. El estilo
pasa a un segundo plano en estas latitudes, se logra plasmar la herida
con música que propone otros estados, así como en la arabesca y extensa "We Drift Like Worried Fire" (19:57 min), una cabalgata marcial hasta los confines del gran conflicto,
el ritmo se acelera mientras combinan crudeza (principalmente en
guitarras y batería) con sutilezas de violín y chelo, todo el acto
trasciende llevándonos disparados hacia un territorio desconcertante,
turbio y sanador. Para el final dejan la más oscurantista "Strung Like Lights At Thee Printemps Erable", casi
un plano de ambient-drone que sangra por sus cuatro esquinas, desde
atrás se sumergen las guitarras entre vibraciones y ecos, golpes
metálicos, abstracción, RUIDO, corrientes internas presurosas por
escapar en el remanso terminal que despunta en la orilla. De seguro lo
grabaron todos juntos en directo, a la vieja usanza, se puede notar por
los movimientos, ondulaciones y retornos. Estamos frente a un discazo,
uno de esos trabajos que no terminan nunca de re-descubrirse, de
fascinar.
Recomendado!
Recomendado!
Raúl Cabrera H.
Centipede Hz
domino, 2012
Vamos a sacarlo del camino antes de sorprender a alguien. Animal Collective es una banda de música experimental. Juguetean con la electrónica, con el rock, con los instrumentos analógicos, pero en sí es difícil poder encasillarla en un único género. Para escuchar "Centipede Hz", su nuevo disco de estudio, tenemos que tener la mente y los oídos bien abiertos. Después de "Merryweather Post Pavilion" (2009), un disco mucho más accesible para el consumidor pop, esta nueva apuesta los devuelve a sus raíces, con una psicodelia llena de percusiones y ritmos tribales y, haciendo honor a su nombre, animalísticos.
La banda experimental formada por Noah Lennox (Panda Bear), David Portner (Avey Tare), Josh Dibb (Deakin) y Brian Weitz (Geologist) tuvo un largo camino por recorrer antes de llegar a "Centipede Hz". Casi todos los miembros de la banda editaron sus propios discos solistas en el interín, y Deakin, quien estuvo alejado de la banda desde 2007, regresó al grupo. Este cuarto miembro se nota mucho en estas nuevas composiciones, que se muestran mucho más experimentales que las de 'Merryweather', con Dibb aportando su experiencia detrás de los tambores y otras percusiones excéntricas. Justamente por este regreso a lo primitivo, a lo espiritista, puede no ser accesible para todos.
El disco comienza con “Moonjock”, que recuerda mucho a los esfuerzos de "Strawberry Jam" en el sentido experimental, con fuertes sonidos de fondo que se acompañan con guitarras distorsionadas analógicas. Lo pseudo-tradicional de las letras está acompañado por la incomodidad que nos pueden generar las melodías, dado que esta canción no responde a la estructura tradicional de una canción. Pero los Animal Collective son alquimistas sonoros, más que músicos, y esto lo demuestran con claridad en “Today’s Supernatural”, uno de los primeros cortes de difusión de "Centipede Hz", que con sus filtros vocales, gritos guturales, y percusiones violentas, recuerdan ciertamente a los primeros discos de la banda.
Lo primitivo, lo gutural, tampoco falta en “Rosie Oh”, pero aquí nos acercamos más al Animal Collective de 'Merryweather', con una melodía distintiva y más electrónica, un tempo pausado y mucho más tranquilo que en el resto del disco. En “Applesauce”, los ritmos electrónicos se vuelven predominantes desde un comienzo, aunque no faltan los sonidos desacomodados e incómodos, la banda llega al pico de tradicional que pueden llegar a tener, en una de las mejores canciones del disco. Luego llega el turno de “Wide Eyed”, una canción épica con atmósferas orientales, riffs electrónicos, que recuerdan quizás a la experimentación de los Beatles en Sgt. Pepper’s, si hubiesen tenido más instrumentos electrónicos.
Para “Father Time”, estamos a la mitad del disco, y esto no levanta. No estábamos esperando ningún 'Merryweather', pero ya vamos notando la decepción. Estamos frente a un buen disco, pero a un Animal Collective que se vuelve demasiado tribal, con los gritos que podemos encontrar en “Father Time” junto a esta melodía de jungla. “New Town Burnout” parece un clon de canciones como “Moonjock”, con más bases electrónicas sobre las cuales la banda va construyendo un ritmo casi completamente a base de percusiones extravagantes. Seguimos después con “Monkey Ritches”, otra canción que quizás puede ser más accesible, pero que se queda a mitad de camino aunque recuerda quizás, sobre todo por las vocales, a la popular “My Girls” de su anterior disco.
Por suerte, el disco parece remontar con “Mercury Man”, que salvando las distancias es una de las canciones más veloces del disco, no por las vocales sino por el casi esquizofrénico beat de fondo de los Animal Collective. Con “Pulleys”, se afianza aún más esta temática tribal con coros y gritos pero con más instrumentos analógicos que otras canciones del mismo LP. Finalmente, el disco cierra con “Amanita”, que en lugar de proveer un cierre concreto, parece el comienzo de otra cosa: también tiene una melodía muy diferenciada y oriental, una temática completamente ritual que nos transporta al medio de un fuego colectivo en el claro de un bosque.
En definitiva, no podíamos estar esperando otro "Merryweather Post Pavilion". Las bandas evolucionan, o, en este caso, se vuelven a reencontrar con el sonido que habían perdido. "Centipede Hz" no es para nada un disco malo, sino el esfuerzo de un grupo que se está volviendo a acostumbrar a ser un cuarteto, y que no tiene miedo de hacer lo que más le guste. Esto es completamente loable. Por otra parte, y a pesar de las altas dosis de experimentación y tribalismo que los Animal Collective saben inyectarle a sus composiciones, "Centipede Hz" también se mantiene como un disco sólido, con sus altibajos, claro, pero sin hacernos dudar de su coherencia. Las canciones son divertidas, como puede serlo cualquier ritual, pero también nos presentan interesantes capas sonoras que no pueden ser notadas en la primera escucha, y que requieren de una actividad intelectual mucho más intensa que una simple canción pop.
Ahora bien, el disco también tiene sus aspectos negativos. No es porque estamos quizás más acostumbrados al pop más mundano, o a la electrónica más marketinera. Simplemente, a "Centipede Hz" le falta algo: quizás sea la superproducción que tienen todas estas canciones, quizás la vibra experimental de su anterior disco se pierda con la grabación simultánea y analógica de todas estas canciones, como sucedió en este LP, o quizás sea porque estos temas se pasan de experimentales y se olvidan de apelar, muchas veces, al sentimiento que tendría que provocar la música. Son canciones excelentemente pensadas pero que muchas veces se quedan a mitad de camino por esa frialdad. Solamente porque Panda Bear y Avey Tare nos griten en prácticamente todas las canciones no significa que nos tengamos que sentir motivados a algo.
Con la vuelta de Deakin, pueden surgir cosas interesantes de Animal Collective. La banda tiene una trayectoria increíble, y este disco, por más fallas que tenga, vuelve a demostrar su maestría y nos hace preguntarnos por qué demonios más personas no escuchan sus canciones.
La banda experimental formada por Noah Lennox (Panda Bear), David Portner (Avey Tare), Josh Dibb (Deakin) y Brian Weitz (Geologist) tuvo un largo camino por recorrer antes de llegar a "Centipede Hz". Casi todos los miembros de la banda editaron sus propios discos solistas en el interín, y Deakin, quien estuvo alejado de la banda desde 2007, regresó al grupo. Este cuarto miembro se nota mucho en estas nuevas composiciones, que se muestran mucho más experimentales que las de 'Merryweather', con Dibb aportando su experiencia detrás de los tambores y otras percusiones excéntricas. Justamente por este regreso a lo primitivo, a lo espiritista, puede no ser accesible para todos.
El disco comienza con “Moonjock”, que recuerda mucho a los esfuerzos de "Strawberry Jam" en el sentido experimental, con fuertes sonidos de fondo que se acompañan con guitarras distorsionadas analógicas. Lo pseudo-tradicional de las letras está acompañado por la incomodidad que nos pueden generar las melodías, dado que esta canción no responde a la estructura tradicional de una canción. Pero los Animal Collective son alquimistas sonoros, más que músicos, y esto lo demuestran con claridad en “Today’s Supernatural”, uno de los primeros cortes de difusión de "Centipede Hz", que con sus filtros vocales, gritos guturales, y percusiones violentas, recuerdan ciertamente a los primeros discos de la banda.
Lo primitivo, lo gutural, tampoco falta en “Rosie Oh”, pero aquí nos acercamos más al Animal Collective de 'Merryweather', con una melodía distintiva y más electrónica, un tempo pausado y mucho más tranquilo que en el resto del disco. En “Applesauce”, los ritmos electrónicos se vuelven predominantes desde un comienzo, aunque no faltan los sonidos desacomodados e incómodos, la banda llega al pico de tradicional que pueden llegar a tener, en una de las mejores canciones del disco. Luego llega el turno de “Wide Eyed”, una canción épica con atmósferas orientales, riffs electrónicos, que recuerdan quizás a la experimentación de los Beatles en Sgt. Pepper’s, si hubiesen tenido más instrumentos electrónicos.
Para “Father Time”, estamos a la mitad del disco, y esto no levanta. No estábamos esperando ningún 'Merryweather', pero ya vamos notando la decepción. Estamos frente a un buen disco, pero a un Animal Collective que se vuelve demasiado tribal, con los gritos que podemos encontrar en “Father Time” junto a esta melodía de jungla. “New Town Burnout” parece un clon de canciones como “Moonjock”, con más bases electrónicas sobre las cuales la banda va construyendo un ritmo casi completamente a base de percusiones extravagantes. Seguimos después con “Monkey Ritches”, otra canción que quizás puede ser más accesible, pero que se queda a mitad de camino aunque recuerda quizás, sobre todo por las vocales, a la popular “My Girls” de su anterior disco.
Por suerte, el disco parece remontar con “Mercury Man”, que salvando las distancias es una de las canciones más veloces del disco, no por las vocales sino por el casi esquizofrénico beat de fondo de los Animal Collective. Con “Pulleys”, se afianza aún más esta temática tribal con coros y gritos pero con más instrumentos analógicos que otras canciones del mismo LP. Finalmente, el disco cierra con “Amanita”, que en lugar de proveer un cierre concreto, parece el comienzo de otra cosa: también tiene una melodía muy diferenciada y oriental, una temática completamente ritual que nos transporta al medio de un fuego colectivo en el claro de un bosque.
En definitiva, no podíamos estar esperando otro "Merryweather Post Pavilion". Las bandas evolucionan, o, en este caso, se vuelven a reencontrar con el sonido que habían perdido. "Centipede Hz" no es para nada un disco malo, sino el esfuerzo de un grupo que se está volviendo a acostumbrar a ser un cuarteto, y que no tiene miedo de hacer lo que más le guste. Esto es completamente loable. Por otra parte, y a pesar de las altas dosis de experimentación y tribalismo que los Animal Collective saben inyectarle a sus composiciones, "Centipede Hz" también se mantiene como un disco sólido, con sus altibajos, claro, pero sin hacernos dudar de su coherencia. Las canciones son divertidas, como puede serlo cualquier ritual, pero también nos presentan interesantes capas sonoras que no pueden ser notadas en la primera escucha, y que requieren de una actividad intelectual mucho más intensa que una simple canción pop.
Ahora bien, el disco también tiene sus aspectos negativos. No es porque estamos quizás más acostumbrados al pop más mundano, o a la electrónica más marketinera. Simplemente, a "Centipede Hz" le falta algo: quizás sea la superproducción que tienen todas estas canciones, quizás la vibra experimental de su anterior disco se pierda con la grabación simultánea y analógica de todas estas canciones, como sucedió en este LP, o quizás sea porque estos temas se pasan de experimentales y se olvidan de apelar, muchas veces, al sentimiento que tendría que provocar la música. Son canciones excelentemente pensadas pero que muchas veces se quedan a mitad de camino por esa frialdad. Solamente porque Panda Bear y Avey Tare nos griten en prácticamente todas las canciones no significa que nos tengamos que sentir motivados a algo.
Con la vuelta de Deakin, pueden surgir cosas interesantes de Animal Collective. La banda tiene una trayectoria increíble, y este disco, por más fallas que tenga, vuelve a demostrar su maestría y nos hace preguntarnos por qué demonios más personas no escuchan sus canciones.
por Bárbara Pavan
desde cucharasonica.com
Niña Ciboulette
autoedición, 2012
Desde la bahía de Valparaíso aparece Niña Ciboulette, dúo formado por Pepe en voces y batería junto a Daniel en el bajo, simetría poco usual que depara grandes sorpresas al introducirnos por estos 11 temas que dan cuerpo a su primer trabajo en largo "Niña Ciboulette", así simplemente.
Más de alguna vez les he visto en vivo en guaridas porteñas nocturnas, y siempre me ha llamado la atención la fuerza que estos dos muchachos aplican en sus canciones variopintas, desde la crudeza post-hardcore tipo Don Caballero hasta el reposo shoegaze, así sin ataduras estilísticas se puede mejor sentir la brisa costera.
Abren con la potente "Andreita", instrumental con grabaciones de niñez liberadora, llega muy bien como primer empalme mostrando todo ese nervio duro que guardan en su centro, de arriba para abajo y hasta el medio, y luego la lucidez de "Nube" ahora ya con la voz de Pepe, calmada como queriendo atrapar un sueño suspendido, el bajo rasgueado de Daniel termina por consolidar la conexión de Niña Ciboulette con el ruido blanco que no soltará y que los hace tan duales, siempre en ese borde de intensidad-calma.
Otro punto llamativo es que también cuentan con canciones en inglés como la postrockera "Rain", la merea que golpea en la ritmica cargada y acelerante, sin pausas encontramos "No Hace Falta", otro mazaso, esta vez acompañado por grabaciones de nuestro caricaturezco director (Sr. Piraña) y sus habladurías vacías que causan indignación, buen aporte en uno de esos cortes que se te quedan orbitando.
"Control Z" flota en un ambiente volátil extraño, sin perder fuerza se mueve por un territorio más narcótico, el bajo encarnado como guitarra le da ese toque un tanto space, aterrizamos en uno de los mejores momentos del disco donde el post-punk y la no wave se vienen a la cabeza, "Second Hand's Us" pareciera sacada de algún antro neoyorkino de fines de los 70`s, como DNA y Mars machacando nuevas actitudes desafiantes. Y así seguiremos hasta el final, siempre en ese arrebato tan necesario, en la sacudida salvadora.
Niña Ciboulette nos invita ha observar el paisaje y levantar la cabeza, quizás aún no está todo realmente perdido. La han colgado en su bandcamp para descarga gratuita, atentos.
Despertar.
Raúl Cabrera H.
Palindrome Hunches
brushfire, 2012
Neil Halstead, a quien conocimos como pieza fundamental en los shoegazers Slowdive y nos arrebató el corazón con el dream pop Mojave 3, ha ido acotando su propio espacio musical hasta los terrenos del folk-pop, un folk-pop moldeado con sobredosis de hipersensibilidad en su última entrega, Palindrome Hunches.
Es su tercer álbum en solitario y en él la máxima menos es más se cumple. Guitarra acústica, voz, contrabajo, violín y piano son los instrumentos básicos que dan forma a un sobresaliente cancionero intimista grabado con The Band of Hope, una serie de amigos de Halstead procedentes de Wallingford, a las órdenes de Nick Holton.
Aprovechando el parón de Mojave 3, cuyo último disco fue "Puzzles Like You" (2006), a Neil Halstead le ha dado tiempo a publicar dos trabajos: "Oh! Mighty Engine" (2008) y "Palindrome Hunches". Pero a diferencia del anterior, en éste parece que ha querido erizarnos la piel en su relajada escucha.
Aunque bien visto, la evolución de Halstead no ha extrañado a nadie. Perfectas armonías vocales, esa guitarra acústica que te traslada a un campo verde recién segado y unas letras muy líricas que emocionan pero no son ni ñoñas ni faltas de energía.
Letras que hablan de sentimientos, del amor, la pérdida, la añoranza, los sueños o el futuro incierto, aunque el tema que da título al disco habla de algo tan difícil de aceptar como el perdón. Esas canciones transmiten una rara serenidad que solo encontramos en obras como las de Kings of Convenience y los dos temas que escuchamos como adelanto, "Spin The Bottle", un lamento sobre una ruptura pasajera, la obsesiva melancolía del primer single, "Full Moon Rising" y la amarga "Tied To You", ya nos indicaban por donde iban los tiros.
"Digging Shelters" es un buen corte para abrir boca. El dream pop de Mojave 3 elevado a la enésima potencia con esa combinación de voz, guitarra acústica, piano y violín enternecedora hasta para los corazones más duros.
Y tras esa apertura se nos abre una caja de Pandora de canciones en esa misma línea, sin caer en la repetición o en el hastío en ningún momento. Sea la folkie "Bad Drugs Minor Chords" o esa pieza introspectiva que es "Wittgenstein’s Arm".
Es su tercer álbum en solitario y en él la máxima menos es más se cumple. Guitarra acústica, voz, contrabajo, violín y piano son los instrumentos básicos que dan forma a un sobresaliente cancionero intimista grabado con The Band of Hope, una serie de amigos de Halstead procedentes de Wallingford, a las órdenes de Nick Holton.
Aprovechando el parón de Mojave 3, cuyo último disco fue "Puzzles Like You" (2006), a Neil Halstead le ha dado tiempo a publicar dos trabajos: "Oh! Mighty Engine" (2008) y "Palindrome Hunches". Pero a diferencia del anterior, en éste parece que ha querido erizarnos la piel en su relajada escucha.
Aunque bien visto, la evolución de Halstead no ha extrañado a nadie. Perfectas armonías vocales, esa guitarra acústica que te traslada a un campo verde recién segado y unas letras muy líricas que emocionan pero no son ni ñoñas ni faltas de energía.
Letras que hablan de sentimientos, del amor, la pérdida, la añoranza, los sueños o el futuro incierto, aunque el tema que da título al disco habla de algo tan difícil de aceptar como el perdón. Esas canciones transmiten una rara serenidad que solo encontramos en obras como las de Kings of Convenience y los dos temas que escuchamos como adelanto, "Spin The Bottle", un lamento sobre una ruptura pasajera, la obsesiva melancolía del primer single, "Full Moon Rising" y la amarga "Tied To You", ya nos indicaban por donde iban los tiros.
"Digging Shelters" es un buen corte para abrir boca. El dream pop de Mojave 3 elevado a la enésima potencia con esa combinación de voz, guitarra acústica, piano y violín enternecedora hasta para los corazones más duros.
Y tras esa apertura se nos abre una caja de Pandora de canciones en esa misma línea, sin caer en la repetición o en el hastío en ningún momento. Sea la folkie "Bad Drugs Minor Chords" o esa pieza introspectiva que es "Wittgenstein’s Arm".
El caso es que con muy pocos mimbres se puede tejer un cancionero que puede que sea demasiado lírico, sí, sobre todo, el tema "Love is a Beast" o la propia "Palindrome Hunches", o pasado de azúcar "Sandy" o "Hey Daydreamer". Lo que sí tengo claro es que este es mi disco de pop de 2012.
por Victor R. Villar
desde hipersonica.com
The Black Rain
important, 2012
El primer álbum de Anoice para Important Records tuvo una modesta (pero cariñosa) acogida en su lanzamiento. Sin embargo, el acercamiento a "Remmings" ha sido constante y fuerte, ya que originalmente salió en 2006. Ahora, seis años más tarde, estamos encantados de ofrecer por fin "The Black Rain", la reacción de Anoice tanto a la oscuridad y esperanza que envolvió a Japón después de la catástrofe del terremoto de 2011, el tsunami y el accidente nuclear. "La Lluvia Negra" fue escrita a lo largo de 2011 y grabado en Tokio y Londres. Un disco que invita a una reflexión sobre los desastres y una oración para la sanación.
La estructura de "Black Rain" fluye como un álbum lleno de preludios de ornamentación clásica hasta la composición épica lograda por la banda en el disco "Finale". El oyente atento que llega a este supuesto 'final' es recompensado con un aterrizaje suave llamado "Fall Asleep" que lleva el álbum a su fin verdadero. La mayoría de los arreglos para esta placa se componen de cuerdas, piano y órgano. Los pianos fueron grabadas en varios lugares, incluyendo un hotel en ruinas por el terremoto.
Piezas de "The Black Rain" fueron incluídas en un compilatorio de caridad titulado "More Hope For Japan".
"The Black Rain" fue concebido originalmente para ser lanzado en la primavera de 2011, pero el lanzamiento fue declarado desierto por el título del álbum y la tristeza evocativa, la rabia y el odio contra el desconocimiento global, se expresada en las composiciones. La distribución de su música a través de muchos distritos de Japón se detuvo dando Anoice más tiempo de trabajo en el concepto. Aunque el grupo no se inspiró originalmente para hacer un disco que trata el tema de todo el desastre nuclear, esto cambió tras de los trágicos acontecimientos del 11 de marzo.
La estructura de "Black Rain" fluye como un álbum lleno de preludios de ornamentación clásica hasta la composición épica lograda por la banda en el disco "Finale". El oyente atento que llega a este supuesto 'final' es recompensado con un aterrizaje suave llamado "Fall Asleep" que lleva el álbum a su fin verdadero. La mayoría de los arreglos para esta placa se componen de cuerdas, piano y órgano. Los pianos fueron grabadas en varios lugares, incluyendo un hotel en ruinas por el terremoto.
Piezas de "The Black Rain" fueron incluídas en un compilatorio de caridad titulado "More Hope For Japan".
"The Black Rain" fue concebido originalmente para ser lanzado en la primavera de 2011, pero el lanzamiento fue declarado desierto por el título del álbum y la tristeza evocativa, la rabia y el odio contra el desconocimiento global, se expresada en las composiciones. La distribución de su música a través de muchos distritos de Japón se detuvo dando Anoice más tiempo de trabajo en el concepto. Aunque el grupo no se inspiró originalmente para hacer un disco que trata el tema de todo el desastre nuclear, esto cambió tras de los trágicos acontecimientos del 11 de marzo.
Requiem!
desde
Una Montaña Es Una Montaña
everlasting, 2012
Los Punsetes es uno de esos grupos amados y odiados con la misma intensidad. Sacar su nombre en una conversación puede despertar reacciones encontradas, desde quien de repente recita “que le den por culo a tus amigos” en un abierto guiño a su single "Tus Amigos" como quien se indigna con sólo mentar su nombre. Si alguien lo duda, que haga la prueba. La clave de esas reacciones, sin duda, está en el propio carácter del grupo: iconoclasta y sanamente irrespetuoso, lo mismo cantan al desamor que a la muerte, pero lo hacen siempre desde el humor negro y la más absoluta irreverencia, diciendo en voz alta lo que muchos sólo se atreven a pensar o decir entre amigos. Pero unas letras sarcásticas no bastan para dar empaque a un grupo: además hacen falta buenas canciones, y de eso Los Punsetes andan sobrados.
Después de dos años, llega por fin el tercer LP del grupo, y el primero que no se titula de forma homónima, sino “Una Montaña Es Una Montaña”. Un cambio de presentar su música que va mucho más allá: de los orígenes DIY del grupo, con aquellos 7”s autoeditados y remezclados por amigos han pasado a contar con la producción de El Guincho, que ya hizo una particular remezcla de "Tus Amigos" hace un par de años. Pese a que se mueven en coordinadas casi antagónicas, El Guincho ha sabido hacer un gran ejercicio de producción, dando a Los Punsetes esa potencia que quienes les hemos visto en directo a veces podíamos echar de menos en sus grabaciones. El Guincho ha sabido dar a las guitarras esa energía ruidista a la manera de Sonic Youth que derrochan sobre el escenario, ha ayudado a pulir un sonido que lleva fraguándose años, en conciertos pequeños para un público que les ha visto crecer. Porque ésa es otra: este disco es el resultado de muchos años, aunque se pusieran en boca de todos hace sólo dos. Empezaron como un grupo cercano a la nueva ola española de los 80s y han ido evolucionando hasta convertirse en los más firmes candidatos a ocupar el trono del indie pop español ahora que Los Planetas han decidido experimentar con el flamenco (grupo al que, por cierto, talonearon en su última gira). Basta con escuchar canciones como "Malas Tierras", la acelerada "155" o "John Cage" para constatarlo.
Pero ojo, que no se han olvidado de sus raíces: "Un Corte Limpio" se mira en "Cien Metros Para El Cementerio", con esa oscuridad que les caracteriza y que es, sin duda, una de las joyas del disco, y "Mis Amigos" suena a lo que probablemente andaban persiguiendo en la época en que compusieron "Accidentes". Por el camino han perdido ese punto amateur y punkarra que les caracterizaba, pero han ganado en solidez y su música ha dado un importante salto cualitativo.
¿Y las letras corrosivas? Siguen ahí, que nadie se espante. He ahí esa canción de amour fou que es "Untitled" y en la que Ari recita frustrada “quiero que me dejes de una santa vez en paz” a la vez que reconoce que quiere pasar con su pareja el resto de su vida a su pesar “y me da mucho asco / y me da mucha pena / malgastar contigo todo el tiempo que me queda”. No, pese a las apariencias, no es una canción de odio.
Hablar de Los Punsetes como de promesa a estas alturas de la película es estar desubicado: con este disco han dado el paso que les faltaba para convertirse en una realidad.
Después de dos años, llega por fin el tercer LP del grupo, y el primero que no se titula de forma homónima, sino “Una Montaña Es Una Montaña”. Un cambio de presentar su música que va mucho más allá: de los orígenes DIY del grupo, con aquellos 7”s autoeditados y remezclados por amigos han pasado a contar con la producción de El Guincho, que ya hizo una particular remezcla de "Tus Amigos" hace un par de años. Pese a que se mueven en coordinadas casi antagónicas, El Guincho ha sabido hacer un gran ejercicio de producción, dando a Los Punsetes esa potencia que quienes les hemos visto en directo a veces podíamos echar de menos en sus grabaciones. El Guincho ha sabido dar a las guitarras esa energía ruidista a la manera de Sonic Youth que derrochan sobre el escenario, ha ayudado a pulir un sonido que lleva fraguándose años, en conciertos pequeños para un público que les ha visto crecer. Porque ésa es otra: este disco es el resultado de muchos años, aunque se pusieran en boca de todos hace sólo dos. Empezaron como un grupo cercano a la nueva ola española de los 80s y han ido evolucionando hasta convertirse en los más firmes candidatos a ocupar el trono del indie pop español ahora que Los Planetas han decidido experimentar con el flamenco (grupo al que, por cierto, talonearon en su última gira). Basta con escuchar canciones como "Malas Tierras", la acelerada "155" o "John Cage" para constatarlo.
Pero ojo, que no se han olvidado de sus raíces: "Un Corte Limpio" se mira en "Cien Metros Para El Cementerio", con esa oscuridad que les caracteriza y que es, sin duda, una de las joyas del disco, y "Mis Amigos" suena a lo que probablemente andaban persiguiendo en la época en que compusieron "Accidentes". Por el camino han perdido ese punto amateur y punkarra que les caracterizaba, pero han ganado en solidez y su música ha dado un importante salto cualitativo.
¿Y las letras corrosivas? Siguen ahí, que nadie se espante. He ahí esa canción de amour fou que es "Untitled" y en la que Ari recita frustrada “quiero que me dejes de una santa vez en paz” a la vez que reconoce que quiere pasar con su pareja el resto de su vida a su pesar “y me da mucho asco / y me da mucha pena / malgastar contigo todo el tiempo que me queda”. No, pese a las apariencias, no es una canción de odio.
Hablar de Los Punsetes como de promesa a estas alturas de la película es estar desubicado: con este disco han dado el paso que les faltaba para convertirse en una realidad.
por Carolina Velasco
desde playgroundmag.net
When You're Gone EP
brainfeeder, 2012
Hace algo menos de un año, Lapalux estaba editando cassettes. Llevaba dos, de hecho. La primera, fabricada en 2008 en una tirada ridícula, se titulaba “Forest EP”
y era como si no hubiera existido nunca –su propio autor la volvió a
difundir el pasado mes de marzo, esta vez en digital, y sonó algo más
entre la blogosfera, pero tampoco mucho–. La segunda cassette quizá
fuera una consecuencia del volcado en la red de “Forest EP”, y es la
que empezó a construir, pieza a pieza, la reputación de Stuart Howard
en tanto que productor que prometía un mundo de ensueño, un país de las
maravillas –que en su página web él identifica con una especie de
‘eletro/organic sound continuum’–. “Many Faces Out Of Focus”
ocupó la referencia número seis de Pictures Music, el mismo sello
exquisito que previamente había alertado de nueva savia en la
electrónica inglesa de textura esponjosa como la de Dark Sky, Seams y
Koreless, y desde ese mes de abril, el silencio. Un silencio sin
incomodidad, porque Lapalux era entonces un secreto compartido entre
unos pocos iniciados en su jardín del Edén, y ahora roto con un salto
adelante propio de músicos con discurso y su consiguiente ingreso en la
exclusiva familia Brainfeeder con esta versión evolucionada, madurada
y aún más resplandeciente de su downtempo soleado, acribillado de
zumbidos y voces con el pitch distorsionado.
Lapalux es uno de esos nombres que han
relajado las maneras de la facción más melancólica del bass británico,
la que empieza con Burial y todavía no tiene fin, y han convertido la
pulpa musical en un refrescante zumo de ambrosía. Su música parece
que no se solidifique nunca, que sea un fluir de sonidos e impresiones
que no parecen quedarse nunca fijas ni en el sitio ni la memoria,
como un perfume o una visión rápida de un cuerpo en movimiento. Tal
como se desarrolla “When You’re Gone”, el grueso del EP suena más aéreo que sólido: “102 Hours Of Introductions”
es una especie de jazz electrónico en gravedad cero, como cuando
Flying Lotus se sale de todas las órbitas y se pierde en la distancia
sideral; “Moments (feat. Py)” acumula hacia el final unos
graves reforzados que penetran en el oído como alfileres, pero por
debajo sólo hay líneas de sintetizador amorfo y una voz que parece la
de un espíritu de las aguas y los bosques (ninfas y nereidas, pero en
versión post-dubstep). A partir de ahí se musculan los breaks y se
tensan los subgraves, pero las texturas siguen pegándose a la piel y
filtrándose por los poros como una capa de vapor –“Gutter Glitter”, “Yellow 90’s”, la conclusión ambiental de “Face Down, Eyes Shut”–,
y estas son las razones por las que Lapalux, en tanto que respuesta
desde UK a la psicodelia color sepia y tacto arenoso de equivalentes
americanos como matthewdavid o Salva, se postula como uno de los
verdaderos valores de futuro de la electrónica mansa y lustrosa,
aquello que antes –y hoy todavía– conocíamos como downtempo.
por Javier Blánquez
desde playgroundmag.net
El Sueño del Esquimal #370 en transmisión, jueves 25 de Octubre
a eso de las 21:00 hrs. por Radio Placeres 87.7 FM desde la bahía de Valparaíso, también online
para el resto de este y los otros mares, www.radioplaceres.cl.
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