Camino congelado, voy atravezando sin barreras...
Interstellar
slumberland, 2012
El
nombre de Frankie Rose era uno de los más requeridos dentro del
limitado mercado de mujeres bateristas (no me pregunten por qué, pero
son varios los históricos grupos femeninos que cuentan con un hombre
tras los tambores). Tras formar parte de reputadas formaciones de noise
pop y demás variantes garajeras como Vivian Girls, Dum Dum Girls, o Crystal Stilts, Rose ha optado por lo que en el mundillo se conoce como “hacerse un Dave Grohl”, saliendo del sillín de la batería para componer, cantar y hacerse cargo de casi todos los instrumentos en su propio proyecto.
Si nos ponemos estrictos, Interstellar debe contabilizar como segundo trabajo en solitario de Rose (el primero salió en 2010 bajo el nombre Frankie Rose and The Outs), pero es que el salto es tan grande, que bien podríamos estarnos refiriendo a una artista completamente nueva. No hay aquí nada que huela a garaje ni a noise. En su lugar, Rose se ha esmerado en una acertada combinación de atmósferas flotantes con inmediatez pop (canciones como "Know Me", "Night Swim", o "Had We Had It" son tan redondas que al par de escuchas uno acaba creyendo que llevamos conviviendo con ellas toda la vida).
El lado más delicado del disco es de una extraña belleza, como si, haciendo honor a su título, hubiese sido confeccionado en algún misterioso laboratorio espacial. Haciendo justicia a los talentos de Rose como compositora y vocalista, hay que señalar que canciones como "Pair Of Wings", "Apples For The Sun" o el majestuoso cierre del disco, "The Fall", lucen un tratamiento que, en manos menos hábiles, podrían haberlas enfangado en el peligroso terreno de Enya y demás falsos profestas del new age. Sin embargo, aquí no hacen más que seducirnos con un sonido que, de tan atemporal y atípico, se nos antoja perfectamente contemporáneo y compatible con el dream pop que factura gente como Beach House.
Uno de los mejores discos en lo que va de año, sin duda.
Si nos ponemos estrictos, Interstellar debe contabilizar como segundo trabajo en solitario de Rose (el primero salió en 2010 bajo el nombre Frankie Rose and The Outs), pero es que el salto es tan grande, que bien podríamos estarnos refiriendo a una artista completamente nueva. No hay aquí nada que huela a garaje ni a noise. En su lugar, Rose se ha esmerado en una acertada combinación de atmósferas flotantes con inmediatez pop (canciones como "Know Me", "Night Swim", o "Had We Had It" son tan redondas que al par de escuchas uno acaba creyendo que llevamos conviviendo con ellas toda la vida).
El lado más delicado del disco es de una extraña belleza, como si, haciendo honor a su título, hubiese sido confeccionado en algún misterioso laboratorio espacial. Haciendo justicia a los talentos de Rose como compositora y vocalista, hay que señalar que canciones como "Pair Of Wings", "Apples For The Sun" o el majestuoso cierre del disco, "The Fall", lucen un tratamiento que, en manos menos hábiles, podrían haberlas enfangado en el peligroso terreno de Enya y demás falsos profestas del new age. Sin embargo, aquí no hacen más que seducirnos con un sonido que, de tan atemporal y atípico, se nos antoja perfectamente contemporáneo y compatible con el dream pop que factura gente como Beach House.
Uno de los mejores discos en lo que va de año, sin duda.
por Sergio Miro
desde indienauta.com
This Is PIL
pil official, 2012
Johnny Rotten está de vuelta. No, no son otra vez los Sex Pistols liándola por ahí y haciendo giras en las que dejan claro lo que es el paso del tiempo. No. Esta vez se trata del otro proyecto del controvertido cantante, que inició tras abandonar la banda punk inglesa a finales de los 70. Public Image Ltd. fue un invento que no le salió del todo mal a Lydon (su verdadero apellido) al principio, aunque pronto los fans de los pistoleros sexys se fueron olvidando de él y de sus nuevos trabajos. En cambio, ganó a otro tipo de fans, se sumó a la ola del post-punk (de cuyo género fue uno de los precursores) y fue sacando discos y discos hasta el año 1992, en que el grupo se disolvió tras publicar "That What Is Not".
En sus primeros años le acompañaban músicos conocidos como Keith Levene (que estuvo en The Clash en sus inicios) y Jah Wobble. Ahora, tras veinte años sin publicar ni un solo álbum de estudio (pero sí un directo en 2009, "ALiFE"), Lydon se rodea de Bruce Smith (The Pop Group, The Slits), Lu Edmonds (The Damned) y Scott Firth (bajista) para traernos "This Is Pil", un álbum de 12 canciones de más de una hora de duración que comienza con el tema que da nombre al disco, en el que el propio Johnny nos introduce en su particular mundo a base de alaridos. “Está usted entrando en la zona PIL”. Más que una bienvenida, parece que nos está advirtiendo para que quitemos el disco. ¿Le deberíamos hacer caso?
Tras esta peculiar introducción, por cierto, bastante potable, llega uno de los temas fuertes del disco. "One Drop" fue elegida por el grupo (para qué engañarnos, por Rotten) para salir como EP en el Record Store Day acompañado de otros tres temas. En este corte se resume a la perfección lo que fue PIL en sus días: un cantante que en nada se parece ya al de los Pistols, con música totalmente alejada del punk y con ritmos a los que les tienes que coger el puntillo. Si se lo coges, esta canción te gustará. La letra versa sobre la vida del propio cantante en Finsbury Park (Londres), donde creció (“We come from chaos, you cannot change us”).
No hay ninguna Annalisa en este álbum. Aunque parezca que persigue crear algo parecido con "Deeper Water", no lo consigue. Las guitarras sacan de un aprieto a Rotten en esta ocasión, pero el repetitivo estribillo lo hecha todo a perder en esta canción en la que la letra abandona el tema urbano para centrarse en otro más natural. "Terra-Gate" es la más movidita de todas. La voz cambia de registro en ocasiones, y se agradece, pero se agradece sobre todo la batería y los rápidos acordes que saca de su instrumento Edmonds.
Tras un tema potente, "Human" pasa totalmente desapercibida y nos encontramos con "I Must Be Dreaming", uno de los tres temas que acompañabana a "One Drop" en el EP. Es, sin duda, la peor canción de las 4 publicadas para el Record Store Day. Hubiera sido una mejor elección "Terra-Gate" antes que esta canción un tanto soporífera, como bien indica su título. De "It Said That" se puede decir que podría haber salido algo mucho mejor si la presencia de la guitarra fuese más evidente y la voz de Rotten no quisiese centra la atención del tema.
"The Room I Am In" y "Lollipop Opera" son los temas que completaban aquel adelanto para el Record Store Day y que también están en este disco. La primera es, simplemente, rara: Johnny experimentando. Sobre una base monótona, por momentos habla y por momentos canta sobre la habitación en la que se encuentra. Seis minutos son excesivos para el bailable noveno tema, que gana muchísimo más en su versión para radio acortada. El décimo corte es "Fool", y sigue pareciendo que nos quedamos a medias en un canción parecida a "Human" y que peca, como la mayoría, en lo larga que es.
Para finalizar el álbum, Lydon nos reserva dos canciones totalmente diferentes entre sí. La primera es "Reggie Song", en la que se habla de un personaje que, dado lo autobiográfico del álbum, podría haber existido. "Out Of The Woods" ya es harina de otro costal. Más de nueve minutos en los que Johnny Rotten hace, básicamente, lo que le da la real gana. En la canción, todo va ganando en intensidad con el paso de los minutos, aunque si le hubieran quitado la mitad no pasaría nada.
Lydon no se cansa. Londres y su país natal siguen centrando la casi totalidad de sus letras y sigue nutriéndose del espíritu punk en el que creció y evolucionó. Él mismo considera que PiL gana mucho más en directo y pocos se esperaban un nuevo álbum. Pero aquí está.
En sus primeros años le acompañaban músicos conocidos como Keith Levene (que estuvo en The Clash en sus inicios) y Jah Wobble. Ahora, tras veinte años sin publicar ni un solo álbum de estudio (pero sí un directo en 2009, "ALiFE"), Lydon se rodea de Bruce Smith (The Pop Group, The Slits), Lu Edmonds (The Damned) y Scott Firth (bajista) para traernos "This Is Pil", un álbum de 12 canciones de más de una hora de duración que comienza con el tema que da nombre al disco, en el que el propio Johnny nos introduce en su particular mundo a base de alaridos. “Está usted entrando en la zona PIL”. Más que una bienvenida, parece que nos está advirtiendo para que quitemos el disco. ¿Le deberíamos hacer caso?
Tras esta peculiar introducción, por cierto, bastante potable, llega uno de los temas fuertes del disco. "One Drop" fue elegida por el grupo (para qué engañarnos, por Rotten) para salir como EP en el Record Store Day acompañado de otros tres temas. En este corte se resume a la perfección lo que fue PIL en sus días: un cantante que en nada se parece ya al de los Pistols, con música totalmente alejada del punk y con ritmos a los que les tienes que coger el puntillo. Si se lo coges, esta canción te gustará. La letra versa sobre la vida del propio cantante en Finsbury Park (Londres), donde creció (“We come from chaos, you cannot change us”).
No hay ninguna Annalisa en este álbum. Aunque parezca que persigue crear algo parecido con "Deeper Water", no lo consigue. Las guitarras sacan de un aprieto a Rotten en esta ocasión, pero el repetitivo estribillo lo hecha todo a perder en esta canción en la que la letra abandona el tema urbano para centrarse en otro más natural. "Terra-Gate" es la más movidita de todas. La voz cambia de registro en ocasiones, y se agradece, pero se agradece sobre todo la batería y los rápidos acordes que saca de su instrumento Edmonds.
Tras un tema potente, "Human" pasa totalmente desapercibida y nos encontramos con "I Must Be Dreaming", uno de los tres temas que acompañabana a "One Drop" en el EP. Es, sin duda, la peor canción de las 4 publicadas para el Record Store Day. Hubiera sido una mejor elección "Terra-Gate" antes que esta canción un tanto soporífera, como bien indica su título. De "It Said That" se puede decir que podría haber salido algo mucho mejor si la presencia de la guitarra fuese más evidente y la voz de Rotten no quisiese centra la atención del tema.
"The Room I Am In" y "Lollipop Opera" son los temas que completaban aquel adelanto para el Record Store Day y que también están en este disco. La primera es, simplemente, rara: Johnny experimentando. Sobre una base monótona, por momentos habla y por momentos canta sobre la habitación en la que se encuentra. Seis minutos son excesivos para el bailable noveno tema, que gana muchísimo más en su versión para radio acortada. El décimo corte es "Fool", y sigue pareciendo que nos quedamos a medias en un canción parecida a "Human" y que peca, como la mayoría, en lo larga que es.
Para finalizar el álbum, Lydon nos reserva dos canciones totalmente diferentes entre sí. La primera es "Reggie Song", en la que se habla de un personaje que, dado lo autobiográfico del álbum, podría haber existido. "Out Of The Woods" ya es harina de otro costal. Más de nueve minutos en los que Johnny Rotten hace, básicamente, lo que le da la real gana. En la canción, todo va ganando en intensidad con el paso de los minutos, aunque si le hubieran quitado la mitad no pasaría nada.
Lydon no se cansa. Londres y su país natal siguen centrando la casi totalidad de sus letras y sigue nutriéndose del espíritu punk en el que creció y evolucionó. Él mismo considera que PiL gana mucho más en directo y pocos se esperaban un nuevo álbum. Pero aquí está.
por J.Strummer
desde tanakamusic.com
For My Parents
temporary residence, 2012
temporary residence, 2012
La conclusión más fiable que podía extraerse de “Hymn To The Immortal Wind” (temporary residence, 2009), su anterior disco en estudio, es que Mono habían decidido apostar de manera clara y explícita por los arreglos de cuerda como vía de oxigenación y reformulación de su discurso. Ya entonces su presencia y protagonismo eran pronunciados, más allá del papel secundario o complementario que se le suele otorgar en grabaciones de post-rock, y hacia presagiar lo que finalmente tiene lugar en “For My Parents”, su nuevo álbum y el más refinado y estilizado que ha publicado hasta la fecha la banda japonesa, que vuelve a contar con la colaboración de The Worldless Music Orchestra para darle ese toque de distinción a su sonido.
“For My Parents” contiene cinco canciones, y en realidad uno tiene la sensación de que el disco está planteado más como una historia en cinco actos o cinco movimientos que en cinco piezas al uso. La joya de la corona es “Legend”, el corte de inicio, doce minutos en espiral en los que la formación utiliza las guitarras casi a modo de cuerdas y los arreglos de cuerda casi a modo de guitarras, y que da como resultado una explosión sinfónica no apta para almas frágiles. A los cinco minutos de recorrido ya estalla un primer clímax que nos hace pensar en el Joe Hisaishi de “La Princesa Mononoke” o incluso en la banda sonora de “Conan” o “Juego De Tronos”, por la épica y contundencia de sus partituras. Y en la segunda parte de la pieza Mono consiguen darle un sentimiento y una esencia muy japonesa a su nube de guitarras shoegaze, casi como si invocaran el espíritu Hisaishi pero con distorsión, percusión contundente y ese inquebrantable latido post-rock que les caracteriza desde que iniciaron su andadura.
“Nostalgia” y “Dream Oddissey”, los dos siguientes movimientos, insisten en esta convivencia pacífica y de gran intensidad emocional entre la base rítmica habitual y el papel destacado de la orquesta. Ambas demuestran que Mono han encontrado el punto de equilibrio necesario para su propuesta, y que la exploración de su predecesor ha obtenido la recompensa que estaban buscando. En un subgénero tan acotado estilísticamente ellos han encontrado una voz propia que, además, se desmarca ya del cliché y el tópico más trillado de su fórmula para abrazar nuevas trayectorias y chocar con otras escenas, como la neoclásica, por ejemplo, con la que estrechan al máximo los lazos afectivos en “A Quiet Place (Together We Go)”, ceremonial título de despedida que culmina con casi cinco minutos de chelos y violines que parecen beber claramente de Max Richter o Jóhann Jóhannsson. Mono crecen, maduran, se reinventan y, además, firman su grabación más intensa y emocionante. Esto es un discazo, oigan.
“For My Parents” contiene cinco canciones, y en realidad uno tiene la sensación de que el disco está planteado más como una historia en cinco actos o cinco movimientos que en cinco piezas al uso. La joya de la corona es “Legend”, el corte de inicio, doce minutos en espiral en los que la formación utiliza las guitarras casi a modo de cuerdas y los arreglos de cuerda casi a modo de guitarras, y que da como resultado una explosión sinfónica no apta para almas frágiles. A los cinco minutos de recorrido ya estalla un primer clímax que nos hace pensar en el Joe Hisaishi de “La Princesa Mononoke” o incluso en la banda sonora de “Conan” o “Juego De Tronos”, por la épica y contundencia de sus partituras. Y en la segunda parte de la pieza Mono consiguen darle un sentimiento y una esencia muy japonesa a su nube de guitarras shoegaze, casi como si invocaran el espíritu Hisaishi pero con distorsión, percusión contundente y ese inquebrantable latido post-rock que les caracteriza desde que iniciaron su andadura.
“Nostalgia” y “Dream Oddissey”, los dos siguientes movimientos, insisten en esta convivencia pacífica y de gran intensidad emocional entre la base rítmica habitual y el papel destacado de la orquesta. Ambas demuestran que Mono han encontrado el punto de equilibrio necesario para su propuesta, y que la exploración de su predecesor ha obtenido la recompensa que estaban buscando. En un subgénero tan acotado estilísticamente ellos han encontrado una voz propia que, además, se desmarca ya del cliché y el tópico más trillado de su fórmula para abrazar nuevas trayectorias y chocar con otras escenas, como la neoclásica, por ejemplo, con la que estrechan al máximo los lazos afectivos en “A Quiet Place (Together We Go)”, ceremonial título de despedida que culmina con casi cinco minutos de chelos y violines que parecen beber claramente de Max Richter o Jóhann Jóhannsson. Mono crecen, maduran, se reinventan y, además, firman su grabación más intensa y emocionante. Esto es un discazo, oigan.
por David Broc
desde playgroundmag.net
Prodigal Summer EP
self-release, 2012
Todavía recuerdo el primer EP de los italianos Snow In Mexico, por allá en el frío invierno de 2009 nos fijamos en ese diseño de portada tan The Smiths que contenía una música de porcelana, pristina e inesperada como podría ser ver caer 'nieve en México', justamente en 4 canciones.
El dúo de Roma formado por Massimiliano Cruciani y Andrea Novelli se toma su tiempo y despues de 3 largos años nos vuelven a visitar con otro EP (4 canciones más), al que han titulado con el luminoso nombre de "Prodigal Summer", en el interior los sonidos convergen con lo que fue su primera entrega, aunque debemos decir que el encantamiento crece en este nuevo registro, las atmósferas prosiguen nevadas, sobretodo en el corte titular "Prodigal Summer", con unas guitarras que pudieron encontrarse en "Disintegraton" de The Cure, sin duda se cuela harto esta influencia, lo que por cierto se agradece, no es fácil entrar en el ventarrón blanco del Sr. Smith y salir ileso, en este caso bendecidos, las voces de los romanos se mantienen tras una capa de filtros y mantos etéreos, pero la instrumentación es arriesgada aunque bastante helada, como una postal antártida sin humanos saludando, sólo la belleza del paisaje que patina en una visión crepuscular como "Four Days", ritmo maquinal para el ambiente más sensitivo, nubes que avanzan y dibujan figuras en el cielo, Snow In Mexico son expertos en hacer flotar y quizás alguna lágrima resbale, pero las imagenes que cargan sus canciones son siempre gratificantes, te sacuden, te entristecen, te hacen recordar.
Vidrio cristalino que recorre "I Need To Sleep", hermosa pieza de estructura frágil y escapista, el canto congelado y la silueta de los recordados Felt que nos mira desde una esquina del cuarto, con discipulos tan creativos como estos es difícil que los rastros de Lawrence y Maurice desaparezcan alguna vez. Para el final queda la magia extraña de "Code Playground", donde recién viene a mi cabeza la marca de shoegaze, sagrado pozo que no dejaré nunca de elogiar, sacamos los pañuelos blancos al viento en la despedida, cuanto más debemos esperar por un disco largo de Snow In Mexico?, a lo mejor lo de ellos son los trayectos cortos, se recibe más, se entrega más, bueno mientras no dejen de saludar a la distancia, yo me conformo.
Ultra-cercanía.
Raúl Cabrera H.
Modern Jester
hanson, 2012
Aaron Dilloway es un alma inquieta, desde sus inicios en Detroit con los Wolf Eyes, quienes contrario a lo que muchos creían, no eran una mera banda de noise, sino una banda fiera que disfrutaba de colisionar sonidos provenientes del mundo del hardcore punk, del techno, del dub y del free jazz, pero sabemos que los Wolf Eyes era una banda bastante sólida y cuando Dilloway salió, siguieron su camino, Dilloway siguió con su camino, conservando la alta edición de música a través de su sello Hanson Records, cuna de una gran producción de música noise en el país del norte en los últimos 20 años (quien iba pensar que el noise como escena ya estuviera en su tercera década!), Dilloway es uno de esos personajes extraños, que más que músico se considera escultor de sonidos, recorre las calles grabando cuanto sonido llama su atención y después los transforma en su estudio casero, los altera, hace que muten, que se conviertan en algo más, Dilloway viajó a Nepal hace años y sus rondines por las calles y mercados de aquel país se convirtieron en minas de oro de dónde Dilloway extrajo una gran cantidad de sonidos que más adelanta plasmaría en muchas de sus obras.
"Modern Jester" aparece en el 2012, luego de casi 3 años en el tintero, o debería decir en la mezcladora?, "Tremors" abre el disco, con un desconcertante sonido que repite nerviosamente, ocultando su naturaleza sin identificarse del todo, Dilloway aplica técnicas similares al sonido, como esas que uso en sus inicios Steve Reich, creando un poderoso halo alrededor del sonido inicial, hinchándolo a través de ecos y distorsión, hasta volverlo algo inmenso, creando una abominación del sonido inicial, como científico que experimenta y ve como su creación se transforma en un monstruo ante sus ojos, por si fuera poco el espíritu inquieto de Dilloway se manifiesta, hace un lado la pieza de jalón y nos adentra en "Eight Cut Scars (For Robert Turman)" que arranca con un loop insistente, abstracto e inquietante, que deriva en una maraña de sonidos que parecieran extraídos del celebre "Metal Machine Music" de Lou Reed, si ese discazo que hizo Reed en los 70s y que le valiera el odio de muchos y el respeto y admiración de muchos otros, Dilloway amaza portentosa dosis de sonido en una maraña casi impenetrable que aturde, inquieta y desorienta por igual, esta pieza en verdad se convierte en una prueba de resistencia, Dilloway buscando trascender la mera escucha, si Eno buscaba que su música desapareciera sutilmente en el ambiente, Dilloway exige la atención, quiere hacerse presente, exige una reacción del escucha, así sea de simpatía o de repudio hacia su creación.
"Modern Jester" aparece en el 2012, luego de casi 3 años en el tintero, o debería decir en la mezcladora?, "Tremors" abre el disco, con un desconcertante sonido que repite nerviosamente, ocultando su naturaleza sin identificarse del todo, Dilloway aplica técnicas similares al sonido, como esas que uso en sus inicios Steve Reich, creando un poderoso halo alrededor del sonido inicial, hinchándolo a través de ecos y distorsión, hasta volverlo algo inmenso, creando una abominación del sonido inicial, como científico que experimenta y ve como su creación se transforma en un monstruo ante sus ojos, por si fuera poco el espíritu inquieto de Dilloway se manifiesta, hace un lado la pieza de jalón y nos adentra en "Eight Cut Scars (For Robert Turman)" que arranca con un loop insistente, abstracto e inquietante, que deriva en una maraña de sonidos que parecieran extraídos del celebre "Metal Machine Music" de Lou Reed, si ese discazo que hizo Reed en los 70s y que le valiera el odio de muchos y el respeto y admiración de muchos otros, Dilloway amaza portentosa dosis de sonido en una maraña casi impenetrable que aturde, inquieta y desorienta por igual, esta pieza en verdad se convierte en una prueba de resistencia, Dilloway buscando trascender la mera escucha, si Eno buscaba que su música desapareciera sutilmente en el ambiente, Dilloway exige la atención, quiere hacerse presente, exige una reacción del escucha, así sea de simpatía o de repudio hacia su creación.
"Labyrinths & Jokes" pareciera acercarse a la actual “evolución del noise” que gente como Daniel Lopatin, Carlos Giffoni o James Ferraro nos han traído, y Dilloway no parece corto de recursos para dar el brinco, su música en esta pieza transita sin dificultad a nuevos territorios, una pizca de melodía, su singular apego a la repetición, mientras que "Body Chaos" pareciera querer recordarnos su pasado con los Wolf Eyes, recolectando sonidos, amplificándolos, distorsionándolos y filtrándolos, como buscando darles vida a objetos inanimados a través de efectos, mezclando en ocasiones con cintas aceleradas, que entran y salen de escena, creando una fragmentada mezcla que desconcierta y mantiene el interés.
"Look Over Your Shoulder" es todo un viaje a través de los mismos intereses de Dilloway, desde el poderoso drone con que inicia la pieza, su uso y abuso de los recursos cacofónicos e hipnóticos de los “loops”, los ritmos “parcos” o minimales, sin duda herencias de su interés por el techno, originado en su natal Detroit, esta sin duda es junto a "Body Chaos" las piezas centrales del disco, dónde Dilloway verdaderamente esparce su maestría en manipulación de sonidos, con ruido apareciendo y desapreciando de manera inquietante y finalmente el caos sonoro, en una lucha genial que conceptualiza Dilloway uniendo el orden y el caos.
"Shatter All Organized Activities (Eat The Rich)" pareciera extraído de aquellas salvajes pesadillas sonoras que nos brindaban los Wolf Eyes, con sus descargas abrasivos y ritmos machacantes, capaces de moler los huesos y arrancar la piel, para después absorberlos con un agujero negro gigante y dejarnos en el limbo total por unos segundos, para después pulverizarnos con la descarga final, letal en una sola palabra.
"Shatter All Organized Activities (Eat The Rich)" pareciera extraído de aquellas salvajes pesadillas sonoras que nos brindaban los Wolf Eyes, con sus descargas abrasivos y ritmos machacantes, capaces de moler los huesos y arrancar la piel, para después absorberlos con un agujero negro gigante y dejarnos en el limbo total por unos segundos, para después pulverizarnos con la descarga final, letal en una sola palabra.
Dilloway cierra el disco con un tema relativamente apacible, "After The Showers" pareciera ser una pieza casi ambient, pero bañada en distorsión y en ecos, ambient corrosivo, espectros eléctricos bailando a nuestro alrededor.
Dilloway nos trae una obra que tardó en llegar, con piezas que rayan en lo genial y otras que se quedan como meros bosquejos, interesantes eso si, pero que sin duda nos deja la impresión de que Dilloway es capaz de crear obras complejas y emotivas, llevarnos de una inquietante calma a un estado de euforia total.
Dilloway nos trae una obra que tardó en llegar, con piezas que rayan en lo genial y otras que se quedan como meros bosquejos, interesantes eso si, pero que sin duda nos deja la impresión de que Dilloway es capaz de crear obras complejas y emotivas, llevarnos de una inquietante calma a un estado de euforia total.
por Ghostwriter
El Sueño del Esquimal #366 se transmitirá el jueves 20 de Septiembre
a las 21:00 hrs. por Radio Placeres 87.7 FM desde la bahía de Valparaíso, también online
para el resto de este y los otros mundos, www.radioplaceres.cl.
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