mayo 04, 2011

El Sueño del Esquimal #319, jueves 5 de mayo




Desde una vieja iglesia solloza un sonido turbador, espacioso, lento, armonías desgastadas en la fragua de los acontecimientos, tonadas bajas adornando el manto otoñal.








LOW
C'Mon

sub pop, 2011

El matrimonio formado por Alan Sparhawk y Mimi Parker, acompañados esta vez por un (otro) nuevo bajista llamado Steve Garrington, vuelve a publicar un álbum, casi cuatro años después de ‘Drums And Guns‘, probablemente el disco más árido y complejo de su carrera. Desde entonces han pasado cosas como que la pareja escribió e interpretó música para una pieza de danza contemporánea, que Alan publicó dos discos de su proyecto Retribution Gospel Choir y después los paseó en una gira que le trajo por aquí o que Robert Plant, un mito viviente del rock, incluyó dos canciones de ‘The Great Destroyer’ (‘Monkey’ y ‘Silver Rider’) en su reciente disco ‘Band Of Joy’. Lo cual, por supuesto, ha suscitado el interés por Low para un público hasta ese momento ajeno al slowcore de la banda de Duluth, Minnesota. Con ‘C’mon’, noveno álbum de estudio del grupo, parecen estar en el punto mediáticamente más álgido de su carrera y ellos han escogido que su productor sea un tipo que ha trabajado casi en exclusiva con productos como Ke$ha, Katy Perry, Paris Hilton, Justin Bieber, Leona Lewis o Avril Lavigne.

Pues sí, ese es el principal bagaje de Matt Beckley, hijo de Gerry Beckley (America). Pero también es cierto que ya había trabajado con considerable éxito en el segundo álbum de Retribution Gospel Choir y, en lo que se refiere a la producción y el sonido de ‘C’mon’, solo cabe decir cosas buenas. Y en este caso la forma de tratar el sonido, con diferencia el más limpio y luminoso de toda la historia de Low, se antoja fundamental en este disco. Ya en la misma apertura con la resplandeciente ‘Try To Sleep’ se advierte de una perspectiva más abierta, no tanto en la composición en sí como en la pureza con que cada instrumento y cada voz transmite. Si ‘Drums And Guns’ era un ejercicio hermético y asfixiante, ‘C’mon’, ya desde ese animoso título que se repite una y otra vez en el interior del digipack, es la bocanada de aire inmediatamente posterior, imprescindible para continuar con vida.

Podemos reconocer a los Low de siempre, sus melodías características con las clásicas armonías vocales de Mimi y Alan, pero en esta ocasión resultan más cercanos y naturales que nunca, probablemente gracias a los ecos y la reverberación de una grabación realizada en una iglesia-estudio cerca de su casa (la misma en la que grabaron ‘Trust’). Incluso en las canciones más pulidas y arregladas, como ‘You See Everything’ (que recuerda enormemente al gran ‘Secret Name’), logran transmitir la sensación (perseguida) de estar sonando en vivo, algo en lo que contribuye una sorprendente presencia de pianos (cortesía de Garrington) y la crudeza con que suenan las guitarras, abrumadoras en cortes como ‘Witches’ (¡ese solo!), ‘Done’, ‘$20′ o ‘Nothing But Heart’ quizá, junto a ‘Majesty/Magic’, la mayor joya del álbum, una pieza que arranca esquelética y que progresivamente va envolviéndonos en coros, percusiones y el lap-steel y la guitarra de Nels Cline (Wilco) hasta el escalofrío.
También encontramos los temas habituales en la lírica de Sparhawk: referencias religiosas (‘Majesty/Magic’ encaja como himno eucarístico), duda existencial (‘Especially Me’), paranoia alucinada (servidor sigue sin alcanzar a entender la referencia a Al Green en ‘Witches’) y la sombra permanente de la muerte propia o de los seres queridos (‘Done’, ‘Try To Sleep’, ‘Something’s Turning Over’). Pero en todo el álbum se palpa el amor como ideal, sublime en ‘$20′, una canción que el propio Alan ha dicho que le gustaría que sonara en su funeral porque expresa lo que le gustaría decir a su mujer y sus hijos como epitafio. ¿Se trata de una plaga? Como en el caso del más reciente álbum de Sr. Chinarro (aunque cada uno en su cosa), el último disco de estos veteranos es su disco más directo y accesible (más que ‘The Great Destroyer’, sí) pero no por eso peor ni menos disfrutable. Y culmina con una especie de epifanía acústica, ‘Something’s Turning Over’, en la que suenan felices cantando a coro con sus propios hijos, un caramelito envenenado por una derrotista letra que invita a los jóvenes a “salir mientras puedan”, augurando un futuro terrible. Hay cosas que probablemente nunca cambiarán.


por Raúl Guillén
desde jenesaispop












CARAVANA
Caravana

quemasucabeza, 2011

Vuelta en el camino con Caravana, Rodrigo Santis y su nuevo plan luego de Paranormal y Barco, dos proyectos solistas donde dejaba una visión musical inquieta y emotiva. Ahora el vocalista, guitarrista y compositor de Congelador nos enseña otra vertiente, en compañía de músicos cercanos da vida a Caravana, desde la sencillez del sonido acústico aparecen canciones luminosas, limítrofes, intuitivas, fortificadas en la calma y en unas letras que sobrecogen, como un faro en la neblina del tiempo transcurrido.
Partiendo con la extraña calidez de "Reconocer", la voz susurrada de Santis se viene hacia nosotros junto a una percusión inductiva y a las guitarras que agitan el ambiente otoñal, un telón que se descubre mostrando huellas, realismo y prados como "Luz Subliminal" con coros de Gepe y Fernando Milagros, naturalidad y belleza en una canción de menos de 2 minutos que llega como una plegaria florida, profundidad acústica y el cello de Felicia Morales en "La Entrega", pausada y testimonial, Santis otra vez exhibe la nota sincera de sus letras, esas que nos hicieron parte en la historia de Congelador (banda fundamental para la escena independiente chilena con Walter Roblero en el bajo y Jorge Santis en batería), la mirada baja y el arrebato, la complicidad.
Cada vida viene atada a un aprendizaje, muchas veces en caída, otras en altura, la cosa es que al final los cambios prevalecen, en "Caravana" más que maduración sentimos ratificación, cercanía, instinto y conducción, todo en unidad llegando muy adentro como "Sigue Sus Ojos" con las voces de Felicia Morales y Rodrigo Santis, la verdad es que las colaboraciones en este disco son notables, Pedro Piedra en los bajos, Gretchen Schadebrodt en teclados y piano, las percusiones de Gepe, instrumentación cuidada, atmósferas orgánicas, el sonido vitalista de "Cada Vez" una canción entrañable con esa letra sentida... "Cada vez que escuchamos discos, hablamos de muchas cosas más, cada vez que me lees un libro, dices más, dices más, me cuentas mucho más...".
Sin manuales, sin guías, palpando la vida simplemente, experimentar, nunca hubo otra receta, una caravana, una procesión abierta, "despacio... caminos sobre sal".

Estar bien.


Raúl Cabrera Hidalgo.












CYCLO.
id

raster-noton, 2011

Si nos fijamos en el arte de este disco, y miramos su portada, este se nos plantea como una fórmula matemática. Y si de esa forma decidimos verlo, podríamos simplificarlo con una simple ecuación. Por tanto, Cyclo es el resultado final de la suma de dos elementos, el resultado de sumar Carsten Nicolai a Ryoji Ikeda. Pero estos elementos, los sumandos, no son tan sencillos como un número, o si lo son, al menos debemos notar que son elementos variables. Por lo que al sumar Carsten más Ikeda, lo que resulte no siempre será algo constante. Ahora toca saber algo más de este proyecto. Cyclo es un dúo ocasional, con solo un disco editado hasta hoy, “cyclo” (raster-noton, 2001), y cuya primera mitad es el japonés Ryoji Ikeda, artista enfocado en explorar las variadas posibilidades del sonido. Su último disco para la marca alemana fue “Test Pattern” (raster-noton, 2008). Por su lado, Carsten Nicolai es, como de seguro saben ya, Alva Noto, alguien que no necesita mucha presentación, al menos en este sitio. En 1999 se presentaron por primera vez juntos en Leipzig (Galerie für Zeitgenössische Kunst). Fruto de eso nace “Cyclo Cycle”, un track acreditado a Ikeda + Noto y aparecido en “New Forms” (raster-noton, 2000), y de ahí al primer disco.

Han pasado diez años, y al fin tenemos un nuevo trabajo, la suma incierta de dos artistas del sonido. “id”, como “cyclo”, es la exposición de una idea que ha cautivado a Nicolai desde hace mucho, la del error. “Crecemos en la situación que se supone no cometamos errores. Pero luego ves a gente investigando y encontrando inteligencia en el momento que los errores suceden, y entonces entiendes. La evolución est siempre conectada a errores, fallas, momentos inusuales… Por ejemplo, para la colaboración con Ryoji Ikeda usamos la idea de intercambiar formatos de archivos. Y a través de intercambiar esos archivos, produces sobertonos, y otras cosas extrañas pasan. En cierta manera usamos esto”. De las fallas, de los archivos dañados nace un disco que, sin embargo, suena más a una especie de depuración de una electrónica de nuevo siglo, de una limpieza casi quirúrgica, pero que como ya sabemos, nace de algo totalmente opuesto. De todo el trueque de datos, los que no fueron masterizados para mantener el original, volvemos a un sonido limpio, construido en base a glitches, descuidos y demás eventos inesperados que ocurren al trasladarse un dato de un lugar a otro. Obviamente, y volviendo al principio, hay partes que se reconocen en uno y otro artista –o ‘diseñador sonoro’, como se acredita en el disco–, la microscopía sonora de Ikeda, los patrones robustos de Nicolai, pero que sumados dan mucho más que dos. El sello de cada uno está, pero ambos dan vida a un nuevo sello, favorecido por la proximidad de búsqueda y de investigación del japonés y el alemán, un hecho a resaltar en el caso del segundo. Sus obras al lado de otra gente, sea este Ryuichi Sakamoto, u Opiate, o Blixa Bargeld, o dentro de Signal, destacan tanto como sus trabajos e solitario.

Música, o más bien sonidos tratados que terminan siendo música, “id” es una obra áspera, rugosa, llena de momentos imprevisibles, noise digital de laboratorio. Parece ser electrónica fría, pero nada más lejos de la realidad. Quizás los androides sueñen con ovejas eléctricas, y si además de soñar hacen música, debe ser algo como esto. “id”, el sonido de las partículas sucias chocando entre sí.


Hawái.












HANNAH PEEL
The Broken Wave

static caravan, 2011

Siempre es un gusto escuchar una voz nueva, más sobre todo si ella remite al pasado y las voces sin nombre. Hannah Peel es casi recién llegada. Solo ha editado EP autoeditado, otro EP de versiones ajenas (OMD, Cocteau Twins, Gloria Jones, New Order) y un single, “You Call This Your Home / Song For The Sea”, todos ellos recientes, del año pasado nada màs. Esto dos últimos aparecen baja la etiqueta Static Caravan, un sello inglés siempre al margen y siempre muy acertado hacia donde dirige su mirada. En esta ocasión sus ojos se fijaron en esta irlandesa. De tocar el violín con su padre a componer sus primeras canciones, después de “trabajar en una obra de teatro que necesitaba canciones y yo tuve que cantar yo”. Así de simple, al menos así parece.

Continuando con lo que no mostraba en el single, cuyos temas de hecho se incluyen en el disco, Hannah y unos cuantos músicos más arma un disco que une folk y pop y otras músicas, con un toque, no podía ser de otra forma, de sonidos irlandeses –la raíz siempre es más fuerte–. La trompeta de Lizzie Jones y la batería de Karl Penney la ayudan, pero es ella quien se encarga de todo el resto. Pero no todo. Hay alguien más. “Trabajamos juntos en una pista y fue increíble la música que creamos en un día. Mike, de inmediato, sintió la naturaleza de mis canciones: la letra y la melodía melancólica, los no tan tradicionales estructuras de las canciones”. Ese Mike es Mike Lindsay, el nombre tras Tunng. Encargado de la producción (y otras cosas más) Mike hace lo que hasta ahora no ha hecho con su banda del todo, un disco cien por cien acústico. Los arreglos y dicha producción no sobrepasan a las canciones, sino que sirven para acentuar ciertos momentos, darles más realce a otros. Si en algún destacan, son lo sufiecientemente sutiles para no estorbar. Sobre su voz, si tenemos en cuenta que sus patrones y sus heroínas son Sandy Denny, Judee Sill y Joni Mitchell, ya sabemos que esto huele a un disco de más de cuarenta años. Al mismo tiempo su voz algo que podríamos llamar tradicional, muchas voces y a la vez ninguna en particular. Siguiendo referentes modernos, a veces es la últimamente perdida Hanne Hukkelberg, otras hasta Françoiz Breut (siempre te recordamos), o una cantante desconocida de su Yorkshire natal, y en varios momentos Meg Baird (también te recordamos), aunque peldaño debajo del hada buena del folk. Quizás demasiados referentes, pero es lo que tiene ciertos géneros como el que aborda. Pero aún así, Hannah tiene la personalidad suficiente para no pasar por una cantante más. Eso y sus melodías tan frágiles como el cristal, adornos cuidados –dos de ellos de Nitin Sawhney–, lo suficiente para no romper ese cristal, y una voz a punto de quebrarse –ojo que no parece un disco apesadumbrado, pero cada vez se hace más lento y melancólico. “The Parting Glass” la construye con una caja de música (triste) y poco más.

Siendo este un disco que no cambiará el mundo, “The Broken Wave” consigue, a su manera, brillar dentro del panorama de nuevas figuras a considerar a futuro, y sorprender con un primer disco que es un primor. A pesar de tono algo gris en que se torna, y porque la tristeza también puede ser disfrutable hará que los treinta y cinco minutos que dura todo alrededor parezca mejor.


Hawäi.












LUST FOR YOUTH
Solar Flare

avant!, 2011

Agrupación experimental sueca, formada por Amanda Eriksson y Hannes Norrvide, les conocimos por su vinilo/split con los californianos Blessure Grave de 2010 publicado por Release The Bats Records, esta vez la pareja agudiza y purifica su sonido para su primer Lp hecho y derecho, "Solar Flare" ha sido editado por el interesante sello italiano Avant! -quienes además cuentan con experimentos sonoros tan especiales como Contrepoison, Scorpion Violente y Cult Of Youth- lo que nos espera en su interior es una suspensión a través de ruidos intervenidos, oscuridad vaporosa y circuitería sofocante, un antro maquinal alejado y desgarbado, eso sí Lust For Youth tampoco quita la vista al sonido minimal e industrial como en "Solar Flare", que se acerca peligrosamente hasta las orgías sónicas de Nitzer Ebb, Cabaret Voltaire y Laibach, esencia darkwave trastocada por las ansias aventureras y un vuelo marciano angustiante en algunos momentos, "Far Away" por ejemplo es una pieza que podríamos denominar como Industrial/Space Noise avanzando con un aparataje enrarecido en las profundidades del cosmos.
Arriesgado y sugerente trabajo de los muchachos de Gotenburgo, zumbidos colgados que aguardan en "Black Death", golpes, mutilaciones, el ruido ganando terreno.
Juventud conspiradora.


Raúl Cabrera Hidalgo.






En la partida tendremos un sencillo publicado por el distinguido sello francés Beko -digital single label- desde Nantes (con su catálogo completamente descargable) marcando trayectos diferentes para el shoegazing, dream y synth-pop, escucharemos al dúo norteamericano Os Ovni con una extraña versión para "Radioactivity" de los alemanes Kraftwerk.













Sintoniza Radio Placeres 87.7 fm desde Valparaíso, El Sueño del Esquimal se transmite hoy jueves 5 de mayo a las 21.00 hrs, también en línea.






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