mayo 10, 2012

El Sueño del Esquimal #353, jueves 10 de Mayo.


Figuras en el cielo nocturno, cuando el mañana ya no importa, escapamos en una frecuencia salvadora.




Sweet Heart, Sweet Light
double six/fat possum, 2012

'Tratar de ser una estrella del rock y no morir en el intento', podría ser un frase clarificadora sobre la turbulenta carrera de Jason 'Spaceman' Pierce, desde sus tiempos junto a Peter Kember alias Sonic Boom al mando de Spacemen 3 en los 80s' cuando acuñaron el famoso slogan: 'Taking Drug To Make Music To Take Drugs To' ('Tomando drogas para hacer música con la que tomar drogas... '), un loop frenético que lo llevo a separarse de su amigo y formar Spiritualized a comienzo de los 90s, luego vino el éxito relativo, las drogas, las peleas internas de la banda con juegos de desamor incluidos (Pierce nunca le perdonó a Kate Radley dejarlo por Richard Ashcroft), la enfermedad y los medicamentos, la angustia hospitalaria de su anterior disco "Songs In A&E" (sanctuary, 2008) y ahora durante las grabaciones de este nuevo trabajo ha tenido que tratarse con quimioterapia el fantasma de una afección al higado, al parecer tanto tránsito espacial y nocturno le pasa factura al viejo Jason, pero que importa si al final de cuentas las que quedarán serán sus creaciones y es necesario decir con decisión que Spiritualized nos vuelve a hacer nadar en el cielo con "Sweet Heart, Sweet Light".
Desde la intro "Huh?" se filtra ese ambiente estelar de discos como "Lazer Guided Melodies" (dedicated, 1992) y sobre todo "Ladies And Gentleman We Are Floating In Space" (dedicated, 1997), para dar el primer mazazo con "Hey Jane" un tema de casi 9 minutos (primer sencillo del disco y con excelente video además), guitarrero e intensísimo que trae de regreso al Pierce más inductivo, incluso su voz se siente llena de fuerza como en un rejuvenecimiento sorprendente, es curioso por lo menos entonces que su salud se encuentre tan a mal traer en la actualidad, claro, hay gente que nunca aprende o que simplemente recae con frecuencia y sin remedio, lo que no quita la precisión y pureza de este nuevo álbum, la música de Spiritualized se eleva en el espacio de forma única, melodías que viajan entre cuerdas de aliento sinfónico, coro gospel, ambientes orquestados, guitarras ultra space rock, voces alucinadas y teclados psicodélicos, el disco entero es un gran núcleo en constante movimiento y mutación, una sustancia placentera que no permite despegarse en la hora de trayecto total, algunas canciones notables como "Little Girl" con esa frase que Pierce comienza a repetirnos... "Hay veces que desearía estar muerto", o la lisérgica "Get What You Deserve" una nube que se extiende, la muy Velvetiana y hermosa balada "Too Late" que nos hace tomarnos de las manos y soñar.. parecemos emerger en plena época 60s' con su psicodelia narcótica hinchada a borbotones, colores reales que rodean sensaciones extrañas en "Headin' For The Top Now", podría nombrarlas todas ahora, la orquesta del espíritu nos acerca al paraíso, "Sweet Heart, Sweet Light" es una placa grandiosa, repleta de momentos maravillosos, salvajes y rotundos, como olvidar el monte frondoso de "I Am What I Am", verdadera medicina refinada para los tiempos terminales que nos permite disfrutar nuevamente en la corte galáctica del rey Spaceman.
Gigante!

Raúl Cabrera H.








Pillar Of Winds
handmade birds, 2011

En "Pillar Of Winds" el drone es un manantial de liturgia y paganismo, el dúo canadiense Preterite formado por Geneviève Beaulieu (Menace Ruine) en voces, guitarras y líricas, junto al multi-instumentista explorativo James Hamilton (Column, Nebris, Annihilist, Dystonia) crean una música altamente envolvente y misteriosa, con la que penetramos espesos abismos de la conciencia a través de sonidos que llegan como un mantra extenso y sombrío. Un disco debut sorprendente en el que la pareja demuestra su amor por la oscuridad y la repetición sin dejar nunca de besar esa belleza que yace en los territorios devastados, folk apocalíptico con toques de doom metal, noise y un halo etéreo que no suelta el timón frente a la desolación absoluta, como unos Dead Can Dance en ácido pasando por un mal viaje, solo 5 cortes en casi una hora de aflicción y cruces rotas, partiendo en la arcana "Oath" donde la tristeza se expande con el canto hereje de Geneviève, imágenes de un tiempo perdido sometidas en la distacia del clavicordio y el drone que se mantiene para abrir otra flor malsana, "The Fourth Corner" drama y persecución, la caída ya es inminente cuando abrazamos el letargo de "Trial Of Strenght", 10 minutos de space-doom en los que la hechizera  interviene sensibilidades contradictorias desde la pureza hasta el dolor, profundidad y equilibrio en un álbum sin ritmos pero con muchos pulsos que cautivan el espacio interior, música de sanación o sonidos que invitan a un cambio de captación, la figura inerte se desvanece en la neblina. "Viriditas".

Más allá de Preterite y su 'Pilar de Vientos' encontramos en Handmade Birds un medio donde se cruzan variados estilos y apariencias, desde el sonido dark ambient, industrial, noise, psyche-folk, drone, doom ambient y todo lo que llamamos 'oscuridad', dale una vuelta a proyectos como Blut Aus Nord, Circle Of Ouroborus, The Autumns, Evan Caminiti, Black Boned Angel y muchos otros, no tan solo acariciando el presente sino que el sello además se preocupa en remover el ayer con sus destacadas 'Dark Icons Series', un altar de buenas recomendaciones, al menos nosotros nos quedaremos por acá un largo rato. Creencia.

Raúl Cabrera H.







Ballads Of The Research Department
12k, 2012

El 2011 es solo ayer, pero ya nos parece tan lejano. Es ya 2012, una nueva temporada que contrario a lo que antes sucedía, no nos ha entregado tanto – de seguro, apenas escribo esto, las tiendas ya se hallarán inundadas de nuevos discos–, pero alegrémonos de que sea así y no vernos agobiados por exceso de publicaciones. Y como es nuevo año, nuevas canciones, en este caso, nuevas baladas, acompañadas de la fiel marca 12k, quien referencia tras referencia se confirma como una de la cimas entre los sellos que combinan la electrónica con lo acústico. Habiendo dicho esto, lo que ahora me dispongo a oír no es del todo ajeno. El “12k Sampler 002”, el segundo muestrario del sello, ya nos anticipaba, entre otras cosas, unos minutos escasos que presagiaban lo mejor. Solo seis que ahora se transforman en tres cuartos de hora que saben a gloria.

“Ballads Of The Research Department” es ya el décimo trabajo extenso de The Boats, una banda que ha transitado por las líneas que corren bajo la Inglaterra más popular,  el vehículo que han encontrado dos músicos inquietos, incapaces de saciar sus angustias por una sola vía. The Boats son principalmente Craig Tattersall y Andrew Hargreaves. Este último edita también como Beppu y Tape Loop Orchestra, además de codirigir el sello Lacies, mientras que el primero es uno de esos personajes, que como un pequeño insecto volador, cuesta mucho seguirle la pista: antiguo miembro de Hood, publica bajo los nombres de The Remote Viewer, The Archivist, The Humble Bee, etc., codirige las etiquetas Moteer y Mobeer, además de ser el hombre detrás de esa exquisitez de sello llamado Cotton Goods. Para esta ocasión, como desde hace un tiempo, colaboran con Danny Norbury (cello), junto a las voces de Chris Stewart y Elaine Reynolds. Cuatro piezas largas en que se desarrolla una nueva forma de balada, entre ecos del pasado y rastros del futuro vivido. Se podría considerar esto, alguien podría hacerlo, como folktronica, pero hacer eso es quedarse corto. En esto hallamos folk y electrónica, pero también dub, música de cámara, pop, contemporánea, ambient, loops impuros. Forman parte de esa tradición que también integraban Hood, la que conforman esas mismas editoriales a las que se encuentran ligados, unos sonidos que parecen extraídos de unas cintas que alguien grabó hace muchos años atrás, con herramientas del futuro y luego escondió bajo el suelo, posteriormente rescatadas en ese mismo estado, pero derruidas por el paso del tiempo. Una pequeña caja negra canciones bajo un mar oceánico, ruidos cubiertos de musgo que han alcanzado el color perfecto, confundiendo naturaleza con artificialidad. Siempre han trabajado desde lo pequeño, manipulando pequeñas melodías en pequeños objetos, pero para su estreno en 12k han optado por el camino contrario: piezas amplias con inserciones minúsculas, desarrollos prolongados dejando que el tiempo fluya, el ritmo se explaye y sin que uno se dé cuenta nos encontramos perdidos en un bosque de sonidos dentro de un salón abandonado, habitado con huéspedes fantasmas. “Queríamos presentar la balada en una nueva forma empleando tanto sonidos como palabras para contar nuestras historias. Estas historias no son tan liricas como la forma de una balada en el pasado y están abiertas a la interpretación del oyente. Estas son baladas de nuestro tiempo conscientes del pasado. Son investigaciones sobre la incertidumbre de nuestro tiempo, el amor y la esperanza”. “The Ballad For Achievement” comienza como una lluvia de ruido, un manto de fría tristeza que da paso a tratamientos de cintas añejas, el cello aún más triste de Danny, y terminando en una suerte de click-hop. “The Ballad Of Failure” es la que nos venía desde fines del pasado año en aquel sampler. Probablemente sea pronto para decir esto, pero qué importa: esta es desde ya una de las canciones del año que no acaba de empezar. Una balada mecida entre tonalidades acústicas, baños de electrónica sutil, voces nubladas baterías cercanas, guitarras que sedan la piel que atraviesa por un lapso de ruidos microscópicos y regresa más etérea de lo que comenzó, tres canciones que son una, una canción que son tres, las tres mejores del año hasta ahora y por mucho más. “The Ballad For The Girl On The Moon” es la más espaciosa, más lineal si se quiere, con el cello de Norbury como eje central desde donde se insertan pianos, cadencias casi jazz, ondulaciones por las que se mueve un mismo tiempo y lugar. “The Ballad Of Indecision”, con la voz de Cuushe da el toque final con ritmos escondidos, primero como ambient pop, luego como música de cámara entrelazada con música para dormir niños en cuna hasta que esa voz en un japonés indescifrable pero siempre apacible desaparece en sí misma, se ahoga en su propio lago de susurros tímidos.

Han pasado solo cuarenta y seis minutos, los barcos se han ido y han dejado una sensación de que buenas cosas pueden pasar. Las Baladas del Departamento de Investigación han descubierto que una canción, del tiempo que sea, del lugar que sea, si está bien armada puede deparar un gran  momento para descubrirse uno mismo, no solo para alejarse. Y si esa canción se encuentra arreglada, se recubre de la manera en que Craig, Andrew y cía. lo han hecho, pues ese momento se transforma en glorioso. Mi fe estaba depositada de antemano, desde que miré aquel extracto. Ahora que he visto el cuadro completo mi fe se ve reafirmada. He creído y seguiré creyendo en el poder curativo de la canción.

Hawái.








We Will Always Be
kranky, 2012

Una imagen como reflejo de una vida entera, una postal que mire hacia adentro y lo devuelve tal y como esta. La portada muestra un girasol, figura soleada, rural, adherida a la tierra, tonalidades alegre en color amarillo. Junto a ello una frase, que parece una declaración de principios y de intenciones: “We will always be Windy & Carl”. Simpleza y honestidad en una manifestación que es viva imagen de una pareja inquebrantable: “Siempre seremos Windy & Carl”. Windy Weber y Carl Hultgren comenzaron hace casi veinte años, con los ojos puestos en el cielo, creando música que se levanta del piso por sí misma, cada vez expandiéndose hacia zonas más ambientales, desde el área del pop. Desde ese instante han publicado multitud de trabajos, LPs, EPS y singles por los más variados sellos, siendo su hogar un poco más estable estos años Kranky, el sello de Chicago, lugar más que adecuado para recibir sus ondas espaciales.

“La vida es corta. A veces las cosas que cree durarán por siempre no lo hacen, y algunas cosas que usted no está seguro que terminaran duran. ¿Qué hemos descubierto? Que las cosas no siempre son difíciles, y recordar lo que realmente queríamos y lo que realmente somos son cosas muy simples. Para mí, es que me encanta la música que no tiene fin, y que me encanta escuchar Carl tocar la guitarra más que cualquier otra cosa en este mundo. Yo toco para oírlo tocar. Es así de simple”. Nada dura para siempre, por más que queramos creer lo contrario, pero ella y él duraran por siempre, aunque ese siempre no sea efectivamente un continuo sin fin. Y eso significa además que la música, eso que tanto ama Windy, que tanto ama uno, seguirá siendo la misma que ha venido fluyendo por dos décadas.  “We Will Always Be” es el último afluente del río que nació con “Portal” (Ba Da Bing, 1995), sonidos que se espacian en el cuerpo, que levitan pero que al mismo tiempo tiene una fuerte carga terrenal. Esto, a mi modo de verlo, es una prolongación del folk, una actualización de géneros propios del la vida natural en las afueras de la cuidad, interpretada con herramientas clásicas y ya tan comunes como una guitarra o un bajo eléctricos. Los sonidos son eminentemente instrumentales, pero también hay un lado para las voces, siempre etéreas, una parte más del eco de las guitarras. Así es precisamente como empieza, con la canción “For Rosa”, que  también lo hace evocando esos paisajes campestres, como grabados en una vertiente en medio de los grillos. Claro que apenas termina comienza el viaje por los surcos estelares, espejo de la tierra, de nuevo mecido por voces  pareciese que sacadas de la guitarra, mezclado por capas y capas de loops infinitos. La reiteración sencilla en un mar de drones de “Spires”, el canto de sirenas congeladas de “The Frost In The Winter”, las presencias espirituales de “Nature Of Memory”, hasta llegar a los dieciocho minutos finales –aunque esto, como saben, no tiene termino–  de “Fainting In The Presence Of The Lord”, belleza áspera y agónica en la presencia del Señor.

Para quien busque variaciones en su sonido, se golpeara de bruces con una pared. Lo suyo nos es crear una nueva forma de música, sino nadar en ella, nadar en le serenidad d la niebla, bañarse en un lago quieto y no mover las manos más que lo necesario para moverse en ella y ver cambiar el reflejo del cielo. “We Will Always Be” es invariabilidad que reconforta, destello de un amor eterno. “Fue una alegría para mí estar en este disco, poder hacer un disco nuevo con el hombre que amo. Haber encontrado, que incluso después de los tiempos más oscuros, todavía estamos enamorados, seguimos siendo incapaces de vivir uno sin el otro, seguimos siendo dos mitades del mismo ser. Yo diría que se puede oír eso en este disco. Sin duda es evidente para mí”.

Hawái.








Ulalume
out of this spark, 2011

Tasseomancy, la banda, es un proyecto musical muy reciente pero digno de las expectativas que despertó en mí su nombre. Sus miembros son las hermanas gemelas Sari y Romi Lightman, afincadas en Toronto pero naturales de Halifax, Nueva Escocia, y aunque Tasseomancy es uno de los proyectos más extraños y personales que he encontrado recientemente, las gemelas Lightman son más conocidas para el público como las dos bailarinas que cantan coros y danzan lánguidamente con amuletos colgados al cuello a ambos lados de la cantante de Austra en los conciertos de ésta última banda. Por un lado, “Ulalume” (Out Of This Spark, 2011), el primer álbum de Tasseomancy (antes habían grabado un mini álbum bajo el nombre Ghost Bees, recomendable pero bastante inferior), tiene un sonido familiar para el oyente de ese folk psicodélico y oscuro en la onda de Comus o The Incredible String Band que se volvió ubicuo hace tres o cuatro años. Por otro lado, resulta sorprendente por su énfasis en lo literario, la unidad de sus temas y su uso de la narración y los mitos.

“Anubis”, el tema que abre el disco, es una lenta letanía fantasmal que empieza describiendo las estaciones de un ritual (“Break the key / Light the Leaves / Pour the salt / underneath / so the dark doesn’t leak / past the dorway”), para introducirse gradualmente en un espacio liminal salpicado de imploraciones (“Devourer / I feel your breath / Teeth are beneath / My breathing chest, O breathe / The feather outweighs all I hide”) que precede a la aparición final del dios del submundo con su balanza. “Diana” es otra oración, que implora a la diosa y le pide sus armas para contrarrestar los presagios que la rodean (“Who's in my cellar / For my apples have blackened and rottened / And they've taken more than they have given / And my animals frightened and sickened / Soon your crops / They will rot / This dark season”).

“Heavy Sleep”, posiblemente el punto álgido del disco, es otro tema sobre cruzar umbrales, una investigación del reverso de la conciencia, o tal vez de la vida (“When you go / Can I only breathe again? / Words un-spoke / Fester slowly in the skin / Demons come to harm / Paralyze the spine / Weighing on the chest / Demons come to harm”). El tema es otra lenta letanía gótica, casi imposiblemente lánguida y catatónica. El video que acompaña la canción, una especie de compendio de las imágenes mortuorias del disco, muestra a las gemelas bebiendo alguna clase de droga o veneno que inaugura el espacio liminal, plagado de imágenes de muerte y donde ambas experimentan la visita de una presencia del 'Otro Lado' provista alternativamente de rasgos demoníacos, vampíricos y oraculares.

por Javier Calvo (extracto)








No One Can Ever Know
fatcat, 2012

The Twilight Sad tomó por asalto el mundo de la música en 2007 con el lanzamiento de su primera producción, "Fourteen Autumns & Fifteen Winters", un álbum que mostraba las fortalezas de un sonido único inmerso en los géneros del shoegaze y el rock, alimentado por el fuerte acento, las letras oscuras y vocalizaciones profundas de James Graham. El cuarteto también ganó fama por sus ruidosas presentaciones en vivo, una cualidad que por cierto comparten con otras agrupaciones escocesas como Mogwai, de quienes se han pronunciado grandes admiradores y con quienes han compartido giras en numerosas ocasiones. Era de hecho la propuesta musical de este grupo una de las grandes influencias para el trío que, sin embargo, ahora ha decidido darle una vuelta de tuerca a su sonido para su tercera producción discográfica, "No One Can Ever Know", álbum que oficialmente sale a la venta el día de hoy (6 Feb) y del que ya hemos venido hablando con bastante emoción aquí en Cuchara, pues sus primeros adelantos nos mostraban un interesante nuevo acercamiento a su música. Ahora, ya con la producción en nuestros reproductores, podemos asegurar que el cambio ha traído buenas noticias.

Lo primero que hay que recordar es que sus primeros lanzamientos se distinguían por un sonido lo-fi muy intencional, pues el trío utilizaba casi exclusivamente instrumentos antiguos en la grabación. También era notoria la pared de notas reverberadas y sumamente intensas que daba peso a cada una de sus canciones y que se complementaba con la oscuridad de las letras de Graham.

Y el asunto es que, aunque si bien su sonido sigue siendo negro como la noche, las influencias electrónicas le han dado una nueva cara mucho más refinada y menos saturada. Los escoceses decidieron llevar al estudio una serie de sintetizadores análogos rusos y baterías electrónicas para combinarlas con las guitarras llenas de efectos de Andy MacFarlane. No obstante, y al contrario de lo que pasó en sus dos primeros discos, éstas se han quedado en esta ocasión al fondo del telón y no como protagonistas de la obra.

Así, este conjunto de canciones ofrece una mezcla entre la oscuridad del primer álbum y la intensidad del segundo pero con un nuevo acercamiento. En lugar del mazazo directo a la cabeza, esta vez el trío comienza poco a poco y sin demasiada estridencia, retomando influencias como las de Nine Inch Nails, Depeche Mode e incluso The Cure y Joy Division para crear melodías sombrías pero también con un aura pop más amable y menos cruda que en sus anteriores producciones.

Aquí hay sencillos muy obvios como “Alphabet” o “Another Bed”. La primera tiene una vibra totalmente thecuresca con unos sintetizadores sacados de las épocas más brumosas de Depeche Mode, aunque también sigue sonando a The Twilight Sad gracias sobre todo a la excelente voz de Graham, quien cierra diciendo “I was hoping on a good day that you would be mine ('estaba esperando que un buen día serías mia')". “Another Bed” por otro lado suena más industrial, con influencias de gente como Trent Reznor y compañía en sus sintetizadores atiborrados y un cierto aire de indiferencia en las vocales.
En el departamento de la saturación también hay buenas opciones, aunque la producción de Andrew Weatherall (quien también ha trabajado con gente como Primal Scream y Beth Orton) le ha puesto, como ya dijimos, una cara mucho más fina y menos cacofónica a la propuesta. En esta área tenemos canciones como “Dead City”, con su sonido electrónico de hechuras industriales y un ritmo más movido que también es lo más cercano a su anterior placa que podrán escuchar en esta ocasión. 
“Sick” trabaja con acordes repetitivos y contenidos en capas lineales de vibra misteriosa e influencias joydivisionescas, las cuales también son notorias en “Don’t Move”, una canción que sin embargo suena mucho más dura, prendida y saturada, con un solo de guitarra intermedio y coros a dos voces que le dan un aire de novedad al asunto. Los acordes de sintetizador que llevan la melodía de “Nil” también pagan tributo a lo más oscuro de Joy Division, sin embargo, al mismo tiempo conservan el sello de este trío. El resultado es definitivamente uno de los mejores temas de la placa.

La banda rinde homenaje a las capas superpuestas y la cacofonía de anteriores intentos en “Don’t Look at Me”, uno de los temas que tal vez recuerdan más a su segunda propuesta, aunque realmente le falta algo del poderío de esas melodías. “Not Sleeping” ofrece una especie de descanso atmosférico introductorio para “Another Bed”, que como ya dijimos es de los temas más fuertes de la placa. La agrupación cierra duro con “Killing it in the Morning”, melodía de influjos Nine Inch nailescos y un tono un poco más atiborrado y energético.

Así llegamos al final de este conjunto de nueve canciones que por su número podría sonar breve, sin embargo, tenemos temas de cuatro, cinco y hasta seis minutos de duración para compensar el número de tracks. En favor de este disco debo decir que nunca te cansa, pues fluye de principio a fin ofreciendo pequeños cambios de ritmo, superposiciones y melodías para formar un álbum completo, algo que de hecho fue la intención de la banda desde un principio, pues pensaron esta producción como un conjunto de canciones y no sólo como una colección de melodías.

por Jackie Fonseca
desde cucharasonica.com







Sintoniza El Sueño del Esquimal mañana jueves 10 de mayo a las 21:00 hrs. por Radio Placeres 87.7 fm, transmitiendo desde la bahía de Valparaíso en Chile. En línea por radioplaceres.cl





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