Lentamente la luz retrocede, entregando el sitio al inspirador legado del frío y la nostalgia, serán señales u olvido en las piedras las que atormentan, por ahora sonreímos para dar vida al pueblo deshabitado.
FOUR TET
There Is Love in You
domino, 2010
There Is Love in You
domino, 2010
Kieran Hebden el perfecto constructor de ambientes escondido tras el nombre de Four Tet, nos regala un nuevo jardín de descanso, brillante ejercicio de sonido electrónico inteligente, que se transforma en la visión de un mundo mejor, esta vez amable y sintético.
Séptimo disco de estudio para algo más de una década, en "There Is Love In You" se refleja el camino recorrido, acá se intervienen estilos para muchos distantes como podrían ser el deep-house y la abstracción, un pulso refinado va dando vida a plataformas de sonido maquinal muy placenteras, pequeños destellos y refugios que Four Tet ofrece con sencillez.
"Angel Echoes" es un principio que ilusiona y hace olvidar cualquier mal rato, imposible es no dejarse llevar por este organismo luminoso que se contorsiona junto a tí, belleza y pureza se confunden cerca del sol, el baile es inminente, no por apuntar en la lejanía, Four Tet se olvida del movimiento primario. "Love Cry" toma una ruta ascendente y sorpresiva, partiendo de la hondura minimal, traspasa laberintos robóticos para llegar a una planicie dance intuitiva y cautivadora, buen orgasmo mantenido junto a samples vocales dibujados con acierto.
Luego retorna la mirada sideral, "Circling", folktrónica intervenida por el recuerdo de Boards Of Canada, espacioso remanso desde donde contemplamos el movimiento certero de las nubes y los cuerpos estelares, cada vez más alto hacia el cosmos definitivo, el sonido que se transforma en imágen instantánea, magia natural.
Cruzamos un puente sonoro de 12 segundos llamado "Pablo's Heart", para adentrarnos es uno de los momentos más fascinantes del disco, la movida "Sing", minimalismo adictivo que nos sacude por más de 6 minutos, adornando todo con unas etéreas voces esquimales que cierran el círculo blanco encantado.
Four Tet marcando de nuevo la cancha, el piloto que regresa cargado de cielo y otras formas de acercamiento para el ruido artificial.
Raúl Cabrera Hidalgo.
Séptimo disco de estudio para algo más de una década, en "There Is Love In You" se refleja el camino recorrido, acá se intervienen estilos para muchos distantes como podrían ser el deep-house y la abstracción, un pulso refinado va dando vida a plataformas de sonido maquinal muy placenteras, pequeños destellos y refugios que Four Tet ofrece con sencillez.
"Angel Echoes" es un principio que ilusiona y hace olvidar cualquier mal rato, imposible es no dejarse llevar por este organismo luminoso que se contorsiona junto a tí, belleza y pureza se confunden cerca del sol, el baile es inminente, no por apuntar en la lejanía, Four Tet se olvida del movimiento primario. "Love Cry" toma una ruta ascendente y sorpresiva, partiendo de la hondura minimal, traspasa laberintos robóticos para llegar a una planicie dance intuitiva y cautivadora, buen orgasmo mantenido junto a samples vocales dibujados con acierto.
Luego retorna la mirada sideral, "Circling", folktrónica intervenida por el recuerdo de Boards Of Canada, espacioso remanso desde donde contemplamos el movimiento certero de las nubes y los cuerpos estelares, cada vez más alto hacia el cosmos definitivo, el sonido que se transforma en imágen instantánea, magia natural.
Cruzamos un puente sonoro de 12 segundos llamado "Pablo's Heart", para adentrarnos es uno de los momentos más fascinantes del disco, la movida "Sing", minimalismo adictivo que nos sacude por más de 6 minutos, adornando todo con unas etéreas voces esquimales que cierran el círculo blanco encantado.
Four Tet marcando de nuevo la cancha, el piloto que regresa cargado de cielo y otras formas de acercamiento para el ruido artificial.
Raúl Cabrera Hidalgo.
Cuarteto británico formado en Southend, el año 2008 debutaron con "Beat Pyramid", uno de los discos más creibles dentro de la dormilona escena que trató de revivir el post-punk.
Fieles a su actitud contestaria, la banda liderada por Jack Barnett ha licenciado un trabajo donde ya nada queda de aquel sonido, han mudado de piel, ahora se ponen la escafandra y se aprestan para bajar hasta un mundo sonoro abisal.
"Hidden" es oscuridad, mal gesto, espesura y destrucción, todo soportado en orquestaciones punzantes y ritmos infectados, voces de ultratumba que combaten cualquier atisbo de luminosidad, todo acá es enfrentamiento, rigor, pareciera una vendetta contra el tiempo que corre, la necesaria vuelta de mano o su reflejo nefasto.
Ópera fantasmal que parte con la instrumental "Time Xone", vientos que se lamentan, la calma sospechosa que anticipa un gran descalabro, lo único calmo que contiene esta placa, porque ya en "We Want War", desde el nombre sentimos el corte, la atmósfera se vuelve asfixiante, la orquesta de los malos presagios se esconde detrás de ritmos hip hop y dancehall, para manifestar la gran herida, Barnett y su voz se arrastran desafiantes, mientras todo tiembla desde dentro, coros infantiles y ruidos de sables desenvainados acompañan los 7 minutos de violencia auditiva.
These New Puritans no dan un paso adelante con este disco, si no que se saltan todas las estaciones establecidas, para crear un patrón propio de acción.
"Three Thousand" es truculenta y rapera, como si Tricky regresara a la pandilla, entrecortado tratamiento junto a los trombones que resuenan maliciosos, teclados de iglesia preparan la despedida.
Luego de un fugaz 'holograma', retornan las sombras y las percusiones desbordantes, para las que han usado incluso taikos japoneses de 2 metros de altura, golpeteos metalicos en "Attack Music", otro de aquellos momentos donde el miedo se toma tu atención, ahora Barnett es acompañado en voces por Heather Marlatt de los satánicos Salem, hasta los colaboradores usan vestimentas góticas, todo conduce hacia el gran mal, es inevitable y tropezamos, será por susto o gusto, pero a esta altura la oscuridad nos ha tragado por completo y disfrutamos.
"Fire-Power" y "Orion" son dos combates más, habrá que preguntarse que pasó para que una banda tan novel haya querido encerrarse en este subterráneo devastado, pozos sonoros explorados anteriormente por Scott Walker, Joy Division y los duendes perversos del sello Fönal, lo único cierto es que "Hidden" es un manifiesto ocultista lleno de talento y precisión, pasará mucho tiempo para que volvamos a descansar en paz, lejos de los espamos que deja esta audición.
Biblia negra que contó con la producción de Jack Barnett y Graham Sutton, sí el mismo, líder de Bark Psychosis y Boymerang, por algo será.
Raúl Cabrera Hidalgo.
Fieles a su actitud contestaria, la banda liderada por Jack Barnett ha licenciado un trabajo donde ya nada queda de aquel sonido, han mudado de piel, ahora se ponen la escafandra y se aprestan para bajar hasta un mundo sonoro abisal.
"Hidden" es oscuridad, mal gesto, espesura y destrucción, todo soportado en orquestaciones punzantes y ritmos infectados, voces de ultratumba que combaten cualquier atisbo de luminosidad, todo acá es enfrentamiento, rigor, pareciera una vendetta contra el tiempo que corre, la necesaria vuelta de mano o su reflejo nefasto.
Ópera fantasmal que parte con la instrumental "Time Xone", vientos que se lamentan, la calma sospechosa que anticipa un gran descalabro, lo único calmo que contiene esta placa, porque ya en "We Want War", desde el nombre sentimos el corte, la atmósfera se vuelve asfixiante, la orquesta de los malos presagios se esconde detrás de ritmos hip hop y dancehall, para manifestar la gran herida, Barnett y su voz se arrastran desafiantes, mientras todo tiembla desde dentro, coros infantiles y ruidos de sables desenvainados acompañan los 7 minutos de violencia auditiva.
These New Puritans no dan un paso adelante con este disco, si no que se saltan todas las estaciones establecidas, para crear un patrón propio de acción.
"Three Thousand" es truculenta y rapera, como si Tricky regresara a la pandilla, entrecortado tratamiento junto a los trombones que resuenan maliciosos, teclados de iglesia preparan la despedida.
Luego de un fugaz 'holograma', retornan las sombras y las percusiones desbordantes, para las que han usado incluso taikos japoneses de 2 metros de altura, golpeteos metalicos en "Attack Music", otro de aquellos momentos donde el miedo se toma tu atención, ahora Barnett es acompañado en voces por Heather Marlatt de los satánicos Salem, hasta los colaboradores usan vestimentas góticas, todo conduce hacia el gran mal, es inevitable y tropezamos, será por susto o gusto, pero a esta altura la oscuridad nos ha tragado por completo y disfrutamos.
"Fire-Power" y "Orion" son dos combates más, habrá que preguntarse que pasó para que una banda tan novel haya querido encerrarse en este subterráneo devastado, pozos sonoros explorados anteriormente por Scott Walker, Joy Division y los duendes perversos del sello Fönal, lo único cierto es que "Hidden" es un manifiesto ocultista lleno de talento y precisión, pasará mucho tiempo para que volvamos a descansar en paz, lejos de los espamos que deja esta audición.
Biblia negra que contó con la producción de Jack Barnett y Graham Sutton, sí el mismo, líder de Bark Psychosis y Boymerang, por algo será.
Raúl Cabrera Hidalgo.
Un fenómeno que viene sucediendo hace ya varios años en Santiago, se podría decir que en la úlitma década y más intensamente en la última mitad, es la creciente proliferación de proyectos musicales, bandas, solistas, que a su vez van formando escenas, colectivos, sellos independientes, hermandades, grupúsculos y toda suerte de uniones y organizaciones espontáneas, muchas veces con los mínimos recursos, pero con lo más importante que es una creatividad desbordante sin complejos ni pretensiones, que junto a una calidad compositiva innegable, sea autodidacta o de escuela, y sumado a una herramienta indispensable en estos casos como es la internet para una rápida propagación, retroalimentación y formación de redes reúnen lo necesario en muchos casos para impulsar una plataforma musical que tiene el potencial de llegar muy lejos.... se pueden nombrar varios sellos o colectivos que han estado haciendo un trabajo importante en esta materia en este siglo del fin del mundo, como quemasucabeza, jacobino discos, neurotyka, horrible registros, productora mutante y pueblo nuevo, por nombrar algunos... pues bien, ahora es el turno de MICHITA REX, un grupo de amigos músicos colaboradores y creadores que ya vienen sonando hace rato, que han unido fuerzas y armado este colectivo o netlabel que rápidamente ha dado qué hablar; lo lanzaron este verano recién pasado para el día de los inocentes y sin más rodeos, publicaron su primer compilado en el despertar de este año 2010, un excelente y apocalíptico regalo de año nuevo: Michita Rex Vol.1: Música para el fin del mundo (siendo amigos del Banco Mundial, ya estarían al tanto de las catástrofes que se venían...). Este espíritu de fin del mundo de algun modo se ve patente en varios de los tracks que componen esta compilación, con harto pop sintético, también dream pop, algo de folk, electrónica y experimentaciones también. Empezando por el aire de misterio y oscuridad que envuelve a "Su merced" (Embajadores) que bien podría ser parte de una banda sonora de David Lynch, sobre todo cuando está la voz de Danae Morales evocando a Julee Cruise, también recuerdan a músicas de otros tiempos como Black Tape for a Blue Girl, o Lycia, en su oscura elegancia. Fakuta por su parte -una michita rex fundadora e impulsora- también inyecta una atmósfera inquietante a su synth-pop en "Las Partes", con su orquestación repetitiva y punzante, hace pensar en otras compositoras brillantes como Björk o Juana Molina (guardando las diferencias de estilos y antigüedad), o como la misma Dadalú, que también hace lo suyo en "No Entiende" con unas bases que se sienten quizás más oscuras e incisivas que de costumbre, pero igualmente originales y efectivas. Además de la amistad, a Fakuta y Dadalú las une hace tiempo los proyectos musicales; ambas son parte de World Music (junto a Danae Morales también), y Fakuta a su vez acompaña en vivo a Dadalú (junto a Nawito como los Pat Smear). Felicia, que es colaboradora también de las dos (al igual que una de Les Chicci junto a Sebastián Sampieri de Embajadores, y se podrían seguir haciendo conexiones interminables....) aquí nos sorprende con una hermosa y dramática composición propia para cello y acompañamiento que suena ideal para sincronizar con imágenes a lo Philip Glass en Koyaanisqatsi y obras del estilo. Los buenos momentos de este disco no se acaban, como "Inca Love Song" de Niños del Perú (Sampieri y Morales de Embajadores), una especie de dream pop oriental (o andino) genial en su trabajo vocal (inevitable pensar en Cranes por momentos) y en su cristalina orfebrería sonora. Otro que no se pueden dejar de destacar es el drama sintético de Nva Orleáns (con voz invitada de Fakuta y que cierra de excelente manera a este disco), uno de los proyectos de Milton Mahan (Dënver), que también se luce en De Janeiros (junto a Pablo Muñoz de $990) quienes debutaron con su LP "Plateado", la segunda referencia de Michita Rex, y aquí nos dejan como muestra Montreal donde capa a capa sintetizan un sonido tan bailable y melódico, como denso y experimental. "Música para el fin del mundo" es una muestra de un sello o colectivo que no hace más que prometer buenos augurios, a pesar de lo contradictorio que pueda sonar dado su título... un disco disfrutable de principio a fin, sumando a lo ya mencionado, canciones de dulce inocencia como la de Mariana Montenegro (Dënver) o Florencia Lira, momentos instrumentales bellos y más experimentales con Nawito Dúo y Valentina Villarroel, otros más bizarros o lúdicos, como Ivo Vidal y Escudero. Sin olvidar el maleficio ocultista de Bongo Bongo... que nos vuelve a recordar que este es el fin.
Viter Suit.
Retorno de la niña perdida del pop japonés, la mitad de Cibo Matto, multi-instrumentista, compositora, productora y colaboradora de gente como Yoko Ono, Sean Lennon, Thurston Moore, Beastie Boys y tantos más.
Radicada hace años en New York, ha sido observadora y participante privilegiada de las diversas corrientes musicales y artísticas de estos tiempos en el hervidero de Brooklyn.
Por lo que "Heart Chamber Phantoms" es un fiel espejo de todo aquello, un trabajo selvático, expansivo y liberador, donde se desenvuelven muchos sonidos y estilos, tomando a la experimentación como movimiento primario en esta cración, envuelta además por un manto cosmopolita que de seguro aportan los múltiples músicos que en ella conviven.
Partiendo por la inductiva "Phantom With An Amor", con esos bronces venidos del free-jazz, que se van desintegrando en un ambiente claustrofóbico y animal, sobresalen los detalles electrónicos en esta especie de obertura distante.
Pasamos a la vibrante "Hydrosphere", más concisa, cuenta con la guitarra psicodélica de Shimmy Hirotaka y la trompeta ezquizoide de Michael Leonhart, Honda se esmera en los sintetizadores y samples, mientras la base rítmica sincopada le entrega un aspecto nocturno y bohemio al rumor generalizado.
Ahora en "Last Night, Late, By The Lake" encontramos ambient primitivista, arcano, Sean Lennon en las percusiones conectándose con la tierra, la esencia se manifiesta seductora y lenta, casi invisible va ganando terreno. Yuka Honda reconoce que ha recurrido a memorias, sueños, deseos y emociones para dar vida a este tercer disco solista, y se nota, increíblemente desde los sonidos disgregados y traslúcidos aparece una fuerza fantasmagórica que atrapa, energía vitalista que se mueve entre zumbidos y pulsos minimales para crear un nuevo mundo.
Alejado, super real.
Raúl Cabrera Hidalgo.
Radicada hace años en New York, ha sido observadora y participante privilegiada de las diversas corrientes musicales y artísticas de estos tiempos en el hervidero de Brooklyn.
Por lo que "Heart Chamber Phantoms" es un fiel espejo de todo aquello, un trabajo selvático, expansivo y liberador, donde se desenvuelven muchos sonidos y estilos, tomando a la experimentación como movimiento primario en esta cración, envuelta además por un manto cosmopolita que de seguro aportan los múltiples músicos que en ella conviven.
Partiendo por la inductiva "Phantom With An Amor", con esos bronces venidos del free-jazz, que se van desintegrando en un ambiente claustrofóbico y animal, sobresalen los detalles electrónicos en esta especie de obertura distante.
Pasamos a la vibrante "Hydrosphere", más concisa, cuenta con la guitarra psicodélica de Shimmy Hirotaka y la trompeta ezquizoide de Michael Leonhart, Honda se esmera en los sintetizadores y samples, mientras la base rítmica sincopada le entrega un aspecto nocturno y bohemio al rumor generalizado.
Ahora en "Last Night, Late, By The Lake" encontramos ambient primitivista, arcano, Sean Lennon en las percusiones conectándose con la tierra, la esencia se manifiesta seductora y lenta, casi invisible va ganando terreno. Yuka Honda reconoce que ha recurrido a memorias, sueños, deseos y emociones para dar vida a este tercer disco solista, y se nota, increíblemente desde los sonidos disgregados y traslúcidos aparece una fuerza fantasmagórica que atrapa, energía vitalista que se mueve entre zumbidos y pulsos minimales para crear un nuevo mundo.
Alejado, super real.
Raúl Cabrera Hidalgo.
“Camino a la luz del cielo, donde el tiempo no importa”. Nuevo capítulo, el sexto ya en esta serie de discos en que el dúo francés sigue buscando el éter, a través de sus pequeñas canciones, tan oníricas, en algún lugar entre estar despierto y estar soñando. “Love 2”, el nuevo capítulo, implica, en cierto modo, un regreso al pasado, un retroceso en el tiempo hacia 1998, cuando publicaron el lejano “Moon Safari” (Source-Virgin) –“En este álbum volvimos a ser nosotros dos, así que fue una buena manera de hacer la banda más sólida, debido a que habían menos personas involucradas y alrededor nuestro. Cuando comenzamos éramos solo los dos. Con este álbum tenemos la misma sensación”–. Y esto por dos motivos. Por una lado, el sonido; por otro, la reducción del núcleo. En todos y cada uno de sus trabajos existía la presencia de un gran número de colaboradores (instrumentistas, vocalistas), y en los dos últimos contaron con la ayuda en la producción de Nigel Godrich (Radiohead, Beck). Pues ahora, además de Jean-Benoît Dunckel y Nicolas Godin, en los créditos sólo notamos la presencia de Joey Waronker (batería), junto a alguien más, alguien no humano: Atlas. Ese es el nombre del estudio que han construido en París. “El tercer miembro fue el estudio. Para cada álbum, hay una nueva colaboración, o algo nuevo, nuevos equipos, una nueva máquina. Siempre hay algo nuevo, y lo nuevo fue el estudio… Es como nuestra nave estelar y nosotros somos los capitanes de esta nave y podemos llevarla a cualquier lugar que queramos”.
Godin, Dunckel y su starship, camino a la luz del cielo, de safari por la luna. “Love 2”, su nuevo destino, se aproxima a ese primer trabajo, en lo aparentemente simple, y en lo evidentemente melancólico, pero sobre todo en la calidez y en la cercanía, que nunca han perdido pero que no siempre es patente. También suena mucho más vigoroso, eso se nota y ellos lo notan. “El álbum es mucho más energético, vivo y suelto. Pensamos que suena fresco y queríamos que todo fuera fresco. No intentamos llevarlo en una dirección consciente, solo tratamos de producir algo que fuera vivo y tuviera energía… Ahora, por primera vez, las canciones nacieron dentro del estudio, asé es que tienen más energía”. Otro pariente cercano, de su propio círculo, es el tristemente infravalorado “10.000 Hz Legend” (Source-Virgin, 2001), un disco duramente criticado al que pocos le vieron el valor que realmente teníay tiene. En él existía, junto con su liviandad ya característica, esa fuerza de la que hablamos ahora, y ya contenía alguna de las ideas que en el futuro cercano plasmarían en sus obras mayores, así como su simpatía por el krautpop (tan solo recuerden “Don’t Be Light”) que aquí se logra oír en varios de los tracks. De esta manera, en su nuevo hogar, más la presencia que se nota y mucho de la batería, y sus muchos sintetizadores y equipos añejos –“we play the machines and the machines play us”– Air construyen doce canciones sin un concepto fijo más que el que han tenido siempre: ser el reflejo de las nuevas ciudades modernas y frías haciendo lo opuesto, construyendo canciones vaporosas y cálidas, de atmósferas evanescentes. “Do The Joy” (“El mundo está al borde/ Al borde de la extinción/ El fin de una era/ El fin de un género/ Alégrate/ Grita/ Llora/ Ríe”: el escapismo como forma de supervivencia) y una marcada línea de bajo, “Be A Bee”, surfeando en un cohete sobre el patrón típicamente alemán, “Missing The Light Of The Day” y un piano muy parecido al de “Pocket Symphony” (Aircheology-Virgin, 2007), una especie de “Once Upon A Time” pero más relajada, el instrumental “Eat My Beat”, el pop pintado de África de “Night Hunter”. Estos son los momentos más despiertos del disco. Del lado de la canción frágil y la melodía quebradiza, “So Light Is Her Footfall” –“ So light is her footfall/ She walks like a bird/ She’s an angel/ Such a familiar stranger/ I wish I could help her/ She’s in danger/ She’s all alone”– o la visión que Air tienen de Inglaterra, “Heaven’s Light” –“queríamos lograr la sensación de escalar alto y más alto dentro de la luz, pero con esta especie de melancolía”–, “Sing Sang Sung”, folk-pop de plástico originalmente destinado al “5:55” (Because Music, 2006) de Charlotte Gainsbourg. Finalmente, del lado del sueño, “Love”, el bajo de Nico paseando de un lado a otro, ruidos selváticos, la voz –especialmente bello el paso del vocoder en la primera línea a las múltiples capas vocales de Jean-Benoît en las restantes– cantando repetidamente “Amor, amor, amor, amor”; “Tropical Disease”, cuya primera parte bien podría pertenecer a los tiempos de “Premiers symptômes” (Source, 1997), cuando se dedicaban a recrear viejas bandas sonoras de filmes de serie B: un cóctel de sonidos vintage, flautas, vibrafónos, saxos, y otra de sus líneas sencillas y de un lenguaje universal, el del pop: “Woman/ Make me feel warm inside” (“No podemos hacer frases complicadas porque de otro modo cometemos errores todo el tiempo”: sinceridad y humildad ante todo), y “You Can Tell It To Everybody”. El poder de la música para transportarnos a donde quiera llevarnos. En un momento estas dentro de una película, y ahora estas unas cuantas millas más al oeste. Una canción de tempo distendido y somnoliento cuya melódica nos lleva de Francia directo hasta Kingston (Jamaica), de hoy a mediados de los setenta, tocada por los labios y las manos de Augustus Pablo.
Dunckel y Godin siguen haciendo música tan elegante, tan llena de coolness como lo han hecho antes, y seguirán siendo menospreciados y mirados como falsos y artificiales por lo mismo. Pero mientras a ellos no les importe todo está bien, y todos lo estaremos. Mientras muchos insisten en ver el suyo como un sonido vacío y sin contenido, que no dice nada, otros vemos algo distinto. Vemos el reflejo del vacío, en donde el fondo ha sido reemplazado por la forma. Pero aún así, negar eso, ese sonido, implicaría en el fondo negar casi toda la música moderna, la seria y la que no lo es tanto. “Love 2” continúa ese sendero, buscando y alcanzando la luz, creando esos ambientes sintéticos pero que logran dar calor, tal vez un peldaño por debajo de “Talkie Walkie” (Source-Virgin, 2004) y “Pocket Symphony”, pero muy por encima del resto de lo que se hace actualmente. Son el arte de hoy. El arte de hacer canciones cremosas: dulces, suaves, pegajosas, tan efímeras que se deshacen en tus manos minutos después de entrar en contacto con ellas.
El arte de hacer pop.
hawái.
Godin, Dunckel y su starship, camino a la luz del cielo, de safari por la luna. “Love 2”, su nuevo destino, se aproxima a ese primer trabajo, en lo aparentemente simple, y en lo evidentemente melancólico, pero sobre todo en la calidez y en la cercanía, que nunca han perdido pero que no siempre es patente. También suena mucho más vigoroso, eso se nota y ellos lo notan. “El álbum es mucho más energético, vivo y suelto. Pensamos que suena fresco y queríamos que todo fuera fresco. No intentamos llevarlo en una dirección consciente, solo tratamos de producir algo que fuera vivo y tuviera energía… Ahora, por primera vez, las canciones nacieron dentro del estudio, asé es que tienen más energía”. Otro pariente cercano, de su propio círculo, es el tristemente infravalorado “10.000 Hz Legend” (Source-Virgin, 2001), un disco duramente criticado al que pocos le vieron el valor que realmente teníay tiene. En él existía, junto con su liviandad ya característica, esa fuerza de la que hablamos ahora, y ya contenía alguna de las ideas que en el futuro cercano plasmarían en sus obras mayores, así como su simpatía por el krautpop (tan solo recuerden “Don’t Be Light”) que aquí se logra oír en varios de los tracks. De esta manera, en su nuevo hogar, más la presencia que se nota y mucho de la batería, y sus muchos sintetizadores y equipos añejos –“we play the machines and the machines play us”– Air construyen doce canciones sin un concepto fijo más que el que han tenido siempre: ser el reflejo de las nuevas ciudades modernas y frías haciendo lo opuesto, construyendo canciones vaporosas y cálidas, de atmósferas evanescentes. “Do The Joy” (“El mundo está al borde/ Al borde de la extinción/ El fin de una era/ El fin de un género/ Alégrate/ Grita/ Llora/ Ríe”: el escapismo como forma de supervivencia) y una marcada línea de bajo, “Be A Bee”, surfeando en un cohete sobre el patrón típicamente alemán, “Missing The Light Of The Day” y un piano muy parecido al de “Pocket Symphony” (Aircheology-Virgin, 2007), una especie de “Once Upon A Time” pero más relajada, el instrumental “Eat My Beat”, el pop pintado de África de “Night Hunter”. Estos son los momentos más despiertos del disco. Del lado de la canción frágil y la melodía quebradiza, “So Light Is Her Footfall” –“ So light is her footfall/ She walks like a bird/ She’s an angel/ Such a familiar stranger/ I wish I could help her/ She’s in danger/ She’s all alone”– o la visión que Air tienen de Inglaterra, “Heaven’s Light” –“queríamos lograr la sensación de escalar alto y más alto dentro de la luz, pero con esta especie de melancolía”–, “Sing Sang Sung”, folk-pop de plástico originalmente destinado al “5:55” (Because Music, 2006) de Charlotte Gainsbourg. Finalmente, del lado del sueño, “Love”, el bajo de Nico paseando de un lado a otro, ruidos selváticos, la voz –especialmente bello el paso del vocoder en la primera línea a las múltiples capas vocales de Jean-Benoît en las restantes– cantando repetidamente “Amor, amor, amor, amor”; “Tropical Disease”, cuya primera parte bien podría pertenecer a los tiempos de “Premiers symptômes” (Source, 1997), cuando se dedicaban a recrear viejas bandas sonoras de filmes de serie B: un cóctel de sonidos vintage, flautas, vibrafónos, saxos, y otra de sus líneas sencillas y de un lenguaje universal, el del pop: “Woman/ Make me feel warm inside” (“No podemos hacer frases complicadas porque de otro modo cometemos errores todo el tiempo”: sinceridad y humildad ante todo), y “You Can Tell It To Everybody”. El poder de la música para transportarnos a donde quiera llevarnos. En un momento estas dentro de una película, y ahora estas unas cuantas millas más al oeste. Una canción de tempo distendido y somnoliento cuya melódica nos lleva de Francia directo hasta Kingston (Jamaica), de hoy a mediados de los setenta, tocada por los labios y las manos de Augustus Pablo.
Dunckel y Godin siguen haciendo música tan elegante, tan llena de coolness como lo han hecho antes, y seguirán siendo menospreciados y mirados como falsos y artificiales por lo mismo. Pero mientras a ellos no les importe todo está bien, y todos lo estaremos. Mientras muchos insisten en ver el suyo como un sonido vacío y sin contenido, que no dice nada, otros vemos algo distinto. Vemos el reflejo del vacío, en donde el fondo ha sido reemplazado por la forma. Pero aún así, negar eso, ese sonido, implicaría en el fondo negar casi toda la música moderna, la seria y la que no lo es tanto. “Love 2” continúa ese sendero, buscando y alcanzando la luz, creando esos ambientes sintéticos pero que logran dar calor, tal vez un peldaño por debajo de “Talkie Walkie” (Source-Virgin, 2004) y “Pocket Symphony”, pero muy por encima del resto de lo que se hace actualmente. Son el arte de hoy. El arte de hacer canciones cremosas: dulces, suaves, pegajosas, tan efímeras que se deshacen en tus manos minutos después de entrar en contacto con ellas.
El arte de hacer pop.
hawái.
Escucha El Sueño del Esquimal, los jueves desde las 21 hrs, transmitiendo desde Radio Placeres 87.7 fm para Valparaíso y sus alrededores, también online para el resto de este y los otros mundos.
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