octubre 10, 2012

El Sueño del Esquimal #369, jueves 11 de Octubre.




Gente con capucha haciendo música en acción libertaria, ecos arcanos sacudiendo la ceremonia  y sonido hypnagógico para demostrar que flotamos en una brisa sin tiempo, ese pestañeo incesante.







Blood Rushing
fire, 2012

La chica de Colorado que empezó cantando en bodas y funerales y pudo (perfectamente) dedicarse a la ópera (sencillamente, está más que dotada vocalmente hablando para el pop, basta una escucha a “The Wave Of Love” para comprobarlo) entrega un nuevo e impecable álbum, el noveno, en el que sigue explorando su peculiar concepción del folk de verdes praderas y arpas (“Waterfall”) que, en una época (la del iniciático “Little Life”, 2001) estuvo más cerca del (weird) alt-country (psicodélico) que del visceral fenómeno de la naturaleza (o los trenes que descarrilan) de “Geyser”, el penúltimo corte de este “Blood Rushing” que, como su propio nombre indica, es lo más parecido a una herida abierta que sangra (y que, a juzgar por la portada, no es otra que América). Misteriosa y retorcida, Foster firma algunos de los momentos más sagrados, en el sentido de ceremoniales, de su carrera (“Sacred Is The Star” parece arrancar en una cueva repleta de luciérnagas que iluminan el camino a base de punteos de mandolina) y, en general, la sensación es la de que las canciones, más que nunca, planean, y se alejan hacia la rama más alta de un árbol centenario (en “O Stars” oímos incluso a los pájaros), pero lo hacen sin prisa, deteniéndose con la supuesta intención de echar raíces (“Underwater Daughter”), para luego volver a levantar el vuelo. Sí, Josephine Foster es muy Joanna Newsom, o, quizá, mejor deberíamos decir que Joanna Newsom ha sido, desde el principio de los tiempos, una gran fan de Foster. Sólo que donde aquella vira hacia el público (y se erige en cuentacuentos, una peculiar cuentacuentos, de fábulas marcianas), Foster lo hace hacia sí misma, se echa un vistazo y recuenta heridas, que luego hace canciones y envuelve en cápsulas psicodélicas que por momentos incluso tienen aspecto de cánticos tribales (“Words Come Loose”). Pero lo hace tan bien que no puede dejar de resultar admirable.

Admirable es la intensidad contenida de la mutable “Blood Rushing”, de lejos, el mejor corte del disco, no es algo fácil de alcanzar, y admirable es la capacidad de esta cantautora amante de lo retorcido para componer canciones que son como pequeñas casas en las que puedes perderte y oír voces (Foster tiene un don para endulzar su voz, pero también para volverla del todo agresiva, para hacerla resultar punzante, incluso dolorosa). Sobre todo cuando descubres que cuando juega a ser una chica corriente es capaz de construir deliciosas canciones pop (a lo Joni Mitchell) como “Child Of God”. Aunque si lo hiciera seguiría sonando, por momentos, tribal y, claro, psicodélica, pero qué vamos a hacerle, nadie es perfecto.

por Laura Fernández








Held
tri angle, 2012
 
"Held" es el debut en largo de Holy Other para Tri Angle después de su prometedor EP ‘With U’, uno de los lanzamientos más sorprendentes del pasado año. Tri Angle continúa sacando la música más innovadora e imaginativa, al igual que el verano pasado puso el debut en largo de Balam Acab. "Held" funciona de la misma forma que "Wander / Wonder", amplía los supuestos planteados en "With U", retomando todos los puntos que hacían que mereciera la pena aquel EP, y entregando nuevas canciones aún más envolventes que las de aquel primer adelanto.

Voces pasadas por filtros, agudísimas o gravísimas, sirven de elemento de unión entre el oyente, y el ambient de miles de capas, donde el ritmo sirve también para amueblar la cabeza entre las voces de fantasmas que parecen venir a calmar, y no a inquietar, pese a que la presión y la incertidumbre sean conceptos que aparecen en las primeras escuchas.

El inicio con "(W)here" inicia unas sensaciones envolventes y de protección que se mantienen hasta el final con "Nothing Here". Se continúa con "Tense Past", con sus sonidos que se asemejan al sonido del mar, con sonidos que aparecen lejanos para ir acercándose progresivamente y volver a recluirse. Estas tres canciones, ya suponen una mejora considerable a un EP que tampoco necesitaba mejorar demasiado. Pero si además se añaden las canciones aún más expansivas como "In Difference" o "Love Some1", al final estamos ante un disco absolutamente impresionante.

Holy Other defiende su puesto de figura clave actual, en cuanto a innovación y a emoción, porque no se trata en absoluto de un disco frío, sino que su logro está en que llega a tocar al oyente en todo momento. Pese a la frialdad y el aislamiento que parecen mostrar sus portadas, con esas sábanas vacías, la música de "Held", sin embargo sirve para calmar y superar esos sentimientos.

por Alberto








LOOPS OF YOUR HEART
And Never Ending Nights
WOLFGANG VOIGT
Rückverzauberung 6
 
magazine, 2012

Dos discos y tres elementos: la casa, el padre y el hijo. La casa es Magazine, un sello artístico con residencia en Colonia y fundado en 2010 por los músicos Barnt, Crato y Jens-Uwe Beber, una exquisita marca con una imagen distintiva enfocada a la edición de material ligado a la electrónica con la mirada puesta de reojo en la pista y más fijamente en unos borrosos paisajes del horizonte. Hasta acá llevan solo siete referencias que son una delicia tanto a la audición como a la visión. El padre no puede ser otro que Wofgang Voigt, el alemán y alma máter de todo el sonido que nace en la antigua colonia romana y fluye por el Rin. Él es el hombre tras Kompakt, Profan, Auftrieb, Freiland y varias más, y la persona que en sus múltiples caras ha dado vida a la música electrónica desde casi unas dos décadas. Wofgang Voigt es la música electrónica en si mismo. El hijo vendría a ser Axel Willner, antes Lars Blek, más conocido como The Field, hoy Loops Of Your Heart, alumno aventajado del coloniense que a través de sus viajes de campo ha logrado desarrollar esa idea de hermanar las brumas ambientales con el pop. Juntos tenemos al padre y al hijo en la misma casa, aunque no en la misma habitación.

“And Never Ending Nights” corresponde a Magazine 5, por cuenta de Loops Of Your Heart, el nuevo nombre de Willner, quien ya se estrenara con esa identificación en “Pop Ambient 2012” (Kompakt, 2012). Este LP reincide en parte en sus obras previas como The Field, obras como “From Here We Go Sublime” (Kompakt, 2007) y especialmente “Looping State Of Mind” (Kompakt, 2011), una sublimación de la melodía si fin posible, más que la misma eternidad. La diferencia está en que esta vez las influencias del sonido alemán brotan por cada uno de sus surcos, absorbiendo su estancia en Berlín, y también su participación en “Render” (Magazine, 2010) de Cologne Tape, banda de la que es parte, y que tiene en su lista, entre otros, a Jens-Uwe Beber, Michaela Dippel (Ada) y Jörg Burger. Esa ‘alemaneidad’ forma parte de todo el disco, pero filtrado por sus ojos nórdicos, como si de un disco de remixes de Cluster hecho por The Field se tratase. La vieja tradición germana en el comienzo del siglo XXI, espacial, orgánica, futurista, campestre: kosmischen elektronische Musik. En los cuarenta y cinco minutos que dura este viaje espacial d noches sin fin Willner nos traslada hacia atmósferas gaseosas, donde la levedad es el entorno ideal. Sin embargo, al empezar a flotar las reminiscencias nos llevan a otro lado, hacia esa hermosa anomalía que fue Seefeel: “Little You, You Should Develop” parece sacado de las arcas perdidas de “Succour” (Warp, 1995) o, yendo aún más lejos, lo que queda después de los doce minutos de “Autechre Remix Of Spangle By Seefeel” (Polyfusia, 2003), es decir, la gloria. Luego de ese instante perdido vienen las auras alemanas (“Broken Now”: guitarras con filo llevadas luego de unos momentos a sus terrenos glaciares). El frío polar final de “Neukölln” se enlaza con la repetición de “End”, esto sí, música cósmica. Ese tema, junto con los tres restantes, son los que más inciden en los alientos del krautrock en su acepción más sideral, y creo que en la mejor manera posible, más expansivo que cuando se revisita mirando solo su segundo lado, y es en esa dispersión donde Willner le da un valor agregado a ese legado.

El turno del padre: “Rückverzauberung 6” es uno de los muchos discos que engrosan el enorme catalogo de Wolfgang Voigt, enorme en cantidad como en calidad. Ya este año tiene unos varios trabajos en la calle, y lo que ofrece para el label de Colonia, su ciudad, es un 12” de veintisiete minutos fragmentados en tres partes. Es este además el sexto de una serie de temas, mayormente fraccionados, que se iniciara como uno solo en el “Pop Ambient 2011” (Kompakt, 2011) y que se ha propagado por diversos formatos y sellos. El número seis de estos encantamentos invertidos nos muestra en su inicio a Voigt facturando una música atrapada por espíritus muertos, una electrónica espectral revirtiendo el espacio, volcando las auras del pasado en piezas fantasmagóricas. “Rückverzauberung 6.1” fallece en el instante en que una voz traída a la vida se impulsa por sobre el suelo. En esto no hay ritmo, no hay movimiento estructurado, solo una intensidad que hiela la piel, más cercano a un Kevin Drumm manipulando viejas cintas de ópera celestial. “Rückverzauberung 6.2” sigue propagando sus halos de hechizos fracturados, adulterando la música clásica, curvando la melodía como si fuese tan dúctil como una hoja de papel. Deja atrás su ambient pop y muestra su reverso menos luminoso, pero no por ello menos bello, entre sus saltos de ánimo, que los hay muchos entre medio de sus ráfagas de calor sepulcral. Eso en cuanto a la cara A del disco. Su anverso toma ese lado fantasmal pero le agrega su sabida técnica y ciencia de aplicar beats que percuten por sobre el track. Esta vez si lo tenemos jugando con el ritmo, repetitivo como suele ser, amparándose en el  techno y en las texturas vaporosas de su proyecto Gas. “Rückverzauberung 6.3” contrae el espacio hasta volverlo un lugar denso y espeso, construye unas líneas fuertes y marcadas pero que dejan traslucir el resto de los sonidos que se acumulan, tergiversando eso que se llama música de baile, y a su vez, dándole más vida que nunca. Un río de vida y muerte fluyendo. Magazine,un descubrimiento, y por dos: por un lado, “And Never Ending Nights” y las noches sin fin al calor del vapor incandescente y, por otro, “Rückverzauberung 6” y las masas frías de ruido sintético y aire muerto.

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 HILDUR GUÐNADÓTTIR
Leyfðu Ljósinu 
 touch, 2012

Y se hizo la luz. Muchas formas hay de sorprender, pero una de ellas ha llegado a mí de manera inesperada. Un día cualquiera, una semana cualquiera, sin que me lo esperara apareció ante mí una carpeta que una vez entré en ella no pude salir. Las maravillas de lo imprevisto. Hildur Ingveldardóttir Guðnadóttir es una músico islandesa nacida en 1982, chelista y compositora, mayormente reconocida por ayudar a otros artistas como múm, Pan Sonic, Angel (Ilpo Väisänen + Dirk Dresslehaus), BJ Nilsen, y varios más. Hace tan solo seis años se estrena en solitario con “Mount A” (12 Tónar, 2006), bajo el nombre de Lost In Hildurness ‎. De ahí en más ha seguido colaborando, y eventualmente entregando obras encerrada en su soledad, siempre con un punto de vista luminoso, pero de esa luz apreciable solo en el norte del mundo.

El nuevo trabajo de la islandesa fue grabado en vivo en el Centro de Investigación Musical de la Universidad de York, en enero de 2012 usando un micrófono SoundField ST450 Ambisonic y dos micrófonos Neumann U87. Sin embargo, en el ambiente no hubo publico alguno, no es este un registro de una presentación como si fuese un concierto. Nada de gente más que ella, sus instrumentos y aquello con que dejar una huella de ello. “Para ser fieles a tiempo y el espacio –los elementos vitales para el movimiento del sonido– este disco fue grabado íntegramente en vivo, sin ninguna manipulación posterior a la del sentido propio de la ocasión de la grabación”. Un preludio y una pieza central que no suman más de cuarenta minutos en los que Hildur despliega su arsenal reducido en materiales que sin embargo producen una alegría enorme. No se si sea la mejor manera de describirlo, pero ese efecto ha producido en mí. Reposado a ratos, inquietante en otros, en cada instante percibo un gozo al escuchar cada una de sus notas. Chello, electrónica y voz son los componentes por medio de los cuales construye una música exquisita. Atenta un instante, furiosa en otro. “Prelude” da un comienzo sugestivo, segundos en los que abre el camino que desarrollará ampliamente más adelante. Tranquilidad evocadora de una pureza infinita, que apenas llega a su fin, el segundo once del minuto cuatro da paso a “Leyfðu Ljósinu”, y la manera que lo hace es sencillamente devastadora. En un ritmo muy reposado, en un volumen muy bajo, comienza a advertirse la voz de Hildur, multiplicada por efectos, repetida hasta la eternidad. Parece que para provocar no es necesario hacerlo en voz alta, y eso es lo que ha hecho: en esos instantes iniciales cantando una especie de oración que se niega a partir. Tocando el cielo desde el silencio y lo que se acerca a el. Los monumentos más gloriosos y que más he disfrutado en estos meses. Pasado ese masaje a los oídos, casi en la mitad del trayecto, empieza a atacar con el chelo, a generar el contrapunto a tan balsámico sonido. Poco a poco, muy lentamente una atmósfera oscura se apodera de la sala –me da la impresión que esto fue grabado a oscuras–, como cuando la sombra se apodera de la sol, emergiendo una luz oscura, pero luz al fin. Ya no esta su voz, pero la magia sigue presente. Parecería que su ausencia podría echarse de menos, pero la gloria no se ha ido. Avanzando a escondidas, sus trazos dibujados con finura alrededor de las cuerdas van hilando unas redes finas y muy bien delineadas que forman una sola masa, repitiendo patrones hasta el cansancio inagotable, perturbadoramente atractivos. Esto parecen drones dibujados con cuerdas delgadas. Ya por el final, el ambiente se torna gris oscuro, cada vez más fascinante, cada vez más agitado, terminando por desmembrar la tranquilidad, siempre desde su óptica del orden. Es el minuto número treinta y cinco, y he terminado absorto, felizmente agotado.

Ejecutado con una perfección sorprendente, en la soledad, y combinando el dosis justas los elementos vocales con los instrumentales, “Leyfðu Ljósinu” es un trabajo asombroso, una sorpresa inesperada que llego como del cielo. Si bien se un trabajo relativamente corto, en distancia como en medios, es un disco lleno de matices, con desarrollos largos y prolongados, aumentos progresivos de un encanto extenuante que en cada instante sirven  de reflejo de una luz tenue pero incandescente. Por cierto “Leyfðu Ljósinu” es una frase en su islandés, su lengua de nacimiento, y su traducción es ‘permite que la luz’. Y la luz ha entrado.

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Will Happiness Find Me?
not not fun, 2012

Amanda Brown debería estar bastante preocupada, ya que en su loca carrera auto profesada hacia el eclecticismo, ya hay una alumna que la esta sobrepasando de manera importante, Maria Juur, nacida en Estonia y estudiada en el reino hundido, comienza a despegar de manera bastante impresionante con su proyecto Maria Minerva, el pareciera estar sacando cada vez más a la superficie su muy personal y cada vez menos subterráneo estilo de pervertir la música bailable, y que si bien creíamos que Amanda sería la encargada de “heredar” el eclecticismo de Bjork, parece que se le están adelantando mucho en este tema.

Es así como nos llega este "Will Happiness Find Me?". Con sus ritmos bailables, su onírica electrónica y atmósferas retro que nos hacen preguntarnos por momentos, hace cuantas décadas fue grabado esto?. "The Sound" pareciera ser un sueño propio a ritmo música disco, con la voz de Maria resonando en nuestra mente, con ritmos ligeros y delicados, un sonido bastante bien anclado en la más pura nostalgia, lejano de abstracciones y dotado de un cierto aire de apatía, y es así como escuchamos esta música disco más apta para el amanecer que para el anochecer, rodeada de una aura gélida que nos recorre todo el cuerpo.
"Heart Like a Microphone" se caracteriza por las voces deslavadas de Maria, las cuales parecieran extraídas directamente de un sueño, entrelazándose y desapareciendo frente a nuestros ojos, mientras que "I Dont Wanna Be Discovered" con sus ritmos propulsivos de inmediato hace que los motores se enciendan, si bien Maria Juur carece por completo la fuerza expresiva de una Bjork, Maria Minerva pareciera inclinarse más por la fragilidad y pureza del sonido de una Kate Bush sumergida en ecos cristalinos.

"Alone In Amsterdam" es un acercamiento fuerte por parte de MM al pop somnoliento de un Oneothrix Point Never o de un James Ferraro, es aquí dónde encontramos piso común entre estos proyectos y su obsesión con los sueños y recuerdos del pasado (hypnagógica), y dónde MM encuentra tierra fértil para su búsqueda interior a través del rescate de los ecos provenientes de sonidos que ya fueron, esos sintetizadores como luces partiendo en dos la oscuridad y esa frialdad de las calles nocturnas materializándose a través del sonido.
"Sweet Synergy" actualiza en cierta medida las pesadillas electrónicas de unos Suicide, MM nos queda  deber las vocales de ultratumba del celebre dúo electrónico de Nueva York, y en su lugar nos queda su etérea voz y unos golpes como puñaladas provenientes del mundo del hip hop, al cual se adentra con mayor profundidad en "Fire", apoyándose con el MC Chase Royal.
"Coming Of Age" representa MM en su vertiente más abstracta, con accidentes sonoros conjugándose y formando un entramado complejo de sonidos, es aquí dónde MM se adelanta a sus contemporáneos y nos muestra su más interesante faceta, o por lo menos la que más llama mi atención, proveyéndonos de densas capaz de oscuridad y alucinantes ecos de principio a fin.

"Will Happiness Find Me?" Es un disco difícil, si bien MM nos muestra al principio su cara más amable, su ejercicio en electrónica se va volviendo más oscuro y complejo a cada paso, con temas como "Perpetual Motion Machine", dónde el espectro sonoro se vuelve impenetrable y alcanza niveles de interpretación muy personal que la ponen camino a la vanguardia.

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Love Will Prevail
sacred bones, 2012

Cult of Youth han tomado un camino de no retorno. Desde la primaria brutalidad del western crepuscular hasta la sofisticación suntuosa del exótico oriente. "Love Will Prevail" pone solución de continuidad, quién sabe si demasiado pronto, al folk-country de grandes dramas existenciales y mucho alcohol. Desde la taberna hasta Pekín. En su particular ruta de la seda, Cult of Youth ofrecen canciones maravillosas, canciones aburridas e incluso furibundos y diminutos alegatos en defensa de su anterior trabajo. El viaje es largo y nadie dijo que fuera regular.

Love Will Prevail: el placer por encima de todas las cosas


El culto a la juventud se traducía, en Cult of Youth, en canciones furiosamente interpretadas, desde el alcoholismo en plena orgía de imágenes surgidas de cualquier filme de Sergio Leone. Aquello era música para un atardecer eterno y casi siempre con esperanza. Canciones primitivas, simples, cantadas desde lo alto de la colina, en plena madrugada, a todo pulmón, con una botella de Jack Daniels en la mano. Sean Ragon hizo del folk, y a ratos del country, un refugio en absoluto hedonista y autocomplaciente desde el que expresar sus frustraciones (y las nuestras).

"Culth of Youth" (sacred bones, 2011) también era un disco que, por momentos, no era capaz de igualar sus mejores momentos. Supongo que Ragon, líder del grupo, comprendía que la fórmula se agotaba y que era necesario avanzar hacia otro lugar. Mantener las virtudes y pulir los defectos. El sendero tomado por Cult of Youth les conduce hacia una sofisticación no prevista en su disco debut. Vientos, cuerdas, percusiones tribales, en "Love Will Prevail" hay menos folk de taberna y más arreglos a lo new wave. Cult of Youth salen bien parados, al menos en sus mejores momentos, del experimento.

Sólo hay que pensar en cuán diferente es ‘Man and Man’s Ruin’ de ‘New West’, y cuánto dice cada una de ellas de sus respectivos discos. ‘Man and Man’s Ruin’ es seguramente la mejor canción de "Love Will Prevail", desde sus intricados y delicados detalles hasta la exquisita y emocionante progresión final. Reagon canta más comedido y opta por la épica victoriosa en vez de la derrotista. Hay trompetas, hay cursos de agua, hay guitarras rasgadas con más amor y menos frustración, hay coros y violines sostenidos. En resumen, hay un salto compositivo evidente.

"Love Will Prevail" es un disco que cuenta con una primera mitad muy buena y una segunda mitad muy mediocre. Las cinco primeras canciones se entrelazan entre sí, vuelan en un suspiro y están llenas de ganchos. ‘Golden Age’, pese al tono inevitablemente ochentero, termina resultando bastante adictiva. ‘Prince of Peace’ recupera el aire de ‘Man and Man’s Ruin’ —esas percusiones iniciales— y, atención, torna en una pseudo-psicodelia de lo más placentera. No es lisergia: es el hedonismo ideal de oriente próximo, de lo que esconden los misterios de la India, el Vietnam o la China.

Y el amor prevalece

También cambia el mensaje, y el amor prevalece. Cult of Youth no desprecian del todo sus orígenes y recuperan cierto pulso perdido en ‘Garden of Delights’, que, sin embargo, termina cambiando de ritmo cuando Ragon susurra “and love will prevail”, en un alegato, casi heroico, tras las inquietantes descargas eléctricas que centralizan la canción. Cult of Youth son unos románticos y, pese a que nada parecía indicarlo, cultivan una sorprendente devoción por la dulzura.

Da gusto revolcarse en ‘A New Way (Version)’ pero no tanto en ‘New Old Ways’, que deriva en una paranoia no especialmente consistente y bastante aburrida. Algo parecido le sucede a la recta final del disco. ‘The Gateway’ busca un tono más oscuro, pero los arreglos de violín no ayudan, ni el excesivo reverb. ‘To Lay With The Wolves’ mejora, pero mantiene ese aire apocalíptico y tremendista que suena impostado y no logra recuperar los brillos del inicio del disco. Se puede decir lo mismo de ‘It Took a Lifetime’.

Sin embargo, Cult of Youth también han sido capaces de reservarse un guiño maestro. ‘Path of Total Freedom’ es todo lo que fue Cult of Youth y nos devuelve otra vez al western, al country, a Johnny Cash, a cantar borrachos desde la cima del mundo. Es un oasis de apenas un minuto, la recaída en la taberna a mitad de camino entre la cabaña del desierto de Nevada y las mansiones lujosas y suntuosas que esconde "Love Will Prevail". Merece la pena viajar por la ruta que proponen Cult of Youth, porque, al menos por un rato, te vuelven a introducir al cielo por la puerta trasera.

por Andrés P. Mohorte







El Sueño del Esquimal #369 en transmisión, jueves 11 de Octubre a eso de las 21:00 hrs. por Radio Placeres 87.7 FM desde la bahía de Valparaíso, también online para el resto de este y los otros mares, www.radioplaceres.cl.
























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