Cuanto cuenta la fuerza de un simple estertor ruidista, la honestidad de la sutileza en el espejo, el flagelo de la experiencia migratoria como bellas cruces invertidas surcando una pista de baile.
Life Has Not Finished With Me Yet
second language, 2012
Piano Magic se formó en Londres hace 16 años por iniciativa del multifacético Glen Johnson, en sus comienzos fueron un trío para más tarde convertirse en un colectivo de 'artistas sensitivos', los que han ido moldeando ese halo de misterio y seducción para sus creaciones. Siempre innovando, buscando distintas posibilidades sonoras para su musicalidad detallista, oscura y bella, con Johnson dirigiendo ese concepto 'mágico' de atmósferas visibles, líricas de la vida distanciada y arte refinado.
Entrar en la discografía de Piano Magic supone un acercamiento con la conciencia y el encanto sublime, en la memoria se quedan discos notables como "Low Birth Weight" (rocket girl, 1999) con Caroline Potter y Raechel Leigh en las vocalizaciones, esa placa terminaba con "Waking Up", un cover de los desaparecidos Disco Inferno, donde demostraban la conexión con el sonido abrasivo y apocalíptico, buenas influencias que iban desde Dead Can Dance y New Order hasta Low, de Flying Saucer Attack a The Cure, todo ese aroma suspendido más su propia esencia quedaba impregnada en cada canción y en cada instante. Cuesta encontrar momentos flojos en su trayectoria, si incluso su minimo roce 4AD, "Writers Without Homes" ('escritores sin casas') de 2002, revela pureza y distinción, y lo nombro porque fue un disco super criticado en su momento, pero igual quedó. A partir de "Disaffected" (green UFOs, 2005), la banda se consolida desde su centro con las aportaciones de Jerome Tcherneyan, Franck Alba, Alasdair Steer y Angele David-Guillou (Klima), habitantes que permanecen hasta el día de hoy y que junto a Johnson han dejado la huella dura de este nombre escondido en el cristal más fino.
Ahora Second Language publica "Life Has Not Finished With Me Yet" ('la vida no ha terminado conmigo todavía'), su 11° álbum de estudio (contando la banda sonora "Son De Mar" para Bigas Luna de 2001). Y que es lo que encontramos aquí, un nuevo movimiento, parcial en el diseño, que no en su médula, se trata de un trabajo más sereno que los anteriores "Part Monster" (green UFOs, 2007) y "Ovations" (make mine music, 2009), al mismo tiempo el paisaje se abre para encontrarnos con unos Piano Magic en estado de gracia, lento y profundo con una suave sugerencia hacia atmósferas envolventes y hechiceras, dejando mucho espacio para la pausa y el silencio, desde donde la pequeña orquesta de cámara fantasmal comienza a desplegar sus toques de sutileza malsana, la intro "Matin" marca el camino abstacto por donde seremos conducidos, "Judas" aparece para definir un poco la visión casi sagrada de esta nueva pauta Piano Magic, el eco de Brendan Perry (Dead Can Dance) queda registrado como un origen que ellos bien saben merodear hasta someterlo a su fuente, ya en "The Slightest Of Threads" quedamos atados, la lentitud, la fragilidad en la voz de Johnson, esa claridad sabia se cuela en cada rincón perceptivo para llevarte a una apabullante redención, organos de iglesia, violines y guitarras que se arrastran en el desconcierto terminan por completar uno de los cortes más intensos que han logrado en mucho tiempo, exacto si lo que quieres es rodar en los recuerdos hasta caer en el presente siempre inerte. Luego viene la voz limpia de Angele en "Sing Something", cortando el aire con elegancia, 4 minutos que casi no sentimos en ascensión vocal y organismos maquinales que flotan extraviados, hay silencio en la planicie sin embargo las imágenes no dejan de tocarnos, es increíble el colapso que música tan quieta puede producir en tu interior, claro a ellos les conocemos bien, Piano Magic es la reunión con el amigo que cada cierto rato llega para encandilarnos, un fetiche para los sin prejuicios, para los que se alejan por opción propia. O sino como entender la belleza de "Lost Antiphony", la melodía presa de los años sin razón, la caída libre de un angel de ojos llorosos, la cajita perfecta donde guardar tu más santo secreto de inocencia, los sonidos de Piano Magic se atreven a buscar por allí y consiguen intervenir esos nudos, la música como estado de videncia, la poesía de Johnson como un escape necesario en la titular "Life Has Not Finished With Me Ye", permanecemos a pesar de todo, cada resbalón supone un inmediato sacudimiento, sólo estás tú y eso basta para cambiarlo todo nuevamente.
Vuelvo para decir que se trata de un disco para sentir, lamentablemente los Piano Magic no calificarán otra vez en el mundo acelerado y 'reseteado', esto va para el corazón sincero y turbado que mora tras ese disfraz antiguo y golpeteado, Glen Johnson es el poeta mágico y da la mano para reparar la pérdida, más allá de eso "Life Has Not Finished With Me Yet" es un disco de pop misterioso, hermoso, ralentizado como pocos y lleno de lo que suponemos descifrar como realidad. Definitivo.
Raúl Cabrera H.
Light Asylum
mexican summer, 2012
Lleva llamando la atención de los que nos arrimamos a estos sonidos que se apegan a la nostalgia electro de lo romántico desde hace más de dos años. Justo en un momento en el que synth-pop y la nueva ola más oscura despuntaban otros grupos como Tearist o //Tense//, The Present Moment, Modern Witch, Octavius, Trust, Austra, White Car, Soft Metals, Former Ghosts, Xeno & Oaklander, Led Er Est, Zola Jesus o Gatekeeper, entre otros tantos sufrientes o no de cierta mímesis, Light Asylum emergía de la otredad de lo negro delimitando márgenes, haciéndose lugar, ocupando puestos. A pesar de que la heroína que gobierna con sus expresionistas alaridos épico-punk (post-punk) la sustancia gótica e industrial de su estética, Shannon Funchess, es sobradamente conocida si se le vincula (como lo estuvo) con !!! o TV on the Radio, entre otras formaciones, los primeros pasos del proyecto a dúo con Bruno Coviello los dieron a tientas en la sombra. Autoeditaron en ese prácticamente integral anonimato un primer EP, "In Tension", al tiempo que imprimieron esas camisetas de simbología esotérica que algunos vestimos; pero fueron sus intensísimos directos catárticos los que definitivamente volvieron violentamente y al unísono las cabezas y miradas de crítica especializada y sellos prestos a la caza de lo moderno. Ficharon entonces con Mexican Summer, casi siempre atentos, y han publicado en lo que llevamos de año los siguientes 12” con algunos de los singles que más elevan el largo recién publicado: "Shallow Tears" y "A Certain Person". Síntomas claros, notábamos, de un álbum francamente excepcional en la combinación motórica de un electro y pop-máquina practicante de vieja escuela, las acrobacias modernas del synthpop, la dark y cold wave, y un legado proteínico brutal de lo industrial y la Electronic Body Music. Mixtura posible en un baño de matices de melancolía sintética y melodías que lloran sintes y rítmicas del pasado que, con la gravedad vocal de Funchness, constituyen la distinción más característica de su sonido. Y una majestuosa, recia y elegante, fenomenal, ferocidad emocional. Purasangre.
La energía visceral, el poder y entonación dominátrix de embrutecimiento coral, muchas veces francamente inspirado, hipnótico y bondage, de esta Grace Jones de fuerte componente andrógino, sobrevuela las chanzas, las marchas marciales, las catapultas beat, los chispazos y los dramas y tormentos de sintes armónicos y homéricos de uso primario de este ejercicio en largo. Consciente de ese peso protagónico, acertado, pero también en previsión de lo que puede suponer su abuso y carga, afortunadamente modula sus intervenciones y caracteriza su impronta vocal según la vocación sonora (estética) de cada uno de los diez temas de los que se compone este debut homónimo. Tenemos tiempo para el electromagnetismo con delirios cósmicos a sintetizador (gran obra esculpida desde la fluorescencia sinte de Coviello) en las espléndidas "Hour Fortress" o en "End of Days", aunque echemos mucho de menos esa barbaridad que es "Skull Fuct" (háganse el favor); el terrorismo rítmico y la bestialidad beat en "Pope Will Roll", "Heart of Dust", "At Will" o en "Sins of the Flesh" (de los mejores momentos); el purismo electro de calambre de la incontenible "IPC", de inducción espiral volupta; o las robóticas glorias épicas del machine-pop más kraftwerkiano y el synthpop balado enamorado de los mejores OMD, como son "Angel Tongue", "Shallow Tears" o "A Certain Person", quizás las certezas más rutilantes del disco. Entronan con cetro y sitúan a distancia a esta mercenaria gutural-tenor y a su amigo en uno de los lugares más vistosos de la incandescencia synthpop contemporánea empecinada en definir, a la vieja usanza, una poética apocalíptica del romanticismo musical postrero. Y hay tortas. Demos asilo a la luz.
por David Cano
desde notodo.com
Wonky
ACP recordings, 2012
Cría fama y échate a dormir. El famoso refrán ha servido, durante años, para ilustrar el mundo de la música: grupos y bandas de todo género y condición han terminado haciéndose famosos -ya sea gracias a una impagable campaña de márketing o a su destreza con melodías y letras- y después han desaparecido, con la más que loable (e inteligente) intención de vivir de las rentas o dedicarse a otra cosa. Al fin y al cabo, al ciudadano medio le gusta cambiar de trabajo de vez en cuando. ¿Por qué debería ser diferente un músico?
Pero, ¡ay! Poderoso caballero es 'Don Dinero', y al igual que nuestras estanterías están llenas de grupos que decidieron dejarlo un tiempo; festivales y tiendas de discos están también llenas de comebacks y reapariciones que, dependiendo del caso, algunas veces han resultado más exitosas que otras. Así que cuando Orbital anunciaban que después de su último disco en 2004 (‘Blue Album’) volvían al estudio, ocho años después, para grabar material nuevo; no fueron pocos los que se pusieron a temblar presagiando una reunión fallida de los hermanos Hartnoll. ¿Serían capaces de revivir sus buenos momentos como abanderados del techno, el dance y el acid house?
Con la publicación de ‘Wonky’, sin embargo, los fans pueden quedarse tranquilos. Sin mirar hacia atrás demasiado, Orbital han conseguido sacar adelante un LP en el que demuestran que siguen teniendo muchas cosas que decir con respecto al panorama electrónico actual. Adaptando su sonido a los nuevos tiempos, como el dubstep de "Distraction", ese coqueteo con el pop que nos traen de mano de Zola Jesus en "New France" (de lo mejorcito) e incluso con el hip-hop ("Wonky", que cuenta con la participación de Lady Leshurr y que durante un minuto podría pasar perfectamente por un tema de Robyn), demuestran que la nostalgia -al menos en su caso- no es un arma.
Eso si entendemos que nostalgia no es, ni muchísimo menos, tomar "Satan" (una canción de ‘Orbital’ de 1991) y transformarla en la absoluta joya adaptada a 2012 que es "Beelzedub", convirtiéndola, pese a lo que muchos puedan decir, en un tema prácticamente nuevo y que suena -21 años después- mejor que muchos temas electrónicos del hype de turno.
Pero, ¡ay! Poderoso caballero es 'Don Dinero', y al igual que nuestras estanterías están llenas de grupos que decidieron dejarlo un tiempo; festivales y tiendas de discos están también llenas de comebacks y reapariciones que, dependiendo del caso, algunas veces han resultado más exitosas que otras. Así que cuando Orbital anunciaban que después de su último disco en 2004 (‘Blue Album’) volvían al estudio, ocho años después, para grabar material nuevo; no fueron pocos los que se pusieron a temblar presagiando una reunión fallida de los hermanos Hartnoll. ¿Serían capaces de revivir sus buenos momentos como abanderados del techno, el dance y el acid house?
Con la publicación de ‘Wonky’, sin embargo, los fans pueden quedarse tranquilos. Sin mirar hacia atrás demasiado, Orbital han conseguido sacar adelante un LP en el que demuestran que siguen teniendo muchas cosas que decir con respecto al panorama electrónico actual. Adaptando su sonido a los nuevos tiempos, como el dubstep de "Distraction", ese coqueteo con el pop que nos traen de mano de Zola Jesus en "New France" (de lo mejorcito) e incluso con el hip-hop ("Wonky", que cuenta con la participación de Lady Leshurr y que durante un minuto podría pasar perfectamente por un tema de Robyn), demuestran que la nostalgia -al menos en su caso- no es un arma.
Eso si entendemos que nostalgia no es, ni muchísimo menos, tomar "Satan" (una canción de ‘Orbital’ de 1991) y transformarla en la absoluta joya adaptada a 2012 que es "Beelzedub", convirtiéndola, pese a lo que muchos puedan decir, en un tema prácticamente nuevo y que suena -21 años después- mejor que muchos temas electrónicos del hype de turno.
por Farala
desde jenesaispop.com
Barely Real EP
sub pop, 1992
De discografía escasa, pero esencial para entender el nacimiento y desarrollo del slowcore, entre sus dos imprescindibles Lps “Frigid Stars” (sub pop, 1990) y “The White Birch” (sub pop, 1994), nos obsequiaban con la lógica continuación del primero, y endulzaban la espera antes del cataclismo de belleza helada y dolor del último. Un paseo desolador, marcado por la batería fúnebre de Chris Brokaw – guitarrista también de los imprescindibles Come-, un bajo pesado, leeeento y tremendamente físico y el mantra eléctrico preñado de una melancolía sangrante, de las seis cuerdas de Doug Scharin, consiguen argumentar un discurso forjado desde lo más hondo de las miserias de Stephen Immerwahr, que canta desde una calma pausada, mascando las palabras, dándoles su mayor expresividad gracias letras tan sencillas, como contundentes, como las de la joya de la corona “Hard To Find” de este cuadro de trazos desérticos, pero trazados con pincel firme -“ A Goof friend is hard to find, i found you, will you be mine”-. Al abrigo de esta piedra al cuello, nos podemos lamer las heridas con los arrebatos tejidos de emoción cortante en “Barely Real” y “Jr”. Piezas maestras que son la prolongación de “Realize”, apertura a camara lenta, como no, que pone desde el primer acorde de este viaje, al interior del alma, las cartas sobre la mesa con sus estremecedores cinco minutos sin red. Como perfecto final, echa una mano el gran Dave Grubbs con una pieza de piano –“W”-, que parece dirigida por la varita de Immerwahr, en todo momento, y que le hace hace el pasillo a “Promise of Love”, genial versión del tema de los gravemente infravalorados y desconocidos MX-80 Sound. Para entendernos más fácilmente, si te encantan los primeros discos de Low, caerás rendido ante este despliegue de humanidad arrastrada, hasta los límites de unos sentimientos expuestos en carne viva.
desde
MOON ATE THE DARK
Moon Ate The Dark
Moon Ate The Dark
sonic pieces, 2012
Los barcos negros se comieron el cielo, decía David. Y la luna se comió la oscuridad, dicen Anna y Christopher. Desde las oficinas de Sonic Pieces en Alemania, el sello que mejor ha tratado, y de manera artesanal y siempre a mano, una nueva vieja música respetuosa de unos sonidos anclados en el pasado, en particular por la utilización de una instrumentación que hasta no hace mucho era más bien decorativa, acompañante de otros que se acostumbran a llevarse el protagonismo, pero que gracias a labor de empresas como estas, invierten los papeles, otorgándoles un rol estelar. Eso sucede en muchos de los trabajos que vienen desde la calle Lychener en Berlín, trabajos como “Pantone” (Sonic Pieces, 2011) de la pareja formada por Hauschka & Hildur Guðnadóttir, “Until The Point Of Hushed Support” (Sonic Pieces, 2010), de Greg Haines y, muy especialmente, “Wintermusik” (Sonic Pieces, 2009) de Nils Frahm. Parte de esa corriente restauradora es de la que forma parte este disco, debut de una pareja con una historia más o menos reciente.
Moon Ate The Dark son Anna Rose Carter y Christopher Bailey. Ella una pianista galesa radicada en Londres. Él un productor canadiense radicado en Londres. Ambos son forjadores de un proyecto que juega a trazar líneas en la oscuridad. “Moon Ate The Dark”, su primera obra, fue grabada en tan solo dos días de agosto de 2011, posteriormente masterizada por Nils Frahm en Durton. La habilidad de Anna sosteniendo las notas con delicadeza en el piano salta a la vista, a los que se suma la habilidad para trabajar en las sombras de Christopher, creando una perfecta dualidad de personalidades musicales, que buscan la creación en la contraposición. El nombre de este proyecto posee además unas connotaciones noctámbulas, y es precisamente a las horas bajas del día es a las que se remiten sus sonoridades, emparentándose con la oscuridad, no en un sentido oscurantista, sino de una cierta tranquilidad algo perturbadora, en la que, como ocurre en la noche, el silencio reina más que en su opuesto lumínico. Es en la madrugada cuando la única luz es la de nuestro único cuerpo celeste, y es en ella cuando todo se hace más lento, donde las estridencias interrumpen la quietud natural. Las canciones de “Moon Ate The Dark” son en gran medida igualmente respetuosas, considerando que esos son las horas de descanso del mundo. Como lo hacía Frahm en “Felt” (Erased Tapes, 2011), donde para no molestar a sus vecinos colocaba un paño de fieltro sobre las teclas, acá en ocasiones parece que hiciera los mismo, aunque sin llegar al mutismo del alemán. En ese extremo de la percepción comienza el disco (“Explosions In A Four Chambered Heart”), que paso a paso da cuenta del avance de las explosiones a las que hace referencia el título –así ocurrirá a lo largo de sus siete piezas–. Luego de esos diez minutos, viene más melodías reposadas con “Bellés Jar”, anticipo de “Capsules 11” en que la progresión de ruido llega a un punto en que se hace ensordecedor, todo esto siempre dentro de sus límites: parecen diez pianos ardiendo. “In Fiction” se asemeja a un ataque tenebroso de noise controlado, lo más oscuro del disco, demasiado en tan poco tiempo, lo necesario para motivar un retomo la tranquilidad, primero con la preciosa “She/Swimming” y luego con la no menos bella “Messy Hearts”, distorsionada pero solo en sus instantes finales. El cierre, “Sleepwalk”, viene marcado por lo que es el itinerario recorrido por todo el álbum, la calma insomne de ella intervenida por la suciedad de él. Cada vez me convenzo más que ella es la luna y él la oscuridad.
Los cuidados tratamientos de Anna Rose, perfectos y precisos se enfrentan a los tratamientos de Christopher, quien jugando con los micrófonos, pedales y amplificadores devuelve el sonido nocturno de las cuerdas del piano en tintes más opacos, en ocasiones de un negro profundo. Es en esos momentos en que la luz oscura parece imperar en “Moon Ate The Dark”, cuando Bailey vence a Carter en su campo que es como una habitación de reverberaciones. Pero en el resto de las piezas, cuando la sensibilidad en lo absoluto ordinaria reina es Carter quien vence a Bailey. Al final, todos resultamos vencidos ante el poder seductor de las sombras y la belleza que descansa entre los silencios.
NILS FRAHM
Felt
Felt
erased tapes, 2011
“Al principio yo quería hacerles a mis vecinos un favor al amortiguar el sonido de mi piano. Si quiero tocar el piano en la quietud de la noche, la única manera respetuosa es colocar capas de fieltro grueso frente a las cuerdas y tocar con los dedos muy suave. Fue entonces cuando descubrí que mi piano suena hermoso con el amortiguador”. Nils Frahm es quizás el mejor pianista de su generación, tremendamente dotado tanto en lo técnico y, lo más importante, lo emocional. Colaborador múltiple, amigo de muchos Frahm se ha labrado una carrera impecable que al lado de otra gente, léase F.S Blumm, Anne Müller, Peter y Heather Broderick, Machinefabriek, Greg Haines, Simon Scott, Kreng, etc., como en sus trabajos aislados le han llevado a un lugar en el que reina por sobre la gran corte de pianistas de nuestra época. Dos muestras irrebatibles de ese talento son, y lo seguirán siendo por mucho tiempo, “The Bells” (Kning Disk) y “Wintermusik” (Sonic Pieces), ambos del 2009.
“Felt” es una obra de arte trazada a partir de pequeños detalles, desde la minuciosidad. A pesar de su juventud –nació en 1982–, sus discos tienen un fuerte peso emotivo, un peso que se lleva muy bien por cierto. Son también los suyos discos amigables, como parece que también lo es su carácter. Este trabajo, a diferencia de otros, tardo un tiempo más largo en ser gestado, casi un año, desde la primavera del 2010 hasta el verano del 2011. Hermoso desde la portada, obra de Benjamin Maus y Torsten Posselt y una vieja máquina de plóter de los años 80’, este es un trabajo que en solo nueve composiciones que desde la timidez y lo nocturno. Nada más que él y su piano, nadie más que él es quien gobierna su habitación de sonidos próximos. “Yo quería que fuera como mi diario íntimo”. Pero tanto como podemos ser testigos de los sonidos que nacen en sus manos y terminan en nuestros oídos, además podemos presenciar cada ruido que aparece en el cuarto, la madera las paredes, el sonido viajar y retornar hasta el mismo punto. Es así, porque es música natural, instantánea, y porque así lo quiso el mismo Nils. “Me oigo la respiración y jadeo, el sonido chirriante de la acción del piano y el crujir de mi piso de madera –todos por igual tan fuerte como la música–. La música se convierte en una contingencia, un azar, un accidente dentro de todo este crujido. Mi corazón se abre y me pregunto qué es exactamente lo que me hace sentir tan feliz”. Y nada como para ser feliz como el hogar, el de cualquiera. Y es en ese hogar en el que se grabó cada uno de sus rincones. El micrófono puesto interior del piano permite todo esto y aquello que titula el álbum le otorgan un sonido particular. Las telas de fieltro, esos paños que surgen del cruce entre tramas, le imprimen la sutileza de la que hace gala –saludos M.J.–. tan pronto como apretamos play nos damos cuenta de que son estas piezas delicadas. Desde “Keep” y su reverberación hasta los ocho minutos de “More” –esta es la excepción: la mayoría son piezas más o menos breves–. Si bien comienza algo fuerte ya pronto hace ingreso la tranquilidad (“Less”). “Familiar” es eso, un sonido familiar y acogedor –en esta, como en todo el recorrido hay además otros instrumentos, como celesta, así como algunos juguetes–. “Old Thought” rememora tiempos pasados y más educados. “Pause” suena como el instante previo al amanecer hasta que llega el sol, luminoso, fresco, vital: in the wee small hours if the morning. “More”, el instante final¡, es un jubilo, la felicidad en dos partes: primero avanza y avanza hasta llegar a la cima auditiva. Cuando llega a ese momento, el apogeo anterior al desenlace, la melodía se reposa en un manta de sintetizadores y sonidos eternos, expandiendo el instante, suspendiendo el tiempo.
“Felt” coloca a Nils en el trono, como dije, y lo hace desde el lugar más pequeño. Desde una habitación contigua a los audífonos, conservando y realzando la cercanía que toda buena obra debiera tener. “Felt” significa fieltro, pero también es el pretérito de sentir. Una vez oído el disco he sentido la complejidad de sus delgadas líneas entrelazadas en la quietud de la noche.
“Felt” es una obra de arte trazada a partir de pequeños detalles, desde la minuciosidad. A pesar de su juventud –nació en 1982–, sus discos tienen un fuerte peso emotivo, un peso que se lleva muy bien por cierto. Son también los suyos discos amigables, como parece que también lo es su carácter. Este trabajo, a diferencia de otros, tardo un tiempo más largo en ser gestado, casi un año, desde la primavera del 2010 hasta el verano del 2011. Hermoso desde la portada, obra de Benjamin Maus y Torsten Posselt y una vieja máquina de plóter de los años 80’, este es un trabajo que en solo nueve composiciones que desde la timidez y lo nocturno. Nada más que él y su piano, nadie más que él es quien gobierna su habitación de sonidos próximos. “Yo quería que fuera como mi diario íntimo”. Pero tanto como podemos ser testigos de los sonidos que nacen en sus manos y terminan en nuestros oídos, además podemos presenciar cada ruido que aparece en el cuarto, la madera las paredes, el sonido viajar y retornar hasta el mismo punto. Es así, porque es música natural, instantánea, y porque así lo quiso el mismo Nils. “Me oigo la respiración y jadeo, el sonido chirriante de la acción del piano y el crujir de mi piso de madera –todos por igual tan fuerte como la música–. La música se convierte en una contingencia, un azar, un accidente dentro de todo este crujido. Mi corazón se abre y me pregunto qué es exactamente lo que me hace sentir tan feliz”. Y nada como para ser feliz como el hogar, el de cualquiera. Y es en ese hogar en el que se grabó cada uno de sus rincones. El micrófono puesto interior del piano permite todo esto y aquello que titula el álbum le otorgan un sonido particular. Las telas de fieltro, esos paños que surgen del cruce entre tramas, le imprimen la sutileza de la que hace gala –saludos M.J.–. tan pronto como apretamos play nos damos cuenta de que son estas piezas delicadas. Desde “Keep” y su reverberación hasta los ocho minutos de “More” –esta es la excepción: la mayoría son piezas más o menos breves–. Si bien comienza algo fuerte ya pronto hace ingreso la tranquilidad (“Less”). “Familiar” es eso, un sonido familiar y acogedor –en esta, como en todo el recorrido hay además otros instrumentos, como celesta, así como algunos juguetes–. “Old Thought” rememora tiempos pasados y más educados. “Pause” suena como el instante previo al amanecer hasta que llega el sol, luminoso, fresco, vital: in the wee small hours if the morning. “More”, el instante final¡, es un jubilo, la felicidad en dos partes: primero avanza y avanza hasta llegar a la cima auditiva. Cuando llega a ese momento, el apogeo anterior al desenlace, la melodía se reposa en un manta de sintetizadores y sonidos eternos, expandiendo el instante, suspendiendo el tiempo.
“Felt” coloca a Nils en el trono, como dije, y lo hace desde el lugar más pequeño. Desde una habitación contigua a los audífonos, conservando y realzando la cercanía que toda buena obra debiera tener. “Felt” significa fieltro, pero también es el pretérito de sentir. Una vez oído el disco he sentido la complejidad de sus delgadas líneas entrelazadas en la quietud de la noche.
El Sueño del Esquimal #360 se transmitirá el jueves 12 de Julio
a las 21:00 hrs. por Radio Placeres 87.7 FM desde la bahía de Valparaíso, también online
para el resto de este y los otros mundos, www.radioplaceres.cl.
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