Esperando la primera lluvia, el sueño del esquimal se complace en presentar...
Air lanza nuevo álbum, "Le Voyage dans la Lune". Título y homenaje musical a la versión restaurada y coloreada de la película de Georges Méliès del mismo título (que está en youtube y debería ser vista). Recordemos que la misma película sirvió de inspiración para el bellísimo videoclip de la bellísima canción “Tonight, Tonight“ de los Smashing Pumpkins.
Escuchamos sin decepcionarnos este nuevo álbum de esta banda prodigiosa y reinante en el podio de la electrónica francesa, quizás a veces vanagloriada por los círculos más pedantes. Nuevos giros de sintetizador, ritmos alocados y tiernos, canciones dispersas con gran empleo de instrumentos rockeros y clásicos.
La supuesta banda sonora es para una grabación de apenas 10 minutos. Aunque podemos hacer de cada una de las once canciones una visión distinta, especialmente en su vuelta a la psicodelia jovial de la canción “Sonic Armada” (la canción, junto a la película y otros estados que desconozco debe ser una experiencia indescriptible) pues todas las canciones son en cierta medida un viaje. Mirar a la luna es iniciar un viaje que nos arrebata y hace perdernos. En esto consisten las canciones de este nuevo disco, en perdernos. Y este recurso lo explotan astutamente desde hace tiempo con las voces femeninas de Air (también colaboran Victoria Legrand de Beach House y las Au Revoir Simone), que no alcanzan la melodía ni es un juego de afinación, es un elemento inesperado que abre puertas a distintas conciencias; y con las distorsiones ultrasiderales. Tal vez esta vista del viaje se deba a que la primera vez que escuché el álbum miraba desde mi ventana el halo de ceniza de plegaria que envuelve la luna en los cielos de la inconsciente ciudad.
El dúo francés nuevamente nos aísla en sonidos de sensaciones y electrónica de buen gusto. Porque los músicos son los más que se obsesionan con la forma. Ya sea la forma de Japón, el resto de la forma feudal en la actualidad, en “Pocket Symphony“; o la forma de hermosa melancolía adolescentil de The Virgins Suicides. Y en Le Voyage Dans la Lune, la estética de una pequeña película que parece que imita a un sueño.
por Angel Corbacho
desde indiehoy.com
Escuchamos sin decepcionarnos este nuevo álbum de esta banda prodigiosa y reinante en el podio de la electrónica francesa, quizás a veces vanagloriada por los círculos más pedantes. Nuevos giros de sintetizador, ritmos alocados y tiernos, canciones dispersas con gran empleo de instrumentos rockeros y clásicos.
La supuesta banda sonora es para una grabación de apenas 10 minutos. Aunque podemos hacer de cada una de las once canciones una visión distinta, especialmente en su vuelta a la psicodelia jovial de la canción “Sonic Armada” (la canción, junto a la película y otros estados que desconozco debe ser una experiencia indescriptible) pues todas las canciones son en cierta medida un viaje. Mirar a la luna es iniciar un viaje que nos arrebata y hace perdernos. En esto consisten las canciones de este nuevo disco, en perdernos. Y este recurso lo explotan astutamente desde hace tiempo con las voces femeninas de Air (también colaboran Victoria Legrand de Beach House y las Au Revoir Simone), que no alcanzan la melodía ni es un juego de afinación, es un elemento inesperado que abre puertas a distintas conciencias; y con las distorsiones ultrasiderales. Tal vez esta vista del viaje se deba a que la primera vez que escuché el álbum miraba desde mi ventana el halo de ceniza de plegaria que envuelve la luna en los cielos de la inconsciente ciudad.
El dúo francés nuevamente nos aísla en sonidos de sensaciones y electrónica de buen gusto. Porque los músicos son los más que se obsesionan con la forma. Ya sea la forma de Japón, el resto de la forma feudal en la actualidad, en “Pocket Symphony“; o la forma de hermosa melancolía adolescentil de The Virgins Suicides. Y en Le Voyage Dans la Lune, la estética de una pequeña película que parece que imita a un sueño.
por Angel Corbacho
desde indiehoy.com
Existen ciertos elementos en la portada de "Everyone Feels Like A Stranger" que recuerdan a la del disco "Closer" de Joy Division, esa atmósfera lúgubre, poder de la tristeza y el recogimiento.
Eyeless in Gaza es una de esas leyendas que se comentan en voz baja, formados en 1978 en la pequeña localidad de Nuneaton, Inglaterra, Martyn Bates (voz e instrumentación) y Peter Becker (instrumentación y voz) han mantenido una búsqueda artística constante en todos estos años, siendo Eyeless in Gaza el caleidoscopio sonoro donde congregan sus más altos vicios; literatura, escenas de cine, fotografías, recuerdos, visiones de vida, ambientes, grabaciones de campo, instrumentos extraños y un aura arcana super alterante, no por abyección sino que por una emotividad que logra perturbar estados de ánimo y hasta la realidad misma. Decir que la música de EIG es alterante no es excesivo, la belleza y la calma de una melodía o un quiebre vocal imprevisto como los que salen de la garganta de Bates pueden sacarte de foco, hacerte miserable o crear un sentimiento de profundo bienestar en tí. Quizás esa misma dualidad de sensaciones que se mueven en las canciones de EIG ('doble filo'), les ha restado algo o mucho de popularidad, no todos los mundos suelen ser los mismos, lo único cierto es que los tenemos de nuevo acá presentado su 15° álbum de estudio (sin contar colaboraciones, discos cortos, recopilaciones ni proyectos paralelos), "Everyone Feels Like A Stranger" ('Todo el mundo se siente extraño") un poema sonoro que invita a la reflexión, la cercanía, el silencio y la calma.
Abren esta nueva placa con "Voices" una desnuda pieza sonora con la voz suave y atrayente de un Martyn Bates que no ha perdido nada de ese caudal emotivo que siempre lleva en su canto, hechizo inmediato con guitarra acústica a cargo de Peter Becker + atmósferas distantes y ruidos oscuros que se filtran con sutileza, primer pasadizo y ya estamos en el salón con "Dance Of Hours" -tema que además funciona como banda sonora para el filme corto del mismo nombre de Elizabeth Bates grabado en el Mont Saint-Michel de las costas de Normandia a finales de agosto de 2011- una canción densa y angustiante, la soledad que da paso a la solemnidad, frecuencias que flotan como espíritus besando las ruinas de un lugar deshabitado, una plegaria.
Siempre me he preguntado si EIG va en busca de las melodías o si las melodías brotan de ellos como la respiración lenta de las primeras horas de una mañana o de algún momento golpeador en la vida de cualquier simple mortal, la verdad es que fascina entrar en espacios sonoros tan puros e inquietantes como la doble "Seeing/Book Of Days", la hechizera "So You Appear", "Slow Eve" o "Morning Singing" clásico de Martyn Bates en solitario de su 10" "Letters Written" de 1982 y que la banda viene tocando ultimamente en directo, haciendo un recuento podríamos calificar a "Everyone... " como un disco de canciones más cercanas al formato pop que a las experimentaciones instrumentales de otros trabajos de la banda, sin embargo cada pieza muestra una profundidad y lucimiento que es díficil encasillar con simpleza una producción tan bien construida por detalles sonoros inusuales, sabiduría vivencial y magia placentera, que la convierte desde ya en un imperdible para la espera del siempre refrescante tiempo frío. Esperanzas y cambios de apariencia desde la colina antigua, destellos perdidos en algún retazo de conciencia entre los años y las etiquetas reductivas, más allá de todo eso se encuentra este culto secreto, un clásico, Eyeless In Gaza.
Raúl Cabrera H.
Eyeless in Gaza es una de esas leyendas que se comentan en voz baja, formados en 1978 en la pequeña localidad de Nuneaton, Inglaterra, Martyn Bates (voz e instrumentación) y Peter Becker (instrumentación y voz) han mantenido una búsqueda artística constante en todos estos años, siendo Eyeless in Gaza el caleidoscopio sonoro donde congregan sus más altos vicios; literatura, escenas de cine, fotografías, recuerdos, visiones de vida, ambientes, grabaciones de campo, instrumentos extraños y un aura arcana super alterante, no por abyección sino que por una emotividad que logra perturbar estados de ánimo y hasta la realidad misma. Decir que la música de EIG es alterante no es excesivo, la belleza y la calma de una melodía o un quiebre vocal imprevisto como los que salen de la garganta de Bates pueden sacarte de foco, hacerte miserable o crear un sentimiento de profundo bienestar en tí. Quizás esa misma dualidad de sensaciones que se mueven en las canciones de EIG ('doble filo'), les ha restado algo o mucho de popularidad, no todos los mundos suelen ser los mismos, lo único cierto es que los tenemos de nuevo acá presentado su 15° álbum de estudio (sin contar colaboraciones, discos cortos, recopilaciones ni proyectos paralelos), "Everyone Feels Like A Stranger" ('Todo el mundo se siente extraño") un poema sonoro que invita a la reflexión, la cercanía, el silencio y la calma.
Abren esta nueva placa con "Voices" una desnuda pieza sonora con la voz suave y atrayente de un Martyn Bates que no ha perdido nada de ese caudal emotivo que siempre lleva en su canto, hechizo inmediato con guitarra acústica a cargo de Peter Becker + atmósferas distantes y ruidos oscuros que se filtran con sutileza, primer pasadizo y ya estamos en el salón con "Dance Of Hours" -tema que además funciona como banda sonora para el filme corto del mismo nombre de Elizabeth Bates grabado en el Mont Saint-Michel de las costas de Normandia a finales de agosto de 2011- una canción densa y angustiante, la soledad que da paso a la solemnidad, frecuencias que flotan como espíritus besando las ruinas de un lugar deshabitado, una plegaria.
Siempre me he preguntado si EIG va en busca de las melodías o si las melodías brotan de ellos como la respiración lenta de las primeras horas de una mañana o de algún momento golpeador en la vida de cualquier simple mortal, la verdad es que fascina entrar en espacios sonoros tan puros e inquietantes como la doble "Seeing/Book Of Days", la hechizera "So You Appear", "Slow Eve" o "Morning Singing" clásico de Martyn Bates en solitario de su 10" "Letters Written" de 1982 y que la banda viene tocando ultimamente en directo, haciendo un recuento podríamos calificar a "Everyone... " como un disco de canciones más cercanas al formato pop que a las experimentaciones instrumentales de otros trabajos de la banda, sin embargo cada pieza muestra una profundidad y lucimiento que es díficil encasillar con simpleza una producción tan bien construida por detalles sonoros inusuales, sabiduría vivencial y magia placentera, que la convierte desde ya en un imperdible para la espera del siempre refrescante tiempo frío. Esperanzas y cambios de apariencia desde la colina antigua, destellos perdidos en algún retazo de conciencia entre los años y las etiquetas reductivas, más allá de todo eso se encuentra este culto secreto, un clásico, Eyeless In Gaza.
Raúl Cabrera H.
La etiqueta dream-pop (o chillwave, o witch house, o lo que se quiera) ha dado cobijo a muchísimos jóvenes productores de dormitorio. Algunos tienen muchas cosas que contarnos, como Youth Lagoon y sus ansias nostálgicas; otros, como Tamaryn, sin ser para tirar cohetes, nos han dejado con un par o tres de buenas canciones y luego están Boy Friend. Este es el alias de dos amigas del alma, Christa Palazzolo y Sarah Brown que, si os suenan sus nombres, es que vivís en la blogosfera: estas dos jóvenes mozas de Austin formaban parte, hasta finales de 2010, de otro proyecto, Sleep:Over. Los puntos en común con la banda de Stefanie Franciotti son muchos, pues ambas se mueven por esos territorios de duermevela y sugestión. Pero mientras que la propuesta de Franciotti resultaba hasta cierto punto interesante (aunque en el repaso de lo más destacado de 2011 nadie se acordó de ella), Palazzolo y Brown han ofrecido con su álbum de debut, “Egyptian Wrinkle”, algo vulgar e intrascendente.
El disco, que fue grabado en verano de 2011 en la casa de un amigo que tenían en común en el norte de Austin, rodeada de perros, bongos y cálidas vibraciones tejanas, muestra las distintas preferencias estilísticas de la dupla. Por supuesto, si hacemos caso al sello, porque si le damos un buen repaso comprobamos que se trata de uno de los trabajos más planos que se recuerdan en mucho tiempo, en el que las canciones van pasando y nos preguntamos si no hemos estado escuchando durante poco más de media hora el mismo tema. “Egyptian Wrinkle” comienza con una pieza instrumental, “Rogue Waves I”, que evidencia las cualidades que buscan Boy Friend en su música, es decir, que ésta sea etérea y atmosférica. Pero el objetivo se frustra con una instrumentación que confunde lo sobrio y minimalista con lo simple. En “Bad Dreams” podemos escuchar por primera vez sus voces y sirven para explicar el problema de su música: si bien no molesta –no te sangrarán los oídos al ponerte este álbum–, carece de cualquier tipo de personalidad. En este y otros cortes se atisban rasgos de grupos contemporáneos como Pure X y Twin Sister (al margen de los citados Sleep:Over) y bandas legendarias como Cocteau Twins, pero a diferencia de todos estos artistas, Palazzolo y Brown parecen esmerarse en no hacer nada memorable, construir un largo sin apenas estribillos perdurables.
Aunque no todo es para tirarlo al mar. Hay algunos momentos en los que no se dedican a incluir perezosas percusiones a base de cajas de ritmos y emplean instrumentos orgánicos como el anteriormente citado bongo (“Egyptian Wrinkle”). El momento a cappella de “Breathe” no está mal como idea y, si nos pidiesen salvar algo de la quema, sería “False Cross”, una versión low-cost de Beach House, con algo más de garra que el resto del repertorio, con un coro que denota cierto esfuerzo y en el que sí consiguen a medias embrujarnos. Chicas, la competencia en el dream-pop está dura, así que más os vale poneros las pilas si no queréis que os pasen por encima.
por Mario G. Sinde
desde playgroundmag.net
El disco, que fue grabado en verano de 2011 en la casa de un amigo que tenían en común en el norte de Austin, rodeada de perros, bongos y cálidas vibraciones tejanas, muestra las distintas preferencias estilísticas de la dupla. Por supuesto, si hacemos caso al sello, porque si le damos un buen repaso comprobamos que se trata de uno de los trabajos más planos que se recuerdan en mucho tiempo, en el que las canciones van pasando y nos preguntamos si no hemos estado escuchando durante poco más de media hora el mismo tema. “Egyptian Wrinkle” comienza con una pieza instrumental, “Rogue Waves I”, que evidencia las cualidades que buscan Boy Friend en su música, es decir, que ésta sea etérea y atmosférica. Pero el objetivo se frustra con una instrumentación que confunde lo sobrio y minimalista con lo simple. En “Bad Dreams” podemos escuchar por primera vez sus voces y sirven para explicar el problema de su música: si bien no molesta –no te sangrarán los oídos al ponerte este álbum–, carece de cualquier tipo de personalidad. En este y otros cortes se atisban rasgos de grupos contemporáneos como Pure X y Twin Sister (al margen de los citados Sleep:Over) y bandas legendarias como Cocteau Twins, pero a diferencia de todos estos artistas, Palazzolo y Brown parecen esmerarse en no hacer nada memorable, construir un largo sin apenas estribillos perdurables.
Aunque no todo es para tirarlo al mar. Hay algunos momentos en los que no se dedican a incluir perezosas percusiones a base de cajas de ritmos y emplean instrumentos orgánicos como el anteriormente citado bongo (“Egyptian Wrinkle”). El momento a cappella de “Breathe” no está mal como idea y, si nos pidiesen salvar algo de la quema, sería “False Cross”, una versión low-cost de Beach House, con algo más de garra que el resto del repertorio, con un coro que denota cierto esfuerzo y en el que sí consiguen a medias embrujarnos. Chicas, la competencia en el dream-pop está dura, así que más os vale poneros las pilas si no queréis que os pasen por encima.
por Mario G. Sinde
desde playgroundmag.net
Australia fue una colonia penal, donde Inglaterra intentó desahogar sus atestadas cárceles. Allí. entre reos y carceleros, se creó con el tiempo una nueva nación que pretendió olvidar su no muy humilde origen. Aparte de los canguros no es mucho lo que sabemos de este insípido país.
Nick Cave creció allí fundó uno de los episodios más oscuros y macabros en la historia del rock: The Birthday Party. Esta pandilla maldita estaba formada por Mick Harvey en guitarra, Tracey Pew (Q.E.P.D) en bajo, Rowland Howard (recientemente fallecido) en guitarra y Phil Calvert, batería; y por supuesto, Cave en voz. Se llamaron en un principio The Boys Next Door, nombre con el que lanzaron su primer disco y que les permitió ingresar en el circuito punk de la tediosa Melbourne. Para el segundo intento cambian su nombre y el disco homónimo "Birthday Party" sale a la venta en 1980, pero otra vez no pasa nada y emigran a Inglaterra. En Londres emergen rápidamente y el halo de grupo de culto empieza a crecer a su alrededor. Son jóvenes, tienen fuerza, energía, crudeza, brutalidad; su versión insular del post-punk es violenta y decadente.
Por ese entonces, el naciente sello 4AD los acoge y lanzan dos LPs' "Prayers On Fire" (1981) y "Junkyard" (1982). Se agrega a esta lista un EP profético "The Bad Seed" (1983) y antes de terminar con la carrera del grupo, sale bajo etiqueta Mute Records un oscuro EP llamado "Mutyni" grabado en alemania con colaboración de Blixa Bargeld de Eisntürzende Neubauten, que luego se convertiría en uno de los Bad Seeds de Nick Cave. Eso fue todo y quizás suficiente para dejar marcada toda la década del '80 con su influencia.
The Birthday Party fue una banda que estaba autocondenada a una vida breve: las cosas no se pueden llevar tan abajo y aguantarlas: Además, la industria del disco (de esos años) no deja salirse de los esquemas por tanto tiempo; hay que transar en algún momento o morir. The Birthday Party optó por esto último en 1983.
por Roy Alvarado B.
desde revista Musica Marginal #6 (feb.1995)
Una confesión de Amber Papini, compositora y voz de Hospitality, define a la perfección el estilo y el objetivo de este trío estadounidense. “Me encanta que las canciones que hacemos evoquen imágenes y en ocasiones puedan parecer poesía”. Toda una declaración de intenciones de la líder de esta formación que el pasado 30 de enero publicó su álbum debut, "Hospitality" (2012, Merge Records).
El inicio de Amber, Nathan y Brian como banda se sitúa en 2007, aunque los dos primeros se conocieron en el instituto. La relación entre ambos se fue fraguando hasta que contrajeron matrimonio. Esta unión se trasladó al ámbito musical, pero Amber y Nathan sintieron que aún faltaba una pieza para que el engranaje funcionara. Entonces llegó Brian, amigo de un amigo, y el trío empezó a trabajar en este interesante proyecto.
Las canciones de Hospitality tienen lugar en una realidad paralela, ajena a la podredumbre reinante en el mundo y a las mil y una desgracias que diariamente cuentan los medios de comunicación. Ellos prefieren vivir siempre en primavera y con una paleta repleta de colores cálidos, dibujar piezas soñadoras y luminosas. Pop fino sin muchas florituras, aunque excelentemente punteado por la tierna voz de Amber Papini, radiante en la decena de temas que forman esta ópera prima. La escena alternativa los ha relacionado rápidamente con Camera Obscura, aunque a mí parecer tienen toques de Belle & Sebastian (veáse "Eight Avenue", que abre el disco). Sin embargo, resulta destacable la carga emocional de la mayoría de las canciones de este veraniego trabajo, unánimemente aplaudido en los Estados Unidos (puntuado con 7’4 sobre 10 por parte de Pitchfork). Una dulzura con trasfondo que se hace evidente en uno de los singles, la fresca "Friends of Friends" (que por cierto, ya tiene videoclip). Nos han convencido especialmente los temas más austeros, como "The Birthday", simple aunque juguetón, y "The Right Profession", más cañera y enérgica que la mayor parte del álbum.
Habíamos leído maravillas de Hospitality, y tras darle varias escuchas a su homónimo debut, no nos han defraudado. Estaremos muy pendientes de este simpático trío, que ha demostrado con su primer LP tener talento e imaginación para hacerse un hueco en un estilo repleto de grandes nombres que muchas veces ofuscan a los menos conocidos.
por Sam Gutiérrez
desde hablatumúsica
El inicio de Amber, Nathan y Brian como banda se sitúa en 2007, aunque los dos primeros se conocieron en el instituto. La relación entre ambos se fue fraguando hasta que contrajeron matrimonio. Esta unión se trasladó al ámbito musical, pero Amber y Nathan sintieron que aún faltaba una pieza para que el engranaje funcionara. Entonces llegó Brian, amigo de un amigo, y el trío empezó a trabajar en este interesante proyecto.
Las canciones de Hospitality tienen lugar en una realidad paralela, ajena a la podredumbre reinante en el mundo y a las mil y una desgracias que diariamente cuentan los medios de comunicación. Ellos prefieren vivir siempre en primavera y con una paleta repleta de colores cálidos, dibujar piezas soñadoras y luminosas. Pop fino sin muchas florituras, aunque excelentemente punteado por la tierna voz de Amber Papini, radiante en la decena de temas que forman esta ópera prima. La escena alternativa los ha relacionado rápidamente con Camera Obscura, aunque a mí parecer tienen toques de Belle & Sebastian (veáse "Eight Avenue", que abre el disco). Sin embargo, resulta destacable la carga emocional de la mayoría de las canciones de este veraniego trabajo, unánimemente aplaudido en los Estados Unidos (puntuado con 7’4 sobre 10 por parte de Pitchfork). Una dulzura con trasfondo que se hace evidente en uno de los singles, la fresca "Friends of Friends" (que por cierto, ya tiene videoclip). Nos han convencido especialmente los temas más austeros, como "The Birthday", simple aunque juguetón, y "The Right Profession", más cañera y enérgica que la mayor parte del álbum.
Habíamos leído maravillas de Hospitality, y tras darle varias escuchas a su homónimo debut, no nos han defraudado. Estaremos muy pendientes de este simpático trío, que ha demostrado con su primer LP tener talento e imaginación para hacerse un hueco en un estilo repleto de grandes nombres que muchas veces ofuscan a los menos conocidos.
por Sam Gutiérrez
desde hablatumúsica
Escucha El Sueño del Esquimal #349, esta noche de jueves 5 de abril a las 21:30 hrs. por Radio Placeres 87.7 fm desde Valparaíso, en línea global además desde acá.
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